Capítulo 22

34 6 1
                                    

Kevin apareció detrás de mí.

- ¿Tu novio? - murmuró divertido.

- Eh, no, este... Sólo mi amigo - respondí algo sorprendida.

Él se cruzó de brazos con una sonrisa burlona.

- Claro, y yo tengo 10 chicas rogando por ser mis novias. - él sacó su teléfono y me enseñó la pantalla - oh, mira, justo como siempre. Ninguna notificación.

No pude soportarlo y reí como nunca.

Él también empezó a reír.

- Entonces - dijo controlando su respiración un poco luego de reír tanto - Tú y Logan ¿Que son?

Mi gran sonrisa desapareció lentamente y mi rostro volvió a tener una expresión neutra.

- No lo sé - murmuré

Él me dio una cálida sonrisa.

- Cuando lo averigües, recuerda que puedes confiar en mí.

Sonreí de la misma forma.

- Gracias.

Él hizo una reverencia algo estúpida con una sonrisa burlona.

- Ya sé que soy genial - se echó a reír - bien, no lo soy, pero no importa.

Sonreí.

Kevin realmente si era genial y me atrevo a decir que también muy guapo.
Sus ojos eran verdes mezclados con marrón claro, sus labios tenían una sonrisa amable que los hacían ver muy lindos, su cabello rizado parecía tomar una buena forma por si solo. Era de una buena estatura, ni muy alto ni muy bajo y al parecer tenía la costumbre de mantener las manos en sus bolsillos.

- Uh, ¿Pasa algo? - preguntó moviendo sus manos frente a mi cara mientras sonreía divertido.

Mis orejas se pusieron un poco rojas.

- Ah, no, solo ajustaba un poco los planes para esta noche - intenté sonreír con confianza y tuve éxito.

- Bien, busquemos a Ane y hablemos sobre eso - él sonrió y se dio la vuelta para volver con nuestro grupo.

Yo lo seguí con una expresión neutra y aires altaneros, debo mantenerme segura de mi misma, si un capitán no demuestra seguridad lo sacarán de su puesto o no le obedecerán. Simple.

- Tenemos 10 minutos antes de partir, quiero que se sienten todos en aquella mesa, discutiremos la estrategia, ya - ordené rápidamente intentando poner un poco de amabilidad en mi mirada.

Estaban realmente muy nerviosos así que pedirles que hicieran silencio no fue necesario. Apenas estuvimos todos sentados comencé a explicar mis planes y estrategias. Para cada posibilidad tenia al menos dos soluciones ya que toda nuestra jugada estaba basada en suposiciones, adivinar con exactitud lo que harían los otros dos equipos es imposible.

Kevin y Ane también dieron sus estrategias, eran bastante buenos, no podría negarlo.

Una campana sonó y mis nervios se dispararon. Tenia ganas de vomitar y no podía hacer que mis manos pararan de temblar, mis pensamientos rebotaban de un lado al otro en mi cerebro, intentaba mantenerlos organizados y pensar fríamente pero no lo lograba. Necesitaba musica, necesitaba llevar un compás, necesitaba que mi corazón latiera al ritmo de la musica y así dejaría de latir como si en cualquier momento fuera a explotar, pero escuchar musica en este momento me haría perder la concentración total del juego.

- Acerquense capitanes - dijo una señora de cabello canoso, aunque tenia un rostro muy joven, estaba sentada en una mesa junto a la profesora Batista y junto a otro señor de unos 40 años.

Kevin me dio una cálida sonrisa y me acerque a la mesa.

Los otros dos capitanes eran chicos. Altos y con aires de astucia, tenia que remarcar que yo no era débil a su lado así que adopte sus aires astutos y de confianza.

La señora de cabello canoso nos observo detenidamente e hizo una mueca.

-¿Y estos vagos son nuestros capitanes? - murmuró a los otros dos profesores y estos rieron.

Los otros dos chicos se notaban igual de ofendidos que yo y uno de ellos no se contuvo.

- ¿Y estos vejestorios son nuestros jueces? - murmuró hacia el otro chico y hacia mí.

Él llevaba un gorra negra que aplastaba lo que parecía un alborotado cabello negro y lacio, una linda sonrisa burlona y recargaba su peso en una sola pierna.

La profesora Batista se vio ofendida y no pude contener una carcajada.

El hombre se aclaró la garganta.

- Creo que no nos expresamos correctamente. Sólo estábamos un poco... Sorprendidos de que alumnos con comportamientos tan "resaltantes" tomarán la tarea de guiar a un equipo.

El otro chico hizo una mueca.

- ¿"Resaltantes"? - preguntó.

Tenía ojos de un azul muy claro y cabello negro azabache y azul, también tenía un piercing en su labio inferior y una piel pálida.

- En todo caso, no estamos para discutir sus actitudes - dijo el señor evadiendo la pregunta del chico y nos entregó un mapa a cada uno - tienen dos minutos, luego soñaré un silbato y deberán ubicarse en su área, cada área tiene una bandera con sus nombre, después tendrán otros dos minutos y sonará una campana que dará inicio al asalto ¿Entendido?

Los tres asentimos sin mucho ánimo y pusimos atención a nuestros mapas.

- Retirense - ordenó el hombre y nos quedamos en nuestro lugar.

El hombre gruñó y hablo entre dientes.

- Si así lo desean pueden retirarse.

Los tres nos echamos a reír y nos fuimos con nuestros respectivos equipos.

Explique a mi equipo la ruta que tomaríamos y note que uno de los equipos estaba al otro lado del río.

Dividí mi equipo en tres grupos y cada uno iría con un capitán. El grupo de Ane tomaría la defensa de nuestra bandera, el grupo de Kevin tomaría la captura de la bandera al otro lado del río y mi grupo la que estaba al otro lado del bosque.

El silbato sonó y salí corriendo con mi equipo como almas perseguidas por Satán. No nos veíamos nada valientes o geniales corriendo, no dábamos esa clase de imagen, dábamos más la imagen de unos dementes huyendo del manicomio.

Cuando llegamos a nuestro lugar de inmediato nos separamos en tres grupos y esperamos.

Sonó el segundo silbato y dos grupos corrimos lejos mientras Ane se mantenía dando órdenes a su grupo.

Hasta ahora el plan A podía ser ejecutado así que los pusimos en marcha, era simple, una parte de mi grupo entraría por la derecha del área del otro equipo y tomarían a algunas personas ocupando sus puestos brevemente, cuando notarán esto irían por ellos y nos daría tiempo para enviar a una persona que sería el segundo señuelo, si esté no era atacado entonces procederíamos a tomar la bandera y huir como cobardes.

Más De Un CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora