¿Mamá...?

Capítulo 15

Cogí el bolso, unos veinte euros y salí de casa muy decidida de lo que iba hacer pero con ojos por todos lados. Me fui a una tienda de antigüedades la cual siempre le había curioseado a mamá y siempre me decía que ahí vendían cosas muy bonitas a muy buen precio. En aquella tienda hay todo tipo de objetos de épocas anteriores a la nuestra. Hace unos meses vi un libro lleno de hojas en blanco con una portada muy curiosa. Parecía el típico libro de pociones del siglo XVI. Pensé que sería el lugar perfecto para escribir todo lo que me estaba sucediendo.

-Serán 12,45 € -me dijo la señora que estaba detrás del mostrador.

-Aquí tiene señora.

-Muchas gracias, hasta la próxima.

Ya tenía mi diario comprado, por cierto se me ha olvidado comentar que el libro se podía cerrar con un candado que estaba ligeramente oxidado adrede que le daba más misterio. Fui hacia casa ya que ya tenía lo que quería.

-¡Hola papá! -dije cuando llegué -pero como no, nadie respondió-. ¿Papá? -hice unos pasos hacia adelante lentamente-. ¿¡Papá!? -alcé un poco la voz.

-¡Laura! Estamos arriba -esa voz me hizo sentir segura, era papá.

-¿Dónde estáis? -dije subiendo las escaleras y desorientada en mi propia casa.

-En el baño -dijo Paul. Antes de ir para allá deje la bolsa con mi diario en mi habitación, después entré en el baño.

-Mira Laura -empezó Paul-, estamos haciendo la mudanza.

-¿Ya? -pregunté.

-Sí -este era papá-, creemos que ya va siendo hora de empezar, sino estaremos empaquetando cosas durante todo julio, y he quedado con el casero el día 16.

-De acuerdo, ¿os ayudo?

-Sí, tú si quieres ve a tu cuarto y ve empaquetando libros y todo lo que veas que yo no vas a utilizar hasta llegar a nuestra nueva casa.

Me fui a la habitación y abrí una caja que había en el suelo del pasillo. Pensé que no me iba a leer ningún libro y los empecé a poner todos bien ordenados en la caja en la que había escrito: libros de Laura.

Estuvimos toda la semana del 8 de julio empaquetándolo todo. No me dio tiempo a tocar mi diario, ni a salir con mis amigos, ni a salir de casa. Paul, papá y yo nos pusimos manos a la obra día y noche. Mamá se quedó en cama ya que no podía andar muy bien todavía. Fue una semana muy divertida, comíamos bocatas y todo el día juntos. Papá y Paul solían comer en el comedor, pero a mí me daba pena mamá y comía siempre con ella. Nuestras cajas ya estaban en el camión de la compañía que habíamos contratado. Teníamos previsto irnos el martes 16 de julio. Durante el lunes nos fuimos los tres, mamá se quedó en casa, ya usaba muletas pero todavía le costaba moverse, a pasar el día en un restaurante donde dan la oportunidad a los clientes de bañarse en una bonita piscina. Cuando llegamos a casa cenamos unas pizzas que habíamos encargado. Durante esa semana no pasó nada sobrenatural, así es cómo me refería cuando pensaba en las cosas que me estaban sucediendo des del accidente de mamá. Ese día nos fuimos todos a dormir con la ilusión de que al día siguiente íbamos a ir a una casa nueva, y con desilusión por dejar atrás la casa de toda nuestra vida.