Brownie

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-Está bien...- dijo dubitativo, como pensándolo- qué te parece si vamos a por un café y algo para comer?

-Me parece una idea genial- dije, y los dos sonreímos.

Ezra arrancó su auto y emprendimos viaje. Durante el transcurso de éste, no pude mirarlo a los ojos en ningún momento, estaba muy nerviosa por el hecho de que le había mentido. Aún no comprendo qué hacían mis padres en el mismo lugar en el que yo estaba con Ezra, y en el mismo momento. Y si me habían seguido? Y si sólo fue coincidencia? Y si me habían visto? Y si me habían visto con él? Y si me habían visto besándolo? Probablemente lo descubriría en cuanto llegase devuelta a la casa.

-Piensas quedarte en el auto mucho rato más?-dijo divertido. No me había percatado de que hacían varios minutos el auto estaba estacionado frente a una cafetería, debido a mi preocupación a causa de la situación que había pasado hace apenas un rato.

-Disculpa, es que aún sigo un poco mareada. No me había dado cuenta -sonreí- vamos, entremos.

Salí del auto, y entramos al lugar. Ezra me hizo una seña para que me sentara, haciéndome entender que él iría en busca de las cosas. Asentí, y me encamine hacia una mesa de dos.

Pocos minutos después, Ezra se acerco hacia mi con dos cafés, uno para mi y el otro para él, y un brownie con crema batida y chocolate. Wow, este chico tiene súper poderes.

Depositó todo lo que había pedido en la mesita, corrió la silla y se sentó a mi lado.

Partió un pedazo del brownie y lo acercó a mi boca, la abrí y me lo metió. Él comenzó a reír.

-Qué pasa?- casi bufé.

-Tienes algo aquí- dijo señalando por encima de mi labio superior. Levanté mi dedo hasta esa zona, y note que me había manchado con crema. No pude evitar reír ante esta vergonzosa situación. - Dejame ayudarte..- dijo mirando divertido la crema batida esparcida en mi rostro.

Comenzó a acercarse y lentamente succionó la crema, convirtiéndose luego esta acción en un suave beso. Nuestros labios se encontraron, y por más que ya hubiese sucedido unas cuantas veces anteriormente, no puedo evitar sentirme nerviosa ante su tacto.

Esta situación, generada por un brownie, parecía sacada de una novela romántica.

Cursi.

Pero lo cierto es que, junto a él, no me importa serlo. Es más, a decir verdad, me gusta.

El Chico de VeneziaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora