Capitulo 18

287 20 1
                                    

La apuesta

Inquieto y nervioso se paseó de un lado a otro, mirando constantemente su reloj digital. Marcaba exactamente las 05h55, a tan sólo cinco minutos para el encuentro con Naraku, bueno, de hecho, para su "rapto". Naturalmente se encontraba solo, según lo solicitado, en la entrada de la Torre Tokyo; y aunque tenía la certeza que lo registrarían antes de ser trasladado, rogaba en que su dispositivo de rastreo jamás fuera detectado. Según las "tranquilizadoras" palabras de la agente Ayame, a menos que le abrieran la boca y examinaran su dentadura, jamás lo encontrarían...

Sintiendo un incómodo cosquilleo en su estómago y sus extremidades heladas, se frotó nuevamente las manos, soplando en ellas para tratar de abrigarse un poco. Ya no faltaba mucho para que el sol hiciera su pronta aparición, y aún así se podía sentir el eminente frío seco de la madrugada. Las vacías y aún oscuras calles estaban cubiertas por una espesa bruma que seguramente se disiparía con el amanecer, pero que de igual forma incrementaba su nervioso.

Las luces de un vehículo iluminaron la lóbrega avenida, aproximándose cada vez más a donde él estaba. El adolescente supo que había llegado el momento y con una profunda inhalación, se dio el valor suficiente para permanecer en el lugar y enfrentarse a lo que se avecinaba. Tal como lo había supuesto, lo revisaron de pies a cabeza, obviamente sin encontrar nada. No obstante, por seguridad, le pidieron que se cambiara de ropa antes de abordar el transporte que lo llevaría a "su prisión".

—"Hermana..." —fue su último pensamiento antes de ser su rostro cubierto con un pañuelo empapado en formol, perdiendo instantáneamente el conocimiento.

Aunque había cumplido con el trato y hecho todo lo que se le había ordenado al momento, lamentablemente no sabía que su enemigo era uno de los villanos más tramposos que pudiera existir y que, en todo momento, guardaba un as bajo la manga...

._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.*-*._.

Un nuevo amanecer... un nuevo día daba inicio en aquel pequeño mundo perdido en medio de la "nada"...

Vio al sol salir del horizonte como tantas otras veces había hecho cuando no lograba conciliar el sueño en toda la noche, aunque ésta vez, la hermosura de la naturaleza lo deslumbró. Una alborada tan diferente a lo que había vivido hasta ahora en Tokyo...

Los primeros rayos del astro resplandecieron sobre las cristalinas aguas del mar, brillando como una alfombra escarchada y dando vida al ecosistema que lo rodeaba. El suave y delicado sonido de las olas al chocar contra la arena y las rocas de la playa, lo sumergieron momentáneamente a un mundo de infinita paz... paz que tanto necesitaba para tranquilizar su abatida alma...

Un suspiro se escapó de su boca y su mente divagó entorno a lo que sería su vida de ahora en adelante... perdido en un diminuto fragmento de tierra que aparentemente no había sido descubierto por los hombres. En un inicio había tenido la esperanza de encontrarse en una de las tantas islas en las cercanías de Okinawa, y así poder comunicarse con sus amigos para hacerles saber que estaba bien; pero toda aquella perspectiva se derrumbó al ser consciente de la realidad. Las personas que vivían en este lugar habían permanecido por ocho largos años atrapados y olvidados... ¿Cómo se suponía que saldría de allí, si ni siquiera sabía en dónde se localizaba?

La conversación con la anciana Kaede resonó en su cabeza repetitivamente, afligiendo su corazón. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo podía esperar que se mantuviera alejado de Kagome y suprimiera su amor por ella, si ahora compartían la misma isla y vivían irremediablemente... juntos? No podía aislarse y fingir que ella no existía, cuando todo su cuerpo reaccionaba ante su simple presencia, su aroma... su mirada...

Marcados por el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora