-Es un poco difícil de explicar -continué.
-No nos asustes Laura -dijo Ferrán.
-No, no hace falta que os preocupéis, no es nada malo. Bueno...
-¿Bueno que? -dijo Pablo-. ¿Ha ocurrido algo?
-De momento no.
-¿Cómo que de momento no? Me estás asustando cariño -pronunció Raúl.
-A ver, que no me va a pasar nada malo. Solamente que des del accidente de mi madre en casa estamos un poco tristes. Sobre todo Paul.
-¿Y? -interrumpió Pedro.
-¡Tú! ¡Déjala hablar! -dijo Ferrán.
-Pues que hemos decidido que nos vamos a mudar.
-Aquí tenéis las cervezas y la coca-cola. ¿Queréis algo para picar? -el camarero interrumpió la conversación, Marc dijo que no queríamos nada de comer. Un silencio invadió la mesa, al menos unos cinco minutos sin decir nada. Hasta que Pablo rompió ese silencio tan incómodo.
-Oye, pues qué bien. Así cambias un poco de aires.
-Sí -dije con voz bajita.
-Sí, seguro que estarás de puta madre -se animó Marc a la conversación.
-¿Y adónde os vais a mudar? -preguntó Pedro.
-A la montaña, en un pueblo que está a quince minutos de aquí.
-A pues qué bien. Podremos ir a verte cuando queramos en coche -dijo Ferrán.
-Sí, muchas gracias chicos por apoyarme -dije un poco desanimada.
-No hay de qué -dijo el último que había hablado.
Todos me habían apoyado menos Raúl, no dijo nada mientras nosotros estábamos hablando. ¿En que debería estar pensando? Decidí hablar con él.
-Raúl, ¿te vienes a hacer un piti?
Cuando nos decíamos eso, queríamos decirnos que queríamos hablar. Se levantó de la silla sin decir nada y se dirigió hacia donde siempre fumábamos y hablábamos de nuestras cosas. Se adelantó bastante, yo todavía no había cogido el tabaco y él ya estaba allí.
-Qué raro chicos. ¿Qué le debe de pasar? -intenté averiguar algo con mis amigos pero todos hicieron gestos de incomprensión-. Voy a ver qué le pasa, ahora vuelvo.
Me alejé de ellos y me acerqué donde estaba sentado mi novio. Le ofrecí un cigarro y sin decir nada se sirvió uno. Se lo encendí y empezó a hacer una calada. Yo me cogí otro. En ese momento lo necesitaba, no sé qué le pasaba pero estaba muy confusa. Así que me encendí uno e hice dos caladas seguidas. Nos estuvimos callados un buen rato mirando al cielo, se había hecho de noche más rápido de lo normal y se podían ver las estrellas. Ya nos habíamos fumado medio cigarro, así que decidí romper ese estúpido silencio.
-¿Qué te ha pasado? ¿No te ha gustado mi noticia? -no obtuve respuesta alguna. Él siguió mirando al cielo y fumando. Me empecé a cabrear-. ¡Bueno ya está bien! -le grité-. Pensé que serías el primero que me apoyaría en todo esto. No sabes lo difícil que ha sido para mí tomar esta decisión -me quedé muy a gusto al decir esas palabras. Me estaba hartando de que no me hubiera dicho nada des de que había revelado mi noticia.
-Eres una egoísta. Solo piensas en ti y en tu familia. ¡Estoy harto de ti!
-¿Qué? ¿Egoísta yo? Ahí te has pasado Raúl. Pero es que mucho. ¿Sabes qué? Estuve un día enfadada con papá y Paul porque no quería irme por ti. Se enfadaron conmigo porque yo había pensado en ti. Pero claro, soy una egoísta que solo pienso en mí.
Estaba muy enfadada en ese momento, me puse de espaldas a él y me fui a coger mis cosas de la mesa. Me fui sin despedirme de nadie. Fui andando hacia casa sin creer lo que había pasado. Nuestra relación de cuatro meses a la mierda porque dice que soy egoísta. ¿Egoísta yo? Todavía no llegaba a entenderlo.
Estaba en una calle, faltaban unos cinco minutos para llegar a casa, o eso pude calcular en medio de mi enfado. Estaba todo oscuro, serían las ocho o así, no lo sabía, había oscurecido más temprano de lo normal. No podía ver casi nada, solo la luz de una farola que se iba encendiendo y apagando. Empezó a chispear, mi madre había tenido razón con los picores de su pierna. Ahora sí que no podía ver nada. Estaba lloviendo y solamente había la luz de una farola que se iba encendiendo y apagando a intervalos de escasos segundos, provocando así que yo me asustara. Y encima me estaba congelando. Y encima me había enfadado con Raúl. No podía con mi alma. Seguí caminando como pude y la farola se estropeó del todo. La lluvia aumentaba y el frío se me calaba en el cuerpo. Noté unas manos que me acariciaban el cuerpo por atrás. Me transmitieron seguridad porque pensé que mi novio venía a pedirme perdón, pero cuando me giré para ver quién era, las manos desaparecieron. Volví a girar para seguir mi camino y un ser extraño y feo había aparecido ante mí. No me corté en gritar lo más alto que pude. Cerré los ojos y me eché al suelo con la esperanza de que desapareciera. Tenía mis dos manos en la cara, tapándome los ojos para no ver absolutamente nada. Los entreabrí para ver si seguía allí aquella cosa extraña, y como mi suerte durante esos días no estaba de mi parte, me lo volví a encontrar de cara. Me asusté y grité otra vez. Estoy alucinando pensé. Acabo de ver un fantasma, me dijo mi cerebro. Pero no, porque yo no creía en los fantasmas, no existen. Dejé de suponer qué era aquella cosa tan extraña que no pude estudiar con detenimiento por sus apariciones esporádica. Volvía a tener las manos en mi cara. Las abrí de nuevo y ya no estaba. No sabía qué hacer en ese momento. Estaba completamente mojada por la lluvia, estaba tiritando de frío. Me levanté del suelo mojado y empecé a caminar con las piernas un poco temblorosas y con los ojos humedecidos y cristalizados. Creo que solté alguna que otra lágrima que se mezcló con la lluvia.
Por fin conseguí llegar a casa. Aquellos cinco minutos que había calculado anteriormente se me hicieron eternos. Estaba trastornada. Había cogido las llaves de casa antes de irme, pero estaba demasiado débil como para cogerlas e introducirlas en la cerradura. Así que solo tuve la opción de tocar el timbre. De aquella noche solo me acuerdo hasta allí. Recuerdo que me enfadé con Raúl, recuerdo que empezó a llover y recuerdo que vi a un ser monstruoso en medio de la calle que casi me dio un infarto al verlo. También recuerdo que toqué el timbre y quedé desmayada delante de la puerta.

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¿Mamá...?
ParanormalLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.