Subí hacia el piso de arriba. Paul estaba en su habitación jugando desanimado con sus muñecos. Decidí ir al cuarto de mamá para ver si estaba despierta. No lo estaba. Papá se había estirado en la parte derecha de la cama, estaba mirando hacia la puerta.
-¿Querías algo? -dijo papá en voz baja.
-No -imité su tono de voz-. Bueno sí. Me voy. He quedado -mentí a papá, pero quería tomar el aire y estar sola.
-Está bien. ¿A qué hora tienes previsto volver?
-No lo sé. Ya te llamaré.
-¿Pero vas a cenar en casa?
-Seguramente sí.
Le di un beso a papá. A mamá la dejé en paz, no quería que se despertara. Salí de la habitación y cerré la puerta con cuidado de no hacer ruido. Me asomé a la puerta del cuarto de Paul y le dije que me iba para que no se asustara si me buscaba y no me encontraba. Acaricié el lomo de Lasy y se estiró en su cojín. La casa estaba tranquila y silenciosa. Cogí mis cosas y abrí la puerta de la calle. La cerré sin hacer ruido. Cuando salí de casa hice un gran suspiro, y era que, en verdad, tenía ganas de estar con Raúl, así que le envié un WhatsApp y le dije que si quería quedar.
Laura: ¿Puedes quedar? Necesito verte - 3 Jul. 15:12
Raúl: Por supuesto. ¿A qué hora? - 3 Jul. 15:12
Laura: ¿Te va bien ahora? - 3 Jul. 15:12
Raúl: Sí, claro - 3 Jul. 15:13
Laura: ¿Dónde? - 3 Jul. 15:13
Raúl: Ven a mi casa, estoy solo ;) - 3 Jul. 15:13
Laura: Ok :) - 3 Jul. 15:13
Me dirigí hacia su casa. Estaba contenta, íbamos a estar solos, cosa que no habíamos podido hacer des de todo esto de mamá. Pero también estaba preocupada por papá y Paul, estaban muy extraños últimamente.
La calle estaba vacía. Silenciosa. No sé si es porque era la hora de la siesta o porque nadie quería verme. Opté por pensar la primera opción. Se cruzó una pareja que iba con su hija. Se veían muy felices y me hicieron recordar aquella época en la que todavía no había nacido Paul, iban igual que como lo hacíamos mamá, papá y yo. Volví a quedarme sola. Pasó un gato que tenía pinta de ser sociable. Cada vez se me iba acercando más, hasta que me paré y me agaché para ver si quería unos cuantos mimos. Se me acercó tanto que empezó a acariciarse contra mis sandalias. Podía oír perfectamente sus ronroneos. De repente se quedó quieto, mirando hacia el más allá de la calle. Se quedó así un minuto aproximadamente. Le hice un silbido mostrándole un poco de cariño y entonces el gato volvió a frotarse en mis pies. Cuando ya llevaba un tiempo así, decidí acariciarle yo, hasta el momento no lo había tocado. Tengo mucho respeto a los gatos ya que des de pequeña me han transmitido miedo. Levanté mi mano y la acerqué poco a poco hacia su lomo. Cuando entré en contacto con su pelaje, se levantó y echó por su boca un gran bufido. Del susto me levanté rápido. Él salió corriendo a causa de mi espanto. Me quedé asombrada. Pensé qué había pasado pero no lo entendí muy bien. En teoría el gato estaba a gusto conmigo, o eso me pareció. ¿Por qué se comporto así? Ese hecho hizo que odiara más a los gatos. Miré el reloj, eran casi las tres y media. Hacía casi veinte minutos que había hablado con Raúl, así que me apresuré y fui a paso ligero hacia su casa.
Llegué. Fui a llamar al timbre de su casa pero vi un papel pegado en la puerta que decía que estaba abierto. Era su letra, la pude reconocer. Cogí el cartel y empujé la puerta. Efectivamente estaba abierta. Puse un pie en su casa y vi un camino de pétalos de rosa. Había de color blanco, rojo y rosado. La casa estaba iluminada solamente por velas. Todavía no veía a Raúl. Cerré la puerta, me adelanté un poco y entré en el pasillo por donde todavía seguía el camino de pétalos. Seguí y giré hacia la derecha, los pétalos entraban en una de las habitaciones. Entré. Era el cuarto de Raúl. La cama estaba llena de pétalos y de velas que iluminaban la estancia. Noté como unas manos frías me acariciaban la silueta del cuerpo. Me giré. Allí estaba él. Solo podía ver sus bonitos ojos azules que relucían a la luz de las velas. Nos quedamos abrazados.
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¿Mamá...?
ParanormalLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.