Me quedé como unos dos o tres minutos mirando el símbolo que había dibujado. Me era muy familiar. No sé dónde pero lo había visto en alguna parte. Lo único que se me ocurrió fue hacerle una foto con el móvil. Me quedé mirándolo otros tantos minutos. Hasta que de repente, las luces del comedor se cerraron de golpe. Respiraba muy lentamente para no hacer ningún tipo de ruido, aunque los electrodomésticos, que todavía estaban en funcionamiento, ya lo hacían por mí. Una leve lluvia empezó a caer. Las luces se volvieron a encender, pero el símbolo que estaba dibujado en la ventana ya no estaba, se lo había llevado el agua que caía fuera. Intenté recordar todo lo que había pasado, pero no pude organizar los hechos con precisión. Me quedé quieta. ¿Qué podía volver a pasar? No lo sabía. Todos los electrodomésticos de la planta baja se habían activado y tuve la idea de desactivarlos. Apagué el televisor, el horno y el microondas. La batidora y el exprimidor estaban funcionando, también las apagué. Al cabo de unos diez minutos o algo así, todo estaba en orden. Me sorprendió que nadie bajara a ver lo que había pasado, los electrodomésticos habían hecho un ruido espantoso. Pero no le di mucha importancia en ese momento. A lo que sí que estaba atenta era a lo que podría suceder. Por suerte, no sucedió nada más fuera de lo normal. Todo y con eso, estaba muy asustada. Me fui a dormir creyendo que podría olvidarlo todo con un profundo sueño. Así que subí las escaleras de puntillas. Llegué a la habitación, me puse el pijama y me metí en la cama rápidamente.
Me desperté a eso de las nueve porque había tenido una pesadilla. Estaba en un pasillo con paredes de color verde claro y el suelo de madera. Empezaba a andar y yo no podía avanzar. Me desperté muy agobiada. Me estabilicé un poco e intenté dormir un poco más. Sabía que no lo conseguiría, pero no perdía nada en probarlo.
-¿Hija? -me levanté de un bote de la cama. Era mamá.
-¿Mamá? ¿Qué haces aquí? Te he dicho un millón de veces que no te muevas de la cama.
-Tú tranquila que ya soy mayorcita, ya sé lo que me hago. Solo venía a preguntarte que pasó anoche que oí mucho jaleo abajo y como papá se subió a la habitación, supuse que eras tú. ¿Ocurrió algo? -la ayudé a sentarse al filo de mi cama.
Aquí paré a reflexionar. Al levantarme pensé que todo lo del jardín había sido también parte del sueño. Pero entonces al preguntarme eso mamá supe que lo había vivido de verdad y decidí contárselo todo.
-¿Puedes enseñarme el símbolo? -dijo mamá. Yo la miré confusa-. La foto que hiciste con el móvil. ¿Me la enseñas?
-¡Ah sí! Por supuesto, no entendía lo que me decías -busqué en el móvil la galería de fotos, seleccioné la última que había hecho y se la enseñé a mamá-. Toma -se quedó observando el móvil e hizo una cara rara-. ¿Pasa algo? -pregunté.
-¿Dónde está el símbolo?
-¿Cómo que dónde está el símbolo? Aquí -señalé en la foto las ventanas. Pero no podía creerlo, el símbolo no estaba-. Mamá te juro que había un símbolo.
-Pues yo no lo veo cielo.
-Te lo juro -le supliqué.
-A ver, tranquilízate, ¿cómo era el símbolo?
-No, no me acuerdo muy bien. No lo pude ver con claridad, estaba muy asustada. Es por eso que hice la foto, para poder examinarlo con posterioridad. Era como, era una redonda y dentro tenía un garabato dibujado.
-¿Una redonda con un garabato dentro?
-Sí -de repente me vino a la cabeza. El dibujo de Paul. Era el mismo símbolo que había dibujado él en el dibujo que me regaló-. Espera y verás -fui a descolgar el dibujo del corcho pero cuando se lo fui a dar a mamá me descoloqué. No estaba. El símbolo que había visto dibujado en la camisa de mamá no estaba.
-¿Qué tengo que ver?
-Nada mamá, nada. Supongo que me imaginé lo del dibujo en los cristales. Estaba confundida por lo que había pasado.
-Pues seguramente.
-Pero todavía no encuentro una explicación razonable para entender lo que pasó con los electrodomésticos.
-Debió ser el viento que tocó algún cable de fuera e hizo que se encendiera todo de golpe, ya sabes que estas casas tienen muchísimos años, están que se caen a trozos -mamá me dio una respuesta poco creíble, pero no le di más vueltas.
La levanté de la cama y marchamos hacia su habitación. Yo me aseé y me vestí. Hice la cama y dejé todo el cuarto bien recogido. Tenía hambre. Había cenado muy poco la noche anterior. Así que bajé las escaleras para desayunar, papá y Paul estaban sentados en la mesa del comedor.
-¡¡Buenos días!! -exclamé con alegría. Nadie me dijo nada, ni tan solo me miraron-. ¿Qué son esas caras? ¡Animaos! -nada-. Ayer estuve reflexionando y quiero que nos mudemos.
Paul me miró y dio un salto de la mesa.
-¿En serio? -dijo chillando-. ¿Quieres que nos mudemos?
-Por supuesto. ¿Quién no quiere pasar una temporada en el campo? Haremos muchas excursiones enano, así que ya te puedes ir poniendo en forma -Paul me gritó en el oído de emoción.
-Venga Paul, recoge todo lo tuyo y ve arriba a jugar. Ahora voy yo -le ordenó papá. Recogió su desayuno haciendo saltitos de alegría. No lo había visto tan feliz desde el accidente de mamá. La verdad es que le había venido muy bien esa noticia-. ¿Y este cambio de opinión? -me dijo a mí cuando Paul se marchó-. Creí que nos íbamos a mudar a la "puta" montaña.
-Oye, ¿qué pasa? Pensé que esto era lo que querías.
-Por supuesto que sí, anda ven aquí -se levantó de la mesa y nos abrazamos.
-Vamos a empezar una nueva vida -anunció papá.
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¿Mamá...?
ParanormalLa vida de Laura cambia completamente tras un accidente casi mortal que sufre su madre. A partir de aquel día la protagonista va a tener que enfrentarse a criaturas en las que nunca había creído. Los fantasmas.