A menudo hablamos de los estereotipos con los que los homosexuales son identificados. Ya había hablado de ellos en los tres primeros capítulos del libro, pero es importante incidir en este aspecto.
Los homofóbicos a menudo nos tratan como si fuésemos débiles señoritas (partiendo de que las mujeres no son débiles), como enfermos o, en caso de los más ultracatólicos, como degenerados, enfermos y brujas.
Un fenómeno social curioso es ese en el que, un líder político inepto -usemos a Trump de ejemplo- promulga mensajes que suenan incoherentes y estúpidos para una gran parte de la población; pero muy bien para esa otra población conservadora hasta la médula. El fenómeno social está en que, si convence aunque sea a uno, la repetición constante del mensaje hará que el resto de ciudadanos se lo crean también. O al menos hará que duden en lo que ellos piensan.
Es precisamente ahí donde se encuentra una de las bazas más importantes de la homofobia. Normalizan los estereotipos, siempre ligados al odio.
Si a un heterosexual, criado en una familia de corte tradicional, que ha estudiado en una escuela e instituto donde no haya demasiada (o no haya) diversidad sexual, le preguntas qué opina del colectivo LGBT pueden pasar dos cosas. Una: que le tengas que decir que son las siglas LGBT porque no lo va a saber. Segunda: si sabe qué es o se le ha explicado no opinará por temor a lo que digan los otros machotes de al lado o bien use esos rancios estereotipos. Y por último, en casos raros, estos alumnos hayan sido educados en la diversidad y sepan de qué hablan y todo lo que envuelve a la comunidad LGBT.
Aunque muchos nos quedaríamos con la tercera, esto no pasa. Ya en el capítulo de los micro-machismos mencioné que el lenguaje está plagado de ellos. Si un lenguaje es machista y homófobo, nos encontraremos inevitablemente ante una sociedad machista y homófoba. Nos guste o no.
¿Por qué llamar puta a una mujer es normal? ¿Por qué hacer chistes sobre el SIDA es normal? ¿Por qué cuándo un chico tiene un fallo llamarlo maricón es normal?
A veces, lo más habitual, no debería ser lo normal.
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¿Soy pecado?
Non-FictionReflexiones sobre la homosexualidad, para aprender a responder a preguntas y tópicos que muchos pensamos pero que nos da miedo compartir. Este libro vale para cualquier lector, sea cual sea su sexualidad. Tan sólo no vale para los que no respeten la...