Metí las maletas en el coche. No me podía creer que mi madre me estuviera haciendo eso, y menos en mi último verano en la ciudad antes de marcharme a la universidad. Estaba convencida de que el mundo estaba en mi contra. Todos mis planes desaparecie...
Joe y yo estábamos abrazados, él me decía lo mucho que me quería. Estábamos en una cama, había pétalos de rosas por la cama, era precioso. No reconocía esa habitación, parecía de un hotel, pero no me importaba, estaba justo con quien quería estar. De repente empezó a llover. ¿Estaba lloviendo en la habitación? ¿Qué tipo de locura era esa?
-Ey, ey.-
Alguien me daba empujones, me estaba mojando. Abrí los ojos, Joe me miraba divertido.
-Los aspersores, joder.- Joe me sonreía mientras me daba la mano.
Me daba igual los aspersores, sólo quería dormir y seguir con ese maravilloso sueño. Me tapé la cara con la mano y cerré los ojos.
Joe me cogía en brazos y me llevaba al salón, me tiró en el sofá como si no pesara nada.
-¿Qué haces? Estaba bien allí.- Me frotaba los ojos mientras lo miraba. Él me miraba sonriente.
-Estás loca.-
Joe subía corriendo las escaleras. Yo allí tumbada, me despertaba lentamente, miré el reloj que había en la pared, las 8 de la mañana, perfecto. No se oía nada en la casa. Decidí subir, arriba Dylan seguía dormido, me metí en la cama de Joe de nuevo y me volví a quedar dormida.
Un olor entrañable hizo que me despertara de un salto. Dylan seguía durmiendo, eran las 11, hora de levantarse. Salí de la cama y el olor me llevó a la cocina. No me podía creer lo que vi, Joe, Nick y Kevin estaban cocinando. Nick hacía una tarta mientras que Joe y Kevin hacían lo que parecía una especie de pavo. Eso me llevó años atrás, a mi último cumpleaños con ellos, recuerdo que se levantaron temprano para hacerme una comida increíble.
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Me llevé las manos a la boca, estaba impresionada y emocionada, cuánto los quería. Al verme se quedaron con la boca abierta.
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- NO, NO, NO! No puedes estar aquí.- Dijo Nick.
-¿Sorpresa?- Dejo Kevin encogiéndose de hombros, con lo que parecía una amasadora en la mano.
No sabía que decir, me llevé las manos a la boca. Estaba impresionada.
-Chicos, sois...-
-Ya lo sabemos, increíbles, magníficos, estupendos, guapísimos y mil cosas más.- Joe movía las manos mientras iba enumerando.
