Capitulo 16

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Dura realidad

Las escuetas palabras de la anciana Kaede lo hicieron titubear por unos instantes, tomándolo desprevenido. Las endurecidas facciones de su rostro se relajaron, dando paso a la incertidumbre y confusión. ¿Qué una terrible desgracia ocurriría si él y Kagome permanecían juntos? ¿Qué rayos quería decir con eso?

Con sus ojos muy abiertos, meneó con incredulidad su cabeza de un lado a otro, negándose a creer lo que esa vieja loca le estaba diciendo. ¡No tenía ningún sentido! Tal vez, únicamente se estaba confabulando con el entrometido de Kouga y por eso...

—Inuyasha... —la anciana lo sacó de sus cavilaciones al hablarle—, desde que llegaste a la isla, pude sentir una fuerte conexión entre Kagome y tu. Ella ha permanecido a tu lado durante tu proceso de recuperación, cuidándote con una devoción que en un principio creí, haría por cualquiera de nosotros... no obstante, había algo diferente en la forma en que te miraba...

El oji-dorado la escuchó atentamente, sintiendo los latidos de su corazón muy fuertes en su pecho. Saber que su amada Kagome estuvo velando por él durante su largo letargo, reconfortó su ahora afligida alma y se regocijó con el dulce pensamiento. De haber estado despierto o al menos consciente, hubiera sido capaz de percibir su cercanía, el tacto de sus suaves manos sobre su piel... la calidez de sus ojos chocolates...

Inconscientemente, una sonrisa se dibujo en sus labios y su mente ascendió hasta las nubes con sólo evocar la imagen de la muchacha que era y siempre sería dueña de su corazón. ¿Cómo pensar siquiera en alejarse de ella? ¡Era simplemente imposible! Además, si lo que la anciana le estaba diciendo era verdad, entonces, lo único que comprobaba, era que su Kagome le correspondía con el mismo fervor a sus sentimientos.

—¡Ja! Seguro que fue compasión —afirmó Kouga, involucrándose en la conversación—. Sí, eso debió ser y sintió mucha lástima al verte moribundo. La verdad es que ya habíamos abandonado toda esperanza de que sobrevivieras —comentó sarcásticamente.

La realidad era que, no podía soportar la idea de que su querida Kagome viera con ojos diferentes a cualquier individuo que no fuera él, y mucho menos a un desconocido como lo era ese idiota. Además, si había interpretado bien las palabras de la matriarca, ella quiso decir que, ¿la azabache había sentido atracción por Inuyasha desde el primer momento? ¡No, eso no podía ser! No había las mínima posibilidad de que eso ocurriera, ¿o sí?

Bastaba con mirarlo... era melenudo, andrajoso, alto y de buen porte, flacucho... bueno, en realidad tenía un cuerpo bien ejercitado... pero estaba maltratado, ¡eso sí! Su color de ojos era extraño... llamaba demasiado la atención, y su rostro... rasgos bien definidos, nariz levemente respingada, y... ¡Oh, no! Aunque le costara admitirlo, él cumplía con las características de lo que las mujeres llamaban "atractivo". ¡Maldición! Ahora entendía el porqué las chicas se habían puesto como buitres, sobrevolando la carne fresca... ¡Pero no su Kagome! ¡Eso jamás lo permitiría!

Kouga apretó fuertemente sus puños a sus costados. No pudo evitar sentir los celos invadir todo su cuerpo, erizándose como un animal salvaje al asecho o en este caso, a la defensiva por resguardar su territorio del "enemigo".

—¡Keh! Para tu infortunio y gracias a los cuidados de Kagome, me encuentro mejor que nunca —le restregó Inuyasha, esbozando una sonrisa arrogante—. Es una lástima no haber estado consciente en una de sus suaves caricias mientras me curaba...

—¡¿Qué dijiste? —rabió Kouga, enfrentándolo nuevamente con la mirada, dando un paso al frente y elevando furiosamente su puño—. ¡Te romperé a la cara! —lo amenazó. ¡¿Cómo se atrevía a hablar de esa forma delante de él?

—¿Ah, sí? ¡Sólo inténtalo! —lo retó Inuyasha, desafiándolo de la misma manera. Aunque aún tuviera ciertas molestias por sus heridas, estaba seguro que podría darle una paliza a ese imbécil.

Marcados por el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora