Metí las maletas en el coche. No me podía creer que mi madre me estuviera haciendo eso, y menos en mi último verano en la ciudad antes de marcharme a la universidad. Estaba convencida de que el mundo estaba en mi contra. Todos mis planes desaparecie...
Un rayo de sol me daba de lleno en el ojo. Arrugué mi cara pero eso no hacía que desapareciera. Abrí los ojos y no reconocía ese sitio. No tardé mucho en darme cuenta de que esa no era mi habitación. Alguien me rodeaba con el brazo. Me gustaba. Me quedé ahí acurrucada en esos brazos un ratito, sonriendo, volví a cerrar los ojos. Segundos después mis ojos se abrieron como platos. Mierda, mierda, mierda. Me había quedado dormida en la cama de Joe. Quería salir de ahí, pero no quería despertarlo. Intenté apartar sus brazos de mí, cuidadosamente. Me giré con cuidado, pero no arreglé nada. Ahora estaba de cara a él. Joe abría los ojos lentamente y se quedaba mirándome.
-Bueno días.- Dijo mientras me sonreía.
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Me levanté rápidamente de la cama.- ¿Por qué no me dijiste que me fuera a mi cama?- Me frotaba los ojos mientras lo miraba.
-No sé, no quería despertarte. Además pensé que estabas cómoda- Joe se incorporaba y se estiraba.
-Lo habría estado más en mi cama.- Me quedé mirando una foto que Joe tenía pegada en la pared, en la mesa dónde tenía el portátil. No me lo podía creer.- ¿Pero qué? Eras tú el que tenía esa foto.-
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-Claro, la hice yo.- Joe se levantaba y se miraba en el espejo.- Que mala pinta tiene este ojo.
Yo miraba la foto de cerca, era una foto que Joe me sacó con la cámara que le regalaron cuando cumplía 12 años. Era mi foto favorita y la había buscado por todos los rincones de mi casa. Me sorprendía mucho que tuviera una foto mía en su habitación. En medio de mi felicidad por haber encontrado aquella foto él me interrumpió.
-Mi madre me va a matar.- Seguía mirándose al espejo e intentando tocarse el ojo.
-No te toques.- Lo miraba desde detrás. Él me dedicaba miradas a través del espejo.- Eso te pasa por malote.- Salí de la habitación.
Esperaba que nadie me hubiera visto ahí con él y que no me hubieran visto salir de su habitación. Moriría de vergüenza. Una vez segura en mi habitación me tumbé en la cama y miré mi móvil. Joe me había hecho una foto mientras dormía y me la había mandado a snapchat. Salía horrible, con la cara arrugada, pero me pareció divertido. También había otra foto en la que salía él con cara de emoción y yo, otra vez dormida, decía 'Por fin duermo con una chica guapa después de tanto tiempo'. No le contesté, sólo sonreí.
