Capítulo 1

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Me desperté a eso de las diez, un poco más temprano de lo habitual. Esta vez no fue ni papá ni mamá los que lo hicieron. Fue la más pequeña de la casa, Lasy, el labrador más dócil que había visto en toda mi vida (aunque precisamente pequeña no era, me llegaba hasta la cintura). Empezó a olfatearme los pies y hasta soltó algún que otro lametón.

-¡Lasy! Me haces cosquillas, para por favor -no pude evitar reírme, soy muy sensible a las cosquillas-. Anda, corre, ve con Paul -Lasy no obedecía a mis órdenes-. ¿Dónde está Paul? Búscalo, corre -ahora sí que me hizo caso y pude librarme de ella por un tiempo.

Me quedé un rato más en la cama, odiaba profundamente que mi mascota viniera a despertarme y más cuando estoy de vacaciones. Siempre solía cerrar la puerta de mi cuarto para que no ocurriera lo de esa mañana, pero por un motivo que desconocía, esa mañana estaba la puerta abierta de par en par. Pasaron unos diez minutos, no lo pude calcular del todo bien. De repente oí un extraño ruido que venía del pasillo y abrí los ojos que segundos antes tenía cerrados. Lo primero que me vino a la cabeza fue que Paul no le había dado el juego suficiente a la pequeñaja y ahora volvía a mí.

-Lasy, ya te he dicho que vayas con Paul.

Obviamente no obtuve respuesta, como esperaba. Pero volví a oír ese extraño ruido que había oído un par de minutos antes.

-¿Mamá? -sin respuesta-. ¿Papá? -nada.

Lo confieso, me empecé a asustar un poco, solo un poco. Un leve sudor me caía por la frente, no sé si era por el calor del verano, que aquella noche hizo muchísimo y encima se me olvidó de abrir la ventana, o porque de verdad estaba asustada pero mi cerebro no quería aceptarlo. Me quedé quieta, lo más quieta posible para no hacer ningún tipo ruido, respiraba lentamente para que quién-sea no me oyera. ¿Quién demonios sería? ¿Qué haría en mi casa? ¿Era un ladrón? Volví a oír el ruido todavía más fuerte. Pude identificar que era la madera del parqué que crujía. Los latidos de mi corazón podrían haberme delatado. Ahora sí que estaba asustada de verdad. Algo estaba viniendo hacia mi habitación y no sabía de qué se trataba. Me iba metiendo hacia dentro de la cama, haciendo de mis sábanas un refugio impenetrable. El ruido había llegado justamente hasta la puerta de mi cuarto. No podía ver nada de lo que ocurría fuera, tampoco lo intenté. Se me paralizó el corazón por unos segundos y apenas podía tragar saliva. Cuando mi corazón volvió en sí oí como el pie de aquella cosa que pronto reconocería se levantaba. Con el corazón que estaba a punto de salirme por la boca. Con una respiración que ya no me importaba si delataba que ahí había una persona. Con un miedo que creí no haber sentido nunca. Cerré los ojos lo más fuerte que pude. Estaba preparada para lo peor. Un enorme ruido inundó toda mi habitación y salté de la cama al menos medio metro. Mi hermano pequeño me había asustado, bueno, según él me estaba gastando una broma.

-¿Eres imbécil o qué te pasa? -grité tanto que todos los residentes de mi casa e incluso algunos de mis vecinos pudieron oírme perfectamente.

Se puso a llorar, no hay cosa más llorica que mi hermano de cinco años.

-¡¡¡Mamá!!! -gritó Paul con energía.

-¡¡Cállate!! -le respondí.

-¡¡¡Mamá!!! -volvió a hacer.

-¿Qué está pasando? -dijo mi madre enfadada, se le notaba que había corrido desde donde estuviera, una gota de sudor le había recorrido toda la cara.

-Es Paul, el muy tonto me ha asustado mucho -intenté defenderme.

-Pero no tienes motivo para insultarle -defendió mamá a Paul.

-Joder mamá estaba muy asustada, tú no sabes lo que ha pasado ¿vale?

-Que sea la última vez que dices joder en mi casa -me dijo mi madre muy enfadada-. Ya hablaremos tú y yo sobre esto de insultar a tu hermano -hizo una pausa, miró a Paul y revisó que no tuviera ninguna herida o moratón, a saber qué se creyó que le hice-. Ven Paul, vamos a jugar a fuera. 

¿Mamá...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora