24; m i c h a e l

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    Habían pasado ya cuatro días desde que me habían golpeado los chicos del equipo de Calum y, bueno, no es que me moleste, pero él aún no hacía nada. Es decir, no esperaba que los golpeara de vuelta o algo así, pero... no lo sé. No sé qué esperaba en realidad, pero en definitiva no esperaba que se quedara de brazos cruzados. Por muy extraño que parezca, los imbéciles que me golpearon no le habían dicho a nadie aún que Calum y yo éramos gays y teníamos algo. Eso nos tenía a ambos muy sorprendidos. Sobre todo a Calum, quien ya se estaba haciendo la idea de ser el hazmerreír de la escuela. Eso me ponía un poco triste, sin embargo, no le decía nada.

    La profesora de inglés hablaba y hablaba mientras todos fingían ponerle atención. Estaba aburrido y en esa clase no estaba ninguno de mis amigos, lo cual hacía todo mucho más aburrido de lo que ya era. Estaba garabateando el nombre de Calum en mi cuaderno despreocupadamente cuando la voz de Marion me hizo dar un salto y a la vez cubrir la hoja como si mi vida dependiese de ello.

— Hacen una muy linda pareja. — dijo sonriendo.

— ¿Ah? — dije desconcertado.

— Hablo de Calum y tú. — murmuró, como si fuese un secreto del que no quería que nadie se enterase.

    Al parecer en mi cara podía notarse lo descompuesto que estaba a raíz de su comentario, porque ella se rió un poco, enseñándome esos perfectos y alineados dientes blancos.

— Tranquilo, nadie lo sabe, o sea, sólo yo. — habló.

— Genial. — murmuré y miré el pizarrón, preguntándome si Calum se lo había dicho o se había enterado gracias a Troy.

    No sabía qué responderle, me sentía perdido. Se supone que ella gustaba de Calum y no debería estar felicitándome por la linda pareja que hacemos. Ella debería estar muriéndose de envidia porque Calum me quiere a mí y no a ella. Caí en la cuenta de lo infantil que estaba siendo y me sonrojé por eso.

    El timbre sonó y todos se apresuraron a guardar sus cosas para largarse a casa, incluido yo. Vi a Marion salir del aula, con su crop top, sus tenis adidas y sus boyfriend jeans. Se veía tan malditamente bien, ¿por qué yo no podía verme así? Jalé con fuerza la mochila de la silla y la arrastré fuera del aula, enojado conmigo mismo por no ser como quería ser. Por no ser lo que Calum merecía.

    Vi a Calum junto a la puerta del aula de física y sentí cómo mi cara se transformaba al verlo allí con Marion, hablando placenteramente. Ahora que los miraba, juntos, ellos no parecían encajar. No, para nada. Dudé entre sí debía o no acercarme a ellos. No quería estorbar o hacer que el ambiente se pusiera extraño o tenso. Pero cuando Marion me apunto y Calum se giró con una linda sonrisa en su rostro comprendí, y me alegré, que estaban hablando sobre mí. Calum intercambió unas últimas palabras con ella antes de que Marion le sonriera y golpeara un par de veces su espalda, como si estuviera dándole ánimos y fuerzas. Luego de acercó a mí.

— Michael, bebé. — habló antes de estrujarme entre sus brazos.

— ¿Y eso? — dije cuando nos separamos. — Creí que, ya sabes, no querías que nos vieran juntos.

    Unas personas pasaron junto a nosotros, unas amigas de Taylor con las que hablábamos a veces, y el rostro de Calum palideció.

— ¿Es que dos mejores amigos no pueden abrazarse? — dijo alzando un poco la voz para asegurarse de que esas chicas lo escucharan.

    Me sorprendía que Calum fuese tan imbécil, pero lo que me sorprendía aún más era que ya ni siquiera me afectaba. Creo que había aprendido a no ilusionarme rápido con todo lo que tuviera que ver con Calum, porque un día me decía que me quería y que poco menos lo gritaría a los cuatro vientos, pero al otro día me hacía algo como esto. Era así y no cambiaría pronto.

uncovered gay; malumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora