Realidad I: Primer Amanecer.

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– ¡NADIA LEVÁNTATE PARA IR A LA ESCUELA!

La voz de mi madre retumbó en mis oídos cruelmente sacándome de mi sueño. La maldije en mi mente mil y una veces, con insultos en ocho idiomas diferentes. No, el sueño. No podría haber acabado ahí.

Había sentido su mano sobre mi rostro. Juro que la había sentido. Todo había sido tan real, el roce del viento, la voz de ese chico, Jamie, en mi oído, el olor de las flores, el paisaje… Había creído que de verdad estaba sucediendo pero claro, soy una estúpida, ¿por qué estaría yo en un lugar así, con un chico así? Solo podría haber salido de mi mente.

En fin, me senté en mi cama y me estiré con el suelo todavía pesando sobre mis párpados. Bostecé como una autentica bestia y me dispuse a salir de mi cama calentita y cómoda. Cómo hubiera deseado quedarme toda la mañana ahí acostada. Agh. Bueno, me puse el pantalón de jean negro ajustado que más me gustaba, la remera de The Beatles que me habían regalado hacía un año y me miré al espejo. Tenía un nido de gatos sobre mi cabeza, “esto no es pelo” pensé con cara de asco. Caminé hasta el baño y me enfrenté contra otro espejo más pequeño. Parecía una zombie. Mojé mi cara, me cepillé los dientes, me peiné e hice mis necesidades. Cuando hube terminado todo, bajé las escaleras para desayunar. La noche anterior había preparado mi mochila por lo que ya estaba técnicamente lista solo faltaba poner un poco de vitaminas y energía en mí.

Me senté en la mesa, mi hermana todavía no bajaba pero el desayuno ya estaba sobre la mesa. Mi mamá al parecer se había ido en el tiempo en el que yo hice mi aseo personal y había dejado una nota que anunciaba que se había ido a trabajar y que probablemente llegaría tarde ese día.

Tomé el licuado de banana que ella me había preparado y me despedí de mi hermana que, cuando yo ya estaba terminando mi infusión, ella había aparecido con el pijama todavía puesto, el cabello hecho un laberinto de pelos y los ojos a medio cerrar. Le dije que no era muy temprano por lo que se tenía que apurar para llegar a la escuela. Como yo entraba más temprano que ella, apenas unos veinte minutos más, salí de mi casa y tomé el colectivo.

En el trayecto, todo fue muy aburrido. Yo todavía volaba por los paisajes de mi sueño, tenía el color de los ojos de Jamie en mi mente permanentemente. No podía pensar en otra cosa que no fuera ese sueño. ¿Mi imaginación podía llegar a ser tan alta como para poder crear un chico así? Es decir, era demasiado perfecto como para que yo lo hubiera imaginado.

Su cabello rubio oro, lacio, cayendo a los lados de su rostro, sus ojos cuando sonreía, sus labios carnosos y definidos, sus pómulos marcados, sus largos dedos. No, de ninguna manera yo podría haberlo creado. Estoy segura de que no podría existir una persona así. Las personas tenían errores, no eran perfectos, ni en lo físico ni en lo personal. Aunque, pensándolo mejor, él había sido un completo imbécil (pero agradable) en todo mi sueño.

Él era un contraste de cosas. Sarcástico pero simpático. Confianzudo pero cariñoso. Avasallador pero divertido. Estúpido pero bueno. Me exasperaba pero a la vez me gustaba.

Agh.

No puedo creer que esté pensando esto, haciéndome este increíble enrosque, por un tipo de un sueño. Es decir, ¿qué carajos Nadia? ¿Por qué me hacía tanto problema si no era una persona real?

Definitivamente estaba enloqueciendo. Sí, eso era. Estaba loca y enroscada.

Llegué a la escuela y una avalancha de gritos enloquecidos abrumó mis oídos de entrada. Fui hasta el origen de todo el jaleo y vi a un chico con la sangre saliendo de su nariz como una cascada. Escupía vómito de a poco y su cuerpo daba pequeñas convulsiones. Los ojos ya estaban rodeados por una aureola azul, pronto tendría el ojo completamente morado. Todo su rostro tenía raspones aquí y allá, su cuerpo estaba postrado sobre el suelo y lloraba. Lloraba a mares.

En Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora