CAPÍTULO 19- Espera, ¿Qué?

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Me tiré en la cama, segundos después oí como una puerta se cerraba de manera brusca, eso hizo que me sobresaltara. Mi mente estaba completamente en blanco, me habían pasado tantas cosas en tan poco tiempo que no era capaz de procesarlas todas. Sólo quería dormir y no despertar hasta que todo se hubiera acabado, yo estuviera en la universidad y empezara una vida nueva, dejando atrás todo y olvidando aquel extraño verano.

Abrí los ojos y miré el despertador, eran las 8 de la tarde, había dormido casi tres horas y mi estómago estaba rugiendo cual león hambriento. Me quedé en la cama, no tenía ganas de moverme, no tenía ganas de nada. Me tapé la cabeza con la sábana, quería hundirme en la cama, que las sabanas me atraparan y quedarme ahí eternamente, tranquila, sin relacionarme con nadie, sin que alguien más pudiera hacerme daño. ¿Por qué todo me tenía que pasar a mí? Otra vez mi estómago rugía con más fuerza que antes, tenía hambre, mucha. Aparté las sábanas y salí de la cama, abrí el pomo con sigilo, no tenía ganas de ver ni de hablar con nadie. Tan solo me quedaba una semana allí y quería pasarla sola, sin ningún Jonas que me molestase. Baje sigilosamente las escaleras, entonces mamá y Denisse estaban en la cocina, tomando unas cervezas.

-Hombre, dichosos los ojos.- Dijo Denisse mientras me ofrecía una silla.

-Casi no te he visto en todo el verano hija.- Dijo mamá mientras reía con Denisse.

-Pues he estado aquí.- Sonreí sin ganas.- Sois ustedes las que se pasáis los días dando vueltas de bar en bar.- Dije mientras cogía un sándwich de los que habían sobrado de la fiesta.

-Cómo puedes hablar así de nosotras.- Reían de nuevo.

-He venido aquí a pasarlo bien cariño, y espero que tú también lo estés haciendo.- Sonreía.-

-Ven aquí.- Dijo Denisse.Esta vez me estaba ofreciendo que me sentara en su regazo.

Me senté, sabía que ellas dos sabían que lo estaba pasando mal, supongo que es el radar de madre que salta cuando le ves la cara a tu hijo, o tenían un espía en la casa, o tal vez cámaras. Lo que fuera, ellas sabían que no estaba en mi mejor momento y que las necesitaba.

-¿Qué ha pasado?- Dijo Denisse con una bonita melodía en la voz.

-Nada.- Dije mientras mordía el sándwich.- Estoy bien.- Sonreí con la boca llena.

-Sabemos lo de Dylan cariño.- Mamá cambiaba su rostro, ahora estaba muy serio y furioso a la vez.

-Si no quieres hablar sobre ello lo entendemos perfectamente, sólo queremos que sepas que estamos aquí, y que te vamos a proteger de cualquiera que quiera dañar tu corazón.- Dijo Denisse mientras me apartaba el pelo del hombro.

-Desde siempre sabías que te merecías algo mejor cielo, eres una chica increíble, con una personalidad arrolladora y él no ha valorado eso.- Dijo mi madre dedicándome una sonrisa.

Me acurruqué en el pecho de Denisse cual cría de 5 años a la que le quitan un juguete. Necesitaba un abrazo, y que mejor que el abrazo de una mujer que me quería tanto como ella lo hacía. Denisse me abrazó y de pronto comenzaron a brotar miles de lágrimas. Ella me apretaba contra su pecho mientras me daba palmaditas en la espalda. Noté como mi madre se levantaba de la silla y se unía al abrazo.

-Eres fuerte cielo, estarás bien enseguida. Dylan no era para ti.- Me susurró mamá.

Era increíble como mi mente no estaba pensando en Dylan, sino que esas lágrimas eran por Joe. Me había estado montando una película durante todo el verano, imaginándome que realmente era diferente para él cuando no es así, cuando estaba con él me sentía única, sentía que podía con todo y cuando me besaba sentía una infinidad de cosas que jamás había sentido antes. No iba a contarles nada de eso a ellas, primero porque sabía que hablarían con él y se entrometerían en todo y segundo porque contarle a alguien lo que sentía por Joe lo haría real, y quería que todo quedase en mi mente.

Un verano para recordar- Joe Jonas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora