Realidad VIII: Liam/Vuelco Completo

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Desde el último sueño que había tenido con Jamie, las noches pasaron sin sueños que las completaran. Solo me despertaba como cualquier otro día antes de conocerlo. Una decepción cada mañana. Lo único que me quedaban fueron sus palabras susurradas en mi oído: “Adoro tocarte”.

Después de la última vez, me había sentido tan avergonzada que no podía mirarme al espejo directamente. A la hora de hablar con mi detestable madre y mi hermana no podía dejar de sentir que era un libro abierto y que en cualquier momento descubrirían lo que pasaba por mi mente.

Y ni hablar de mis amigos.

Simon andaba en sus cosas que, por suerte, no se había dado cuenta todavía que algo me sucedía. Iba de aquí por allá en la escuela, sonriendo como estúpido y gritando a los cuatro vientos que estaba de novio con Giselle. Mientras la última se ruborizaba y reía. Parecían tortolitos enamorados. Bueno, por lo menos se habían reconciliado. Alec a veces me miraba como sospechando de algo pero hasta ahora no me había preguntado nada, por suerte. El problema era Liam.

Él parecía haberme visto como si estuviera viendo a través de un cristal. Al otro día del inminente sueño me había visto, y casi no habían pasado ni dos minutos cuando me preguntó: “¿Qué pasó que tienes esa cara de ‘cometí un crimen’?” Por supuesto que lo negué hasta quedarme sin aliento pero ya lo conocen. Tiende a insistir tanto que no tardé en quedarme sin excusas hasta que finalmente opté por hacer como que no lo oía cada vez que sacaba el tema.

Durante los últimos días había estado metiéndome de lleno en las cosas de la escuela. Con mi grupo de exposición ya estábamos preparados para la feria que hoy comenzaba. Para mi sorpresa, el gorila había sido uno de los que más ayudaba y aportaba ideas. El centro estudiantil, con todo esto de los proyectos de la mente que nos habían encargado a todos, estaba muy ocupado por lo que muchas actividades no teníamos que hacer. Estaba descansando en ese aspecto. Aunque me dejaba un poco de tiempo libre que no deseaba, así que tenía que meter excusas para ir a casas de mis amigos hasta tarde en la noche y recién después llegar a mi casa justo para meterme a mi querida habitación y echarme a dormir. No me importaba qué pensara mi familia sobre mi actitud, era lo último en lo que pensaba últimamente.

En este momento, me encontraba en mi cuarto a punto de salir de casa para irme al colegio. Pero antes, mi armario llamó mi atención. Estaba tan ordenado como siempre, sin embargo lo abrí y comencé a rebuscar en él hasta que lo encontré. Lo miré y reí como una estúpida, recordando a Jamie sosteniéndolo en lo alto y mirándolo como si estuviera descubriendo algo nuevo del mundo. Giré mi vista a mis fotos con Simon enmarcadas sobre mi mesita de noche. Eran tres. “Parecemos muy cercanos” pensé, cualquiera pensaría que son fotos con mi novio. Dejé salir otra carcajada. Ahora que lo pienso, nunca aclaré que Simon era mi amigo. Bueno, ¿ya qué?, si Jamie se fue y no volvió a aparecer. Dejándome a mí sin nada. ¿Acaso este era el fin? No. No podía serlo, ¿verdad? Sería de lo más bochornoso que me diera un beso, me dijera ‘adoro tocarte’ y se fuera para no volver. Quizás… estaba tomándose su tiempo. Seguro era eso.

Suspiré y salí de mi cuarto. Bajé las escaleras y sin mirar atrás salí de mi casa.

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¡Cuidado con la pelota Señorita Cortéz!

Viene de frente, ¿qué está haciendo?

Está en otro planeta, mírala.

¡Nadia, la pelota!

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