-Querida familia y amigos. Sé que en estos momentos todos estamos atravesando por una gran pena por la pérdida de nuestro gran amigo que nos ha dejado para partir a un nuevo mundo -empezó el cura la ceremonia-. Cuando perdemos a un ser querido, nuestro corazón se llena de un inmenso vacío y de una profunda tristeza al saber que no volveremos a ver a esa persona. Sin embargo, pese a la tristeza que hoy nos invade, debemos comprender que nuestro amigo ahora se encuentra mucho más cerca de nosotros, ya que la muerte es sólo un camino que nos dirige a un lugar mejor -fue en ese momento cuando Laura empezó a echar todas las lágrimas que pudo.
«Dejemos la tristeza a un lado y sintámonos felices por nuestro amigo y por todo lo que él fue en vida mientras estuvo con nosotros, pues desde donde se encuentra nos estará cuidando y observando. Debemos saber que nuestro amigo no se ha ido de nuestro lado para siempre, está descansando en paz y seguirá viviendo en nuestros corazones. Quiero expresar mi más sincero pésame y mis más profundas condolencias a todos ustedes. Que estos momentos tan duros, os sirvan para uniros como familia -el cura recitó unos versículos de la biblia y dio por finalizada la ceremonia.
Un mar de lágrimas inundaba el cementerio. Los familiares y amigos del fallecido no podían todavía llegar a entender todo lo sucedido. Al finalizar el acto, los dos supuestos culpables fueron rápidamente esposados por dos policías que vigilaban el sepelio.
-Laura, todo va a salir bien -le dijo Raúl-. Solo tú y yo sabemos la verdad, vamos a salir de esta, ya verás, te lo prometo.
-Nos están tomando por locos, yo ya no puedo luchar más.
-Tenemos que hacerlo, por Pablo -acabaron la conversación que habían tenido en el coche patrulla antes de que llegaran los agentes.
Laura y Raúl habían sido detenidos tres días antes como principales sospechosos del asesinato de Pablo Fernández. Cuando la policía, avisada por los tres chicos que habían huido esa noche, logró penetrar en el cuarto de baño no había monstruo, solo se encontraron a Pablo yacido en el suelo con un hacha carnicero clavada en la zona inferior de su pecho izquierdo, ligeramente desplazado hacia el centro. Lo primero que hicieron fue esposar a los únicos que había allí, les dijeron que tenían derecho a guardar silencio y también, derecho a un abogado.
Según el forense, la muerte fue rápida e indolora, dentro de lo que se trataba. Los investigadores del caso hallaron huellas dactilares de Raúl en el hacha, él se defendía diciendo que era de su casa y que era normal que hubiera huellas suyas, pero los policías solo le respondían que todo lo que dijera podía exponerse en su contra en un futuro juicio. También gritaba a voces mientras se lo llevaban esposado que Laura no tenía nada que ver, pero obtuvo la misma respuesta que con la otra mención.
El juicio estaba datado para el día 29 de Julio, tres días después del entierro de Pablo. Hasta la fecha los dos debían permanecer encarcelados. Los dos sospechosos se separaron al llegar a prisión. Raúl, antes de bajarse del coche patrulla, le dio un fugaz beso a Laura antes de que el policía que iba de copiloto lo cogiera del brazo de una manera brusca, apenas pudieron saborear los labios del otro.
Laura, siendo aún menor de edad, la trasladaron a un centro de menores muy cerca de la prisión dónde se encontraba su novio, aun así no podían comunicarse mediante ninguna vía.
Los dos pasaron muy malos momentos y deseaban que aquellos tres días acabaran lo más rápido que podría ser para volver a sus respectivas casas y despertar de esa horrible pesadilla.
Raúl, en prisión, estaba convencido de que solo iba a tener que estar esos tres días hasta que llegara el juicio, pero no tenía la menor idea de que iba a residir más tiempo del que él esperaba.

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¿Mamá...?
ParanormalLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.