“One Night” de Ed Sheeran comenzó a sonar en mi oído. Anunciaba que ya era hora de levantarme. Miré el celular con odio profundo. Tenía que cambiar ese tono de alarma porque ya iba a empezar a odiar a la canción también.
Me desperecé en mi cama y me estiré haciendo que los huesos agarrotados por la posición incómoda en la que estuve toda la noche crujieran. Caminé hasta el baño en pleno estado zombie.
Otra vez había soñado con ese tipo. Refunfuñé al espejo, culpándolo (otra razón por la que debía considerar la posibilidad de ir a un psicólogo, ahora culpaba a objetos inanimados de mis locuras). Sacudí mi cabeza y me dispuse a hacer mi rutina habitual. Como ni mi madre ni mi hermana estaban presentes ya que hoy me tocaba ir más tarde a la escuela y ellas ya habían salido, me hice el desayuno sola. Preparé todo en slow motion ya que tenía tiempo de sobra y caminé hasta la parada del autobús.
Fue ahí cuando lo vi, caminando por la vereda de enfrente colgando su estúpida mochila color gris. El tipo con el que había discutido ayer estaba escuchando música con sus auriculares mientras se encaminaba hacia mí… no, esperen, hacia la parada del autobús EN LA QUE YO ESTABA.
Miré alrededor buscando otra parada cerca y vi una a dos cuadras, cuando estaba por ir ya lo tenía casi al lado mío. Me miraba curioso a unos metros de mí. Ya no podía huir de la escena sino quedaría en ridículo. O mejor dicho, como una auténtica inmadura. Aparte, ¿por qué tenía que huir yo de él?
Decidida, clavé mis ojos en los de él, demostrándole que no le tenía miedo como la mayoría de las personas seguro le tenían, con semejante cuerpo quién no. Intimidaba… pero no tenía que dejar que tuviera ese efecto en mí.
Deseé poder seguir acostada en mi cama soñando con Jamie, eso sería mucho mejor que esto. Se respiraba la tensión en el aire, era incómodo y ninguno cedía para alejar la mirada. Entonces el autobús llegó y tocó bocina.
Caminé rápido hasta él y pagué mi boleto. Él me siguió por detrás y se sentó en un asiento doble, sin nadie a su lado. Yo, por mi parte, me senté en uno simple. El viaje comenzó, luego de unas cuadras yo ya tenía mi cabeza apoyada en la ventanilla, escuchando música relajante.
Una señora de unos cincuenta y muchos o sesenta y pocos se subió al autobús. Como ya no habían asientos le cedí el mío quedándome parada. Miré en todo el vehículo y era la única sin asiento. Una mano pequeña se dejó ver entre los asientos, me acerqué y era Giselle. Estaba sentada al lado de un chico desconocido que miraba por la ventanilla distraído.
– Hola Gis…
– ¡NADIA! TENGO TANTO QUE CONTARTE. SIÉNTATE AHÍ, POR FAVOR. – Empezó a decir a todo volumen, reí y le hice una seña para que bajara un poco el tono. Ella sonrió a modo de disculpa y me señaló un asiento adelante que estaba vacío. Me senté ahí y cuando me estaba por dar la vuelta para estar frente a mi amiga y hablar con ella, vi que no estaba sentada en cualquier asiento, sino al lado del tipo… otra vez.
Él me miró enarcando una ceja y yo lo ignoré.
– ¿Qué tienes que contarme? – Dije de pronto más inhibida, no quería que se me escapara cualquier comentario cerca de la persona sentada a mi lado.
– ¡HOY TENGO UN CONCIERTO EN EL GRAN TEATRO! ¿PUEDES CREERLO? ESTOY MUY EMOCIONADA, NO PUEDO… ES MI PRIMERA VEZ EN UN TEATRO CON TODAS LAS LETRAS. ES DECIR… ¡ES EL GRAN TEATRO! – Giselle estaba que saltaba de la emoción y no pude evitar contagiarme.
– ¿UN CONCIERTO? ESO ES GENIAL, GISE. TE FELICITO, ¿CUÁNDO ES? ¿A QUÉ HORA? ¿PUEDO IR?
– ¡Por supuesto que puedes ir! Es hoy a las ocho de la noche, teníamos ya organizado el concierto pero no teníamos confirmado el lugar ni la hora, esta mañana me ha llamado mi profesora y me lo ha dicho. Anda, por favor.
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En Mis Sueños
FanfictionÉl es lo que ella más detesta, pero a la vez lo que más necesita. Es un contraste de cosas que la vuelven loca pero que se han convertido en parte de su vida. Es la persona más importante para ella pero un problema los separa en un abismo. No es re...