Miércoles 17 de julio
Durante el día de hoy han pasado cosas muy extrañas, y quiero dejarlas escritas en mi diario, que para eso está. Son las 18:57 y estoy muy asustada, algo ya normal en mí. Hacía tiempo que no me topaba con él...
Hoy me he levantado a las doce y media, y me hubiera despertado más tarde sino me hubiera dejado de correr las cortinas de la ventana. De hecho he estado muy cansada durante todo el día porque ayer estuve hasta las cinco de la madrugada poniendo al día mi diario. No ha sido nada fácil recordarlo todo con exactitud, pero al final lo he conseguido. Empecé a escribir des del día que empezó todo, a ver si ahora puedo estudiar con cautela lo que estoy viviendo.
Esta mañana no tenía muchas ganas de desayunar, creo que los fideos de anoche me empacharon, pero he cogido una manzana para ver si los dolores de mi barriga disminuían durante el día.
-¡Te he encontrado! -he oído mientras mordía mi pobre desayuno. Era Paul, estaba jugando al escondite con Lasy, sí, con Lasy.
-¿Qué haces Paul? -le he dicho.
-Estoy jugando al escondite, pero Lasy no es muy buena en esconderse. Pero ya me gusta, así siempre gano yo -esta frase me la ha dicho un poco desanimado, se le veía en la cara.
-No tienes por qué jugar con Lasy al escondite, te dije ayer que jugaría yo contigo -he intentado animarlo.
-Sí, pero estabas durmiendo y no quería despertarte.
-Y has hecho bien pequeñajo, has hecho muy bien -le he rascado un poco la cabeza mostrándole cariño.
Después de reírnos un poco de la broma que le había hecho, le he dicho que se esperase a que acabara de desayunar que después jugaríamos los dos juntos.
-Espera un momento, ahora vuelvo -le he dicho al terminar, quería ver a mamá, hacía mucho que no la veía.
He ido a su habitación y he llamado a su puerta.
-Adelante -ha dicho una voz que venía des de dentro.
He abierto la puerta para no hacer mucho ruido, no quería estorbarla. Pero luego he visto que se estaba arreglando y no he tenido el mismo cuidado a la hora de no hacer ruido.
-¿A dónde vas? -he querido saber.
-Voy al médico.
-¿Qué te pasa?
-Nada, es tan solo una revisión.
-¿Te va a llevar papá?
-No, en el hospital me dijeron que era mejor que anduviera un poco y quiero pasearme por el monte.
-¿Quieres que te acompañe? Has de andar por el campo y no me gusta.
-No, ni hablar, tranquila, solo son veinte minutitos andando, que me irán muy bien. Tú ahora tienes que ayudar a papá con todo el tema de la mudanza, yo no voy a poder ayudar, mi espalda y mi pierna no están para dar mucho trote.
-Vale, pero si te pasa algo no dudes en llamarme.
-Descuida, llevo mi móvil en el bolso.
Cuando ha salido de su cuarto he ido con ella hasta la puerta y la he despedido. Al cerrar la puerta he dicho:
-¡Paul, ya estoy!
-¡Voy! -he escuchado una voz que venía de la sala de estar.
-¡La paras! -le he gritado a Paul.
-¡¡Noooo!! No vale.
-¡La paras! -me he empezado a reír de él, de broma.
-Vale, pero solo vale dentro de casa, fuera no -Paul ha puesto las normas.
-De acuerdo. Venga, cuenta hasta treinta.
-¡Allá voy! Treinta... -empezó la cuenta atrás.
¿Dónde podía esconderme? Veintinueve. ¿No sabía dónde hacerlo? Veintiocho. No me conocía bien la casa, veintisiete, como para encontrar un buen sitio, veintiséis. El tiempo no hacía más que correr, veinticinco. Paul cada vez contaba, veinticuatro, más rápido. Los nervios, veintitrés, empezaban a apoderarse de mí, veintidós. He decidido hacérselo fácil, veintiuno, y me he escondido en la sala de estar, veinte, detrás del sofá. Después he pensado, diecinueve, que sería más fácil que, dieciocho, cuando estaba jugando con Lasy, diecisiete. Así que he entrado en el baño, dieciséis, de la habitación de mamá y papá, quince. Allí no había nadie, catorce, y todavía estaba vacío, trece. Me he escondido en uno de los armarios, doce. ¡Ese era el escondite! Once. Solo quedaban diez segundos, estuve escuchando la cuenta atrás en silencio, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, éste último lo ha dicho más fuerte que el anterior, igual que los dos últimos. Dos. Uno.
-¡¡Ya!! -he escuchado que Paul gritaba con todas sus fuerzas-. Espero que te hayas escondido muy bien -también he podido oírlo, un poco más flojo.
Mi respiración era cada vez más lenta, no quería que Paul me oyera. Reconozco que he tenido un poco de miedo y la claustrofobia casi me domina, pero he podido ganarla. Cuando pensaba que Paul ya se había rendido, he oído que alguien abría la puerta del cuarto de baño que anteriormente había dejado medio cerrada. Paul me iba a pillar y he intentado respirar solo cuando mis pulmones lo precisaban. Eran unos pies pastosos, el mismo ruido de cuando estaba debajo de la cama de mamá y papá era el que he oído y el que me ha hecho cambiar mi cara por una de espanto, otra vez a vivir la misma historia.
Era el mismo sonido repugnante. Me ha empezado a venir un olor extraño, y era el mismo que olí la otra vez. A huevos podridos. He escuchado cómo se abría el armario totalmente idéntico al que estaba yo escondida, pero que está a la derecha de este. Y un fuerte golpe me ha avisado de que se había cerrado. Los peculiares pasos se han vuelto a oír, pero esta vez se iban alejando cada vez más. He estornudado, lo había estado aguantando durante unos cortos segundos, pero no he podido aguantar más. Me he imaginado lo peor. Los pegajosos pasos se han detenido, mis pulmones no han tenido la oportunidad de coger aire y los pasos han vuelto a la marcha. Por sorpresa, se han ido y no han venido hacia mí, el sonido se ha desvanecido en el aire.
Mi respiración ha vuelto a la normalidad. He notado cómo una bocanada de aire llenaba mis dos pulmones por completo. Con todo y con eso, me costaba respirar por el fuerte olor a barniz que respiraba allí dentro. Como mi asfixia ha ido aumentando cada vez más, he decidido salir de mi escondite y asomarme a una de las ventanas de la habitación. Aunque estamos en verano ha corrido aire durante todo el día y eso lo he agradecido. Ahora sí que ya podía respirar norm
Jueves 18 de julio
¡Ya no aguanto más! ¡¡Me voy a volver loca!! Tengo que contar todo esto a alguien...

ESTÁS LEYENDO
¿Mamá...?
Siêu nhiênLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.