Mike

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Nos separamos del beso con la respiración entre cortada. Nos miramos, sonriendo, al mismo tiempo. No nos importaba el hecho de estar frente a mucha gente, y que nos estuviesen viendo.

-Estás mejor ahora, Aria? - dijo aún mostrando sus perfectos dientes, en forma de una hermosa media sonrisa.

Me lancé a sus labios en un suave y tierno beso.

-Mucho mejor -le respondí con una amplia sonrisa.

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Salimos de la cafetería, y me despedí de Ezra, dado que se estaba haciendo tarde, y ambos teníamos que volver a nuestras casas.

Al llegar, me encontré con mi madre, una Ella no muy contenta, que se dirigió a mi con una mirada asesina. Ay, diosito, tengo miedo.

-Hola, madre - Traté de sonar lo más tranquila y normal posible.

-Dónde estuviste, Aria? - Uh. Se me viene.

-De qué hablas?- me hice la desentendida.

-Queríamos ir a Verona los cuatro, pero a Mike le subió fiebre, así que fui a buscarte a la biblioteca para preguntarte si te molestaba que fuéramos sólo tu padre y yo, y si podías quedarte con Mike, ya que no atendías tu teléfono. - Articuló dejando a la vista de una manera muy evidente su enfado. Casi me estaba gritando.

-Yo... - traté de buscar una escusa, que no podía encontrar por ningún lado. No me gustaba mentirle a mi madre, pero no podía decirle que había estado teniendo una cita con un hombre bastante mayor a mi porque no me dejarían verlo, cosa que quería repetir, miles de veces. Salir con Ezra. Hasta que algo se me ocurrió

- Yo apagué mi teléfono al entrar a la biblioteca, ya sabes, no se lo puede tener encendido. Y al escoger un libro, lo tomé, me anoté en la lista, y salí a leerlo a una cafetería por ahí cerca. Necesito café para acompañar mi lectura. Es como un ritual. Había olvidado encender el móvil nuevamente. Lo siento - dije algo apenada, mirando al piso con vergüenza.

Al menos la parte en que había ido a un café, no había sido mentira.

-Está bien hija- soltó un bufido.- Pero enciende tu teléfono siempre que salgas de allí. Por si algo ocurre. O si necesito hablar contigo.

-Si, ma. Lo haré. No tengas dudas de eso. - le dediqué una sonrisa. - A todo esto.. Cómo está Mike?

-Él está en su habitación.. Tomó unos anti-febriles y ahora está algo mejor.

-Iré a ver si necesita algo. - Mi madre asintió.

Me dirigí hacia el cuarto de mi hermano menor. Entré y tenía una cara espantosa. Se nota que no se siente nada bien.

-Hey hermanito, cómo te sientes?

-Oh, estupendo. Quitando el resfrío, el dolor de cabeza, el mareo, y el hecho de que parezco un aire acondicionado frío-calor descompuesto, gracias a la bendita fiebre, estoy genial.- reí ante sus palabras.

-Enfermo y todo no pierdes tu buen ánimo, eh. Debes enseñarme cómo lo haces.- dije levantando un dedo, como dando una orden, y ambos reímos. -Dime, necesitas algo? Te alcanzo alguna cosa?

-Puedo pedirte un favor?- me miró algo avergonzado.

-Si, lo que sea. Dime.- respondí

-Mamá me dijo que saldrá con papá mañana, tu podrías quedarte conmigo, cuidandome?

-Claro que si Mike, para eso soy tu hermana mayor.- le sonreí y luego lo abracé suavemente.

El Chico de VeneziaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora