Mamá se lo llevó a jugar a la pelota. A ella no le gustaba, de hecho lo odiaba, ella y los deportes no eran muy buenos aliados, pero decía que solo lo hacía por él. Yo estaba todavía en estado de shock, no sabía todavía que es lo que había ocurrido exactamente. Muchas emociones vinieron a mí en muy poco tiempo. Pero mamá siempre hacía lo mismo, darle la razón a mi hermano pequeño, supongo que ese debe ser uno de los muchos inconvenientes que sufrimos los hermanos mayores. Mi madre dice que yo no me alegré cuando me enteré que iba a tener un hermano pequeño, de hecho sí que me acuerdo de una cosa que hice con once años. Cuando Paul tenía un año le corté el pelo por un capricho que tenía en ese momento, de mayor quería ser peluquera. Aunque le tuve un poco de envidia cuando nació y hace unos instantes le había gritado, yo siempre he querido, quiero y querré a mi hermano con todas mis fuerzas.
Pasaron unos minutos que tampoco pude calcular, si en verano tu reloj no coge polvo, es que algo estás haciendo mal. Decidí levantarme de la cama y asearme un poco. Empecé a pensar en Raúl, mi novio, en todo lo que íbamos a hablar en cuanto nos viéramos. Pero alguien picó a la puerta de mi habitación mientras me acababa de peinar de espaldas a esta.
-¿Sí? -tenía una sonrisa dibujada en la cara a causa de las fantasías que estaba teniendo con mi novio en mi cabeza. Se me borró ipso facto cuando me giré y vi que era mamá-. ¿Qué quieres? -dije enfadada.
-No te pongas así, es tu hermano y solo tiene cinco años.
-Estaba muy asustada. No sabes lo que ha pasado, si me dejaras que te lo explicara. Pero siempre que pasa algo entre Paul y yo le haces caso a él y después pasa lo que pasa -mamá notó mi enfado.
-Laura, ya tienes dieciséis años, eres suficientemente mayor como para enfadarte así -se dio la vuelta y salió de la habitación dejando la puerta casi cerrada.
Odiaba, pero es que odiaba, que mi madre me dijera eso: ya eres suficientemente mayor para esto, para lo otro y para aquello.
Al final el enfado se me pasó al volver con la fantasía con Raúl que había dejado a medias. Acabé de asearme y bajé al piso de abajo a desayunar. Eran las once y mi padre todavía leía el periódico en la mesa. Encima de esa había un café con leche sin terminar que empezaba a enfriarse y un plato de color verde claro con una ensaimada encima. Intuí, y no me equivocaba, que era para mí ya que era mi desayuno favorito. Me senté en la mesa y empecé a comer sin decir nada.
-¿Ya ni mi hija me da los buenos días? -protestó papá.
-Buenos días papá.
-Te veo desanimada, ¿por qué no te vas a dar una vuelta con tus amigos?
-Ya he quedado con Raúl.
-Raúl -dijo papá con un poco de mofa-. A ver cuando nos presentas a tu novio.
Nunca, nunca había dicho que Raúl era mi novio, pero se ve que los padres tienen poderes extrasensoriales para saber todo cuanto sea sobre su hija adolescente.
-¿Qué dices papá? Ya estamos con que es mi novio -mentí ruborizada-. Es solo un amigo.
-Sí, un amigo. Eso mismo decía yo a tus abuelos cuando quedaba con tu madre, es solo una amiga.
No quise seguir esa conversación y dejé que papá pusiera el punto final. Terminé de desayunar y ninguno de los dos dijimos nada. Los dos sabíamos que Raúl era mi novio, pero yo no quería que papá lo supiera de mi boca, y papá ni quería saberlo a ciencia cierta, ni que mamá se enterara.
Recogí todo lo que yo había ensuciado y algo más que había por ahí y no quería que papá lo recogiera y fui a mi cuarto para acabarme de arreglar. Al entrar estaba un poco mosqueada porque había descubierto que mi padre sabía lo de mi novio, pero al final no le di muchas vueltas, se me olvidó rápidamente. En esas cuatro paredes había un silencio que podría describirlo como incómodo. La ventana estaba cerrada y no corría ni una gota de aire. Me acerqué a ella y la abrí oblicua simplemente para descargar el aire que se había acumulado durante toda la noche. Había quedado con Raúl y me tenía que apresurar para prepararme. Pero oí el ruido de una hoja de papel fregando con el aire. Había un papel en mi mesa de escritorio a punto de salir volando a causa del viento que entraba por la ventana. Me acerqué para mirar qué era. Lo miré de reojo y me echó una pequeña sonrisa en la cara, era un dibujo de Paul. Un dibujo que se notaba que se había hecho lo más rápido posible y se notaba que lo había hecho un niño de poca edad, el típico dibujo infantil con todos sus tópicos. Eso sí, había una cosa que me llamó bastante la atención. En el papel aparecíamos los cuatro de la familia incluyendo a Lasy, cosa que no me sorprendió, pero en mamá había dibujada en su camisa un símbolo extraño, era una redonda y dentro tenía dibujados un cuadrado y un triángulo, uno encima del otro. Un detalle que en aquel momento no le di importancia alguna pero que en un futuro tendría que volver a recurrir a ese extraño símbolo.

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¿Mamá...?
ParanormalLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.