Capitulo 21

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Blanco localizado

Cual enorme y pesada criatura metálica atravesó la oscura y solitaria carretera a una velocidad moderada, iluminando el camino con sus potentes faroles y luces de diversos colores que contorneaban su estructura. Su peso hacía estremecer el pavimento, provocando una ráfaga de viento al pasar, mientras la rítmica música que provenía de su interior irrumpía el silencio de la noche.

Como una lejana resonancia, su subconsciente empezó a captar los ruidos que lo rodeaban a medida que iba despertando paulatinamente. El crujir de varios resortes y el potente ronroneo de un motor hicieron su presencia en la aún desconocida escena, al igual que una pieza musical muy bien conocida por él... ¿Kimi ga inai mirai? Oh, sí, ¡qué buena canción! Pero... ¿en dónde estaba?

Adolorido y sintiendo su cuerpo agarrotado, trató de moverse en su sitio, pero el simple hecho de levantar un dedo le provocó un gran malestar. Quiso reprimir un gemido, mas lo único que consiguió fue provocarse una fuerte tos a causa de su garganta seca y carrasposa.

—Au... —se quejó leve y ahogadamente, sujetándose la herida de su costado derecho.

—Oh, amo Miroku, ¡ha despertado!

El aludido se quedó totalmente quieto al escuchar su nombre a sus espaldas y abrió lentamente sus ojos, sin saber exactamente qué hacer. Vio el reflejo de una persona en el vidrio de la ventana que tenía en frente, dándose sólo ahora cuenta que se encontraba dentro de un vehículo en movimiento. ¿Lo habrían secuestrado nuevamente? No, si fuese ése su caso estaría amordazado, además que esa voz se le había hecho peculiarmente familiar...

—¿Hachi? —inquirió el oji-azul, dudoso, al voltearse con cuidado y creer reconocer al regordete personaje en el asiento del chofer—. ¡Hachi, mi buen amigo!

El pequeño hombre de oscuros y ojerosos ojos, -cual mapache-, le sonrió ampliamente, regresándolo a ver por un breve instante, pues no debía perder de vista la carretera por la cual transitaba su enorme camión.

Miroku se sintió aliviado y feliz de encontrarse en compañía de Hachi, pues era una de esas pocas personas en las que se podía confiar, pese a ser algo "miedoso" en algunas ocasiones cuando las situaciones se tornaban algo peligrosas. Pero bueno, no lo podía culpar por ello, pues cuando se conocieron hace varios años atrás, la casa del pobre hombre había estado literalmente en llamas, con él adentro.

Por casualidades de la vida, él había cursado por uno de los pequeños pueblitos que bordeaban la ciudad de Ashikaga para conquistar algunas de las bellezas del lugar y... eh... bueno, ver si le podían ayudar a conseguir algunos víveres para abastecer el monasterio en donde vivía; no obstante, aquel día se encontró con un caos total.

************************* Flash Back *************************

Con horror vio como la mitad del pueblo se consumía en medio del ardiente fuego que parecía extenderse con el soplido del viento. Personas asustadas y desorientadas corrían por todas partes, buscando refugio en la afueras. La mayoría ya había sido evacuada por el equipo de bomberos, mientras éstos hacían su difícil labor de extinguir las llamas de aquel infierno.

Básicamente por instinto se lanzó a ayudar a los heridos y más necesitados, cargando ancianos y niños, entre otros, de las partes de mayor peligrosidad, siendo de gran apoyo para los rescatistas. Todo parecía estar bajo control, y aparentemente ya no había vidas en riesgo, cuando de pronto, un exasperado grito lo alteró.

—¡AUXILIO! ¡AYÚDENME, POR FAVOR!

El oji-azul reaccionó inmediatamente al desesperado llamado y buscó el origen de aquella voz, deteniéndose justo en frente de una casita humilde que se derrumbaba en pedazos en medio de una gigantesca bola de fuego.

Marcados por el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora