Prologo:
Hace aproximadamente 500 años, época de las guerras civiles en el antiguo Japón, seres humanos y criaturas sobrenaturales poblaban la faz de la tierra... No obstante, el país estaba lejos de vivir en paz y armonía, reinando por largos períodos el caos y la destrucción. Los monstruos y los demonios invadieron las aldeas y los poblados en busca de supremacía y de territorio. Pero ése no era su único objetivo. Lo que más anhelaban era el poder absoluto y para conseguirlo, debían apoderarse de la legendaria joya de las cuatro almas, conocida como la perla de Shikon.
Una sacerdotisa de raza humana, de corazón puro y de grandes poderes espirituales, llamada Midoriko era su guardiana. Su misión era proteger la preciada esfera y mantenerla purificada, ya que si ésta llegase a caer en manos malignas, la oscuridad y las tinieblas reinarían en la tierra al igual que la rendición absoluta de todo aquel que estuviese bajo su poder.
Cierto día, Inuyûdai, el temible general de los demonios perro, una de las criaturas más poderosas existentes y su ejército, hizo su aparición en la aldea en la cual yacía la codiciada perla, dispuesto a apropiarse de ella a toda costa. Sin embargo, nunca se imaginó tener como su contrincante principal a Midoriko, quien daría hasta su propia vida con tal de resguardar la joya.
Al tener su primer encuentro, fue inevitable sentir cierta atracción el uno por el otro, pues tanto la sacerdotisa como el imponente demonio, eran de hermoso y sin igual parecer. Inexplicablemente, cuando sus miradas se cruzaron, ambos quedaron atrapados en la belleza de sus ojos... unos, tan dorados y luminosos como el mismo sol y los otros, tan expresivos y tentadores como el más exquisito de los chocolates. En ese instante, sus corazones latieron con la misma intensidad, sintiendo el ardor del fuego recorrer sus venas y despertando en ellos el sentimiento más profundo y puro existente sobre el planeta.
Sin embargo, en aquella época regía la ley irrevocable de matar tanto a humanos como demonios si llegaran a juntarse, o en él peor de los casos, a enamorarse pues se creía que ese sentimientos solo conllevaba mas desgracias incluyendo la mezcla de razas. Aun sabiendo que su amor era prohibido, Midoriko e Inuyûdai hicieron hasta lo imposible por permanecer juntos, luchando contra todo aquel que se interpusiera en su camino y quebrantando el máximo estatuto. Pero ése no fue el único obstáculo en sus vidas... Su amor había resplandecido en el interior de la perla de Shikon, otorgándole una pureza nunca antes vista y por ende, mayor poder. Por tal razón, cualquier criatura inmunda que llegara siquiera a tocarla con malas intenciones, moriría en ese mismo instante.
Dados aquellos asombrosos poderes, la joya fue aún más codiciada que antes, aunque ya nadie fuera capaz de siquiera acercársele debido a su resplandor. Para obtenerla, era necesaria la separación de esos dos seres que se amaban por sobre todas las cosas.
Los guerreros y sabios más sobresalientes de cada clan se juntaron para tomar una decisión y llegar a un convenio de unificación, sólo hasta que la perla regresara a la normalidad y pudiera volver a ser manipulada por cualquiera...Si algo detestaban más que nada, tanto los demonios como los humanos, era la traición. Y fue precisamente ésta, la herramienta que utilizaron en contra de Midoriko e Inuyûdai para que se odiasen a muerte, desatándose una fuerte disputa entre ellos y una nueva guerra por la obtención de la preciada joya. La luz de la perla se empañó con aquellos sentimientos de rencor, decepción, desesperanza, duda y tristeza que emanaron de sus corazones, manchándose su interior con oscuridad. Ninguno de los dos bandos, humanos y demonios, dio su brazo a torcer con tal de obtener aquel divino tesoro, sin importar su impureza. Incontables vidas se perdieron en aquella insólita encrucijada, sobreviviendo únicamente los más fuertes.
Con sus respiraciones agitadas y con las últimas reservas de energía, Midoriko e Inuyûdai quedaron frente a frente con sus respectivos ejércitos detrás de ellos, listos para atacar. Cegados por el odio, una gran masacre manchó aquellas tierras de sangre y un fuerte olor a muerte se expandió por los territorios. Ambas huestes se hirieron gravemente hasta el punto de la agonía, sin que ninguno pudiera ya ponerse de pie.
La perla, completamente manchada, levitó mágicamente sobre ellos. Las tinieblas cayeron sobre toda la región y la luna llena se tiñó de rojo. Por unos segundos, la tierra se estremeció, abriéndose varias grietas en el suelo como si de feroces serpientes hambrientas se tratara, tragándose todo a su paso.
La sacerdotisa y el gran demonio perro, inconscientemente buscaron sus miradas, perdiéndose una vez más en el mar de oro y chocolate. Con un último esfuerzo, ambos se arrastraron para reencontrarse, con el anhelo de juntar sus manos con su ser amado. Sus corazones latieron por igual, sintiendo correr la sangre vertiginosamente por sus venas sin control como la primera vez que se vieron. Sus ojos se empañaron por las lágrimas que salieron desde sus almas heridas y sólo en ese momento se dieron cuenta del gran error que habían cometido... de la trampa de la cual habían sido víctimas.
Con un último suspiro, cerraron sus ojos con una sonrisa dibujada en sus labios, tomando ambos la misma decisión, entregándose a su propio destino. Sus cuerpos se diluyeron, convirtiéndose en masas luminosas las cuales se fusionaron y se introdujeron en la joya, volviéndose uno con ella.
La esfera comenzó a girar a una velocidad impresionante, destellando una gran luz cegadora. La oscuridad que había invadido la tierra fue exterminada en un santiamén, mas sin embargo, la perla desapareció en el infinito, dejando atrás una terrible maldición escrita en las estrellas...
"Por haber condenado un amor puro y sincero, y por permitir que sus corazones se llenaran de codicia, egoísmo y ansia de poder, derramando la tierra con sangre innecesaria, sus descendencias quedarán malditas. Los seres sobrenaturales dejarán de existir, formando una sola raza predominante que será la humana... frágil y mortal. Dentro de cien años, las almas de Midoriko e Inuyûdai renacerán en lugares distintos para que la historia no vuelva a repetirse y para que sus generaciones puedan vivir en paz.
Sin embargo, si el camino de dos seres de cada linaje llegara a reencontrarse, quedarán sellados para siempre por medio de una marca en la parte lateral de sus manos. El uno en la izquierda y el otro en la derecha, diferenciándolos de todos los demás. Cuando sus vidas se junten, la perla reaparecerá y una terrible guerra se desatará. Desesperanza, muerte y tristeza invadirán todo el país y se extenderá por toda la tierra a causa de esta joya maldita.
La única forma de detener esta desgracia, será con la destrucción de la perla de Shikon y para lograrlo, uno de los dos deberá morir... pero en manos del otro. Sólo así, la maldición y los lazos que los unen, se romperán. Caso contrario, la lucha será interminable, llevando a la raza humana a su propia y más absoluta extinción."
Sin embargo... ¿aún serían capaces de matarse entre ellos, si sus corazones están marcados por el destino para amarse?...
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Marcados por el Destino
RomanceEsta historia no me pertenece es de Peachilein de fanfiction.net y los personajes pertenecen a la increíble historia de Inuyasha. esta historia es para cualquier fan de este increíble anime y que quiera experimentar otro giro de los acontecimientos...