Verona

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Al fin ha llegado el momento. Vería a Ezra. Les dije a mis padres que iría a la biblioteca y me quedaría todo el día allí.
Escojo un vestido corto blanco con temática animal print, unas sandalias negras, y unos aros largos.
Me aplico máscara de pestañas, delineador, y un gloss del mismo color que mis labios y ya estoy lista.

Habíamos quedado en encontrarnos donde nos cruzamos la otra vez, en el banco con vista al canal.

Llegué unos pocos minutos antes de la hora que habíamos acordado, así que me senté a esperarlo.. Estaba ansiosa, quería verlo, me hace bien.

-Hola preciosa- dijo una hermosa voz masculina detrás de mi, que reconocí al instante. Me volteé y sonreí sin poder disimularlo ni un poco.
-Buenas noches, guapo.-dije divertida
-Noches? Tan tarde llegué?- dijo haciendo puchero. Calma Aria, no te lances a su boca, no lo hagas..
Dije que no lo hagas.
Fue su culpa.

••••••••••••••••
Llegamos a Verona, y nos dirigimos a la casa de Romeo y Julieta. Nunca había estado aquí, es maravilloso!

-Ezra, todo esto es increíble. Este lugar es genial! - dije mirando hacia todos lados, tratando de captar todo lo propio del lugar.

-Tu lo eres.- me volví sobre mí, y pude ver como tenía los ojos fijados en mí. Un calor subió por mis mejillas, haciendo que me ruborizara.

-Tu también lo eres- dije, acortando la distancia entre nosotros, hasta quedar a unos pocos centímetros de él. Me acercó hacia sí, agarrándome por la cintura, hasta quedar completamente juntos. Ambos acercamos nuestras bocas hacia la del otro, introduciéndonos en un intenso beso. Wow, Ezra, tu que sabes hacerlo.

Nos despegamos del beso, ambos con una sonrisa, pero una imagen me sacó de la escena. Mis padres estaban aquí.

No, no, no. Qué hacían ellos aquí? Me habrían visto? Se están dirigiendo hacia aquí!
Comenzaba a ponerme nerviosa, mis manos sudaban, y mis piernas parecían gelatina. Qué debo hacer? Piensa Aria, piensa. Debía salir de allí en ese mismo momento, pero no podía decirle a Ezra.

'Hey, Ezra, sólo tengo 16 años, y mentí a mis padres para verte. Por cierto, ellos acaban de llegar, así que debemos escaparnos. No pueden vernos juntos.'

Definitivamente no. No era una buena idea. No sonaba para nada bien.

-Ezra.. Me siento un poco mareada, podemos ir a otro lado con el auto? Necesito sentarme.-mentí.

-Si, claro, ven.- me agarró el brazo, para ayudarme a dirigir mi 'débil cuerpo' hasta su auto.

En el momento que llegamos, él abrió la puerta, ayudándome a entrar.

-Estás bien Aria? Qué tienes? Necesitas algo? Quieres que te lleve al hospital?- me dijo con cara de preocupación. Se podía notar por como juntaba las cejas y miraba con los ojos medio-tristes. Es tan lindo asustado.

-enumere- Uno: Si. Dos: Sólo es un mareo. Tres: Mm, quizás me vendría bien un vaso de agua, o algo para beber. Y.. Cuatro: No! Detesto los hospitales, además no es nada raro, enseguida se me pasará.- dije, dedicándole una sonrisa que intentaba transmitir tranquilidad.

-Está bien...- dijo dubitativo, como pensándolo- qué te parece si vamos a por un café y algo para comer?

-Me parece una idea genial- dije, y los dos sonreímos.

El Chico de VeneziaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora