En Mis Sueños

Sueños en la Realidad

** Ella vuelve.Dice que lo siente. Las manos expertas que extrañaba, me acarician. Los ojos culpables que me miran…, la voz que quiero escuchar…

Diciéndome tiernamente que no llore.

Ella está sonriendo. Realmente ha pasado tanto tiempo. He extrañado esa expresión, ella es mi chica, ¿no?

Ella se está yendo lejos, abrazando a otra persona. Mi pecho se siente como si estuviera siendo aplastado por un peso pesado.

Todo se está volviendo nubloso pero su imagen está cada vez más fuerte. Como en mi sueño de ayer, hoy ella viene hacia mí.

Ahora no duermo solo **

Golpeé la puerta en frente mío, tardó un minuto en abrirse y dejar al descubierto a mi mejor amigo: Alec. Llevaba puesto un delantal, estaba cocinando por lo que podía olfatear. Olía a caramelo derretido y a chocolate. Lo abracé fuertemente, él también y nos rehusamos a separarnos por un buen rato. Hacía siglos que no lo veía, el único contacto que habíamos mantenido había sido por Skype o por teléfono. Tenerlo en frente mío no se comparaba.

Cuando me dejó entrar a su departamento, me dejé caer en su sillón como si hubiera acabado de pelear en una batalla. Bueno, el cansancio que sentía en todo mi cuerpo y mente, no era poco. Me llevé el dorso de la mano a la frente porque sentía que estaba empezando a sudar. Sin embargo, cuando miré mi mano no tenía ni una sola gota. Ah, no podía más.

¾Toma, come un poco. ¾Me ofreció un plato lleno de chocolates envueltos de una capa de caramelo. Cogí uno y suspiré ante la delicia que estaba saboreando. ¡Por Dios! Ya me había olvidado el arte culinario que mi querido Alexander manejaba. Si me hubiera acordado, hubiera venido mucho antes. ¾Parece que no llegaste muy bien. ¿Qué pasó? ¿Un elefante te pisó de camino aquí? Porque tienes mal aspecto hasta ese nivel.

– ¿Tan demacrado estoy? – Hice una mueca, precisamente no quería que al reencontrarme con ciertas personas me viera así de mal. Se suponía que estaba llevando una nueva vida llena de éxitos y ostentosidades.

– Algo así – dijo él entre dientes aguantando la risa. Mi desgracia le hacía gracia, y eso rimó. Bueno, mi humor no es tan malo, puedo hasta hacer poesía. – Y bueno, ¿YA VISITASTE A MI AMIGA? Pensé que pasarías con ella todo este día y que recién te vería a la noche. Estaba preparando estos dulces para que estuvieran listos después.

Alec se sentó a mi lado en el sillón y me miró suspicaz.

– Llegué tarde. – Murmuré.

– No entiendo. – Frunció el ceño.

– Llegué tarde, – repetí con frustración –, el nuevo chico ya se la robó. Y ella se fue.

– ¿Qué nuevo chico? ¿De qué estás hablando? – Su confusión no disminuía y yo me pregunté si era idiota por profesión o solo hobby.

– En serio, Alec, a veces me pregunto cómo apruebas todas las materias si tienes algodón de azúcar en esa cabeza. ¿No fuiste tú el que me contó que Nadia estaba a medias con otro?

Él procesó mis palabras un momento y después… se largó a reír a carcajadas.

¿QUÉ?

– Eso era mentira, Metti cabeza de chorlito. Te lo dijimos para que te apuraras con el trámite de venir aquí. Bueno, dijiste que la viste irse. ¿Irse de irse? ¿Así con equipaje y todo?