CAPITULO 24- De todo a nada.

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El sol se colaba por las ventanas del coche, oía algo de ruido de la gente pasando. De pronto recordé que estaba desnuda, y me metí debajo de las sábanas ¡Qué vergüenza! Me deslicé por las sábanas y fui buscando partes de mi ropa, que estaban tiradas por todos lados. Joe se movía, creo que lo desperté. Le hice cosquillas en los pies e hizo un ruido de queja. Veía como se frotaba los ojos, yo de espaldas seguía buscando por todas partes, no encontraba mi sujetador. De pronto una cachetada en el culo hizo que me sobresaltara. Joe reía.

-Buenos días.- Dijo.

-¿Se puede saber dónde tiraste mi sujetador?- Dije saliendo de debajo de las sábanas.

-Dame los buenos días.- Dijo con un tono serio.

-Buenos días.- Lo besé.

Joe se incorporaba y sacaba de debajo de la almohada el sujetador. Me lo tiraba a la cara.

-¿Qué hora es?- Joe volvía a tirarse en la cama.

-Pues...- Busqué mi móvil. Tampoco lo encontraba ¿Dónde se habían metido las cosas? De pronto encontré mi pantalón y saqué el móvil. - Las 9 y 5.-

-A ver, ¿Me lo puedes enseñar?- Giré el móvil para que lo viera.- Sólo quería ver al pivón que tienes puesto de fondo.-

-Eres estúpido.-

Joe se incorporaba y me ponía el sujetador. Después me besaba lentamente la espalda, se aproximaba al cuello pero lo paré. -No es el momento.- Dije. Y lo oí rechistar. El espacio era muy reducido por lo que opté por no ponerme las medias. Joe me dejó una camiseta suya que traía de sobra. Nos vestimos y nos pasamos a la parte de adelante. Veía como algunas personas miraban al coche, supuse que por el movimiento que estábamos haciendo, algo sospechoso. Y nos pusimos camino a casa.

Cuando llegamos todos seguían durmiendo. Joe corrió hacia el baño de arriba, ¡AGUAS MAYORES! Gritó, eso me hizo reír. Entré en mi habitación y me quité los zapatos, estos salieron disparados en dos direcciones totalmente opuestas, no me sentía los pies. Cogí algo de ropa cómoda y me metí en la ducha, necesita deshacerme de todo el cansancio que tenía. Al Salir de la ducha, me lancé en la cama como un peso muerto, cogí mi teléfono y al desbloquear sonreí. Era tan guapo, no podía soportarlo. Estaba tan cansada que se me había olvidado por completo que mañana era mi último día allí, y dentro de dos días empezaría "mi nueva vida", no la quería, quería quedarme aquí, anclada en un verano eterno, en aquella casa, con los chicos, con Joe. Noté como un nudo recorría desde mi estómago hasta la garganta, las lágrimas empezaron a brotar, una detrás de otra, sin parar. Me acurruqué en la cama, apretando las piernas sobre mi pecho con fuerza.

-Ey...-Nick me hablaba bajito mientras me movía a cada lado.

¡Mierda!, me había quedado dormida. Metí la cabeza debajo de la almohada no quería que viese mis ojos de haber estado prácticamente toda la mañana llorando.

-Levanta, es hora de comer...-Nick seguía dando golpecitos por toda mi espalda.

-Déjame... estoy cansada.-

-¿No se quiere levantar?- Gritó Joe. Escuchar su voz tan alto me molestó muchísimo.

-No, no quiero.- Dije con la cabeza enterrada entre la almohada y la cama.

-Puedo encargarme de eso.-

No escuché nada durante 5 minutos, ambos habían salido de la habitación. Uf, tranquilidad al fin. Saqué la cabeza y me volví a acurrucar como estaba antes, tenía tanto sueño. De pronto sentí como si una ola gigante me arrastrara por la orilla, me incorporé de inmediato, sentía que me faltaba el aire. Abrí los ojos y ahí estaban Nick y Joe riendo a carcajadas. La cama estaba totalmente empapada al igual que yo. Estaba tan furiosa.

Un verano para recordar- Joe Jonas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora