CAPÍTULO 3 - Latidos.

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Me puse bastante nerviosa. Me convencí de que vendría a despedirse. Es Joe, seguro que era el típico que iba de fiesta en fiesta. Quizá haya quedado con alguna chica, quien sabe. O simplemente se iba, por ahí, a pasarlo bien. ¿Quién se iba a quedar en casa un viernes por la noche? Decidí no hacerle esperar más.

-Claro, pasa.- Me tembló la voz. Todavía no entendía muy bien el porqué. Era solo Joe, el Joe de hace años. Mi mejor amigo de la infancia. Me sentía estúpida.

Lo vi entrar y cerrar tras de sí. Estaba en pijamas y traía cervezas y palomitas. El rostro de mi cara se cambió.

-¿No sales?-Lo miré sorprendida.

-Nop, mis amigos querían ir a una fiesta. Les dije que yo ya tenía planes.- Entró en la terraza, se sentó junto a mí y me extendió un botellin.- Emborrachemonos.- Una gran sonrisa apareció en su cara. Me quedé totalmente embobada. Decidí quitar esa cara de imbécil y decir algo, o intentarlo.

-¿Y qué planes tienes tú? Es decir, no hacía falta que te quedaras conmigo. Estoy bien sola.- En mi cabeza no sonaba tan borde. Quería volver atrás y que esas palabras desaparecieran.

-No te mereces esa cerveza.- Me la quitó de las manos.-Tenía planes, contigo. Pero si prefieres estar sola...-Joe se levantó.- Es broma, no me pienso ir.-Volvió a sentarse.- Ya no hay vuelta atrás, tienes que aguantarme. Además puedo ser muy silencioso ¿sabes? Parecerá que estás sola.- Me dedicó otra de sus sonrisas, eran cautivadoras.

-Eres idiota, no quería decir eso. Claro que puedes quedarte, me alegro de que hayas decidido hacerlo.- Le quité la cerveza de las manos.- Esto me pertenece.- Le sonreí y le di un trago.

Él me miraba divertido. Seguía teniendo esa forma de mirar de hace años. Sus ojos verdes me intimidaban más de lo que creía.

Esa noche descubrí una faceta, quizá nueva de él, que me encantó. Sabía un montón sobre astronomía y esa noche el cielo brillaba más de lo normal.

Pude ver que alguien no parada de mandarle mensajes al móvil y que él no contestaba o los miraba pero no respondía. Sentía curiosidad por saber quién era y por qué le hablaba tanto. Intentaba leer el nombre cada vez que la pantalla se encendía. Me sentía mal por ello, pero tenía muchísima curiosidad. Joe me descubrió mirando su móvil. Lo cogió y se levantó.

-Es una chica que...bueno, conocí hace dos semanas. Es un tanto pesada. Iré a llamarla, no sé qué diablos quiere. Prometo tardar 30 segundos. No me eches de menos.- Me pasó la mano por el hombro y entró en mi habitación.-

Esa sensación me gustó, sentir su tacto en mi piel. Ese pensamiento me asustó. No sabía que me estaba pasando y por qué empezaba a sentir cosas extrañas por Joe. En un solo día, y sólo llevábamos hablando dos horas. Para mí era un auténtico desconocido. Lo correcto sería pasar un verano como los de antes, con mis tres amigos. Sí, así sería. Amigos.

Joe entró en la terraza mientras se guardaba el móvil. Yo decidí no preguntar.

-Solucionado.- Se sentó a mi lado de nuevo.

-¿Sabes? Has tardado más de 30 segundos.- Le lancé una mirada.

-Oh dios, merezco un castigo.- Puso la cara triste más adorable que jamás había visto.

-Exacto, un castigo terrible y cruel.- Agité mi botellín de cerveza y sonreí.- Te toca bajar a la cocina.

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Un verano para recordar- Joe Jonas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora