Parra cerrar este pequeño libro, quiero hablar sobre el futuro. Me he centrado en hacer duras críticas al pasado y al presente, ¿qué pasará en el futuro?
Tal y como se están comportando los políticos de América y Europa, el futuro pinta entre negro y gris. Con Trump en la Casa Blanca y Marine Le Pen muy poderosa en las elecciones francesas, el movimiento LGBT está seriamente amenazado por las incertezas del futuro. Hoy hay gays (en su mayoría) que apoyan a estos ultracatólicos y conservadores, pero, ¿por qué?
Después de la victoria republicana ya el pasado año, la gente gay se asustó enormemente. Pasó de odiar a la ultraderecha a apoyarla gracias a algunos altos cargos de esos partidos a favor de los derechos LGBT. Aunque apoyan derechos demasiado básicos, por ejemplo, no reconocen el matrimonio entre personas del mismo sexo.
El miedo al futuro ha provocado una escisión en el colectivo LGBT, que era tradicionalmente de izquierdas. Aunque la fisura sea pequeña, es una fisura, y puede hacer que la gente tome el rumbo equevocado. Además, la gente que toma ese rumbo neonazi es, para mí, ruin y egoísta. Personalmente no considero que mis derechos sean más importantes que los de un refugiado sirio o un ateo. Por eso, aunque la ultraderecha me reconozca -parcialmente- mis derechos, nunca me atrevería a votar a esos partidos. No me creo quién para pisar los derechos de los demás. Eso es lo que los radicales de derecha hacen.
Si toda la gente tolerante con las mujeres, los gays, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales y los inmigrantes se uniese; la ultraderecha NO ganaría, pero la gente es demasiado vaga y desconfiada como para tomarse en serio la política. Y quizás tengan razón.
Viendo la campaña de Trump en los Estados Unidos, cualquiera pensaría a mediados de 2016 que llegaría al mismísimo Despacho Oval. Casi estuvo Le Pen en el Elíseo. Debemos reflexionar.
Todos nos emocionamos viendo películas como Pride , pero nunca nos paramos a pensar por qué los gays se unieron a los mineros y a sus familias: porque son colectivos débiles, aún hoy, 30 años después, somos ninguneados por la sociedad. Son los movimientos obreros, integradores, solidarios, de izquierdas, los que nos deben de unir. Nunca deberíamos escondernos bajo el ala de la gallina política: la ulraderecha.
Si algo caracteriza al colectivo LGBT es la solidaridad, la comprensión, la empatía... pero se supone que con este nuevo rumbo, ahora seremos clasistas, xenófobos, ultracatólicos... en definitiva: cobardes.
Por eso, y ya cerrando definitivamente este libro, que ha sido duro de escribir, divertido y también interesante, os digo a todos mis lectores y lectoras; nunca hagáis lo que ellos nos han hecho. Si creéis que hemos sido discriminados, torturados y asesinados, nunca os pongáis del lado de quien asesina, tortura y discrimina a otros colectivos: a otros seres humanos.
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¿Soy pecado?
Non-FictionReflexiones sobre la homosexualidad, para aprender a responder a preguntas y tópicos que muchos pensamos pero que nos da miedo compartir. Este libro vale para cualquier lector, sea cual sea su sexualidad. Tan sólo no vale para los que no respeten la...