Capitulo 9

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Una joven herida

Con la música del estéreo a alto volumen y con el techo guardado en el maletero para disfrutar del aire fresco, condujo alegremente el lujoso Audi A5 Cabrio de color rojo, atravesando la carretea a grandes velocidades. Aceleraba de vez en cuanto un poco más para poner a prueba los caballos fuerza del vehículo, aprovechando los largos y rectos trayectos. ¡La máquina realmente era una maravilla al igual que el equipo de sonido! Después de varios días en la mecánica para su correspondiente reparación, había quedado como nuevo y sin ni un solo rasguño. Por fortuna nadie lo había tocado desde que lo abandonaron en el monasterio de Taihei-hi.

— Inuyasha se pondrá muy feliz —se dijo el joven oji-azul de coleta con una sonrisa orgullosa. Miró de soslayo una carpeta de color azul que reposaba sobre el asiento del copiloto y cambió su expresión a una más seria— espero que la encuentres, amigo...

Desde que Inuyasha le había confesado acerca de su amor de adolescencia, había sentido la necesidad de ayudarlo, más que nada por el significado de aquel profundo sentimiento que representaba en su vida. Aunque para cualquier persona fuera algo difícil de comprender, él lo había entendido perfectamente y sabía que había un lazo invisible e irrompible muy fuerte que mantenía a Inuyasha y a aquella misteriosa chica unidos, pese a la distancia o los años que los pudiera separar. Ellos simplemente estaban destinados para amarse y la marca en la mano de su amigo, se lo había confirmado.

Por otro lado, tendrían que olvidarse de la perla de Shikon, pues no valía la pena perder la vida por un simple objeto que no hacía más que acarrear desgracias y no beneficiaría a ninguno, ninguno claro, excepto Naraku. El diario lo decía muy claramente... sólo de ellos dependía la reaparición de aquella legendaria joya, aunque aún estaba en duda si realmente era con la muerte de uno de los dos o no... Pese a que esas habían sido las últimas palabras del viejo libro que el monje Mushin había logrado descifrar, prefería pensar que esa frase se refería a otra cosa que pudiera ser eludida en algún momento dado y que no perjudicara la vida de Inuyasha en ninguna forma. Él era su amigo, su hermano y por obvias razones no quería que nada malo le sucediera.

Por ahora, sería mejor no pensar en cosas desagradables y centrarse únicamente en encontrar a la señorita Higurashi. Gracias al conocimiento del apellido y aunque no fue nada sencillo, después de 2 días de exhaustiva búsqueda e investigación, había encontrado la información necesaria para dar con la familia de la niña. Claro que en la actualidad, la pequeña ya debía ser toda una mujer. Según sus averiguaciones realizadas, la madre y el hermano menor habían sobrevivido a la tragedia y actualmente residían en un templo junto con el abuelo en Tokyo. El padre lamentablemente había fallecido.

Con un gran suspiro, Miroku volvió a posar su mirada al frente y se concentró en el trayecto que debía seguir para llegar al hotel. Después de todo no quería estrellarse en alguna parte de la carretera por estar distraído y ser el causante de un accidente o peor aún, ser el ejecutor de su propia muerte por haber destrozado el Audi de Inuyasha. Ya podía ver los titulares en los periódicos: 'Apuesto e irresistible hombre muere asesinado por su mejor amigo por haber destruido su lujoso descapotable, dejando a un sin fin de admiradoras desconsoladas por su partida al más allá...' ¡Que horror! ¡Ni pensarlo! Lo mejor sería tener más cuidado y bajar la velocidad antes que sucediera algo malo de lo cual podría arrepentirse.

Se sacudió levemente la cabeza para desechar sus descabellados pensamientos y cogió el volante con ambas manos para darse una mejor sostenibilidad y confianza. De pronto, divisó un punto en movimiento a la distancia. Se aproximó un poco más, quedando a tan sólo unos metros detrás de la figura, dándose cuenta que se tratada de una mujer que caminaba con pasos pesados en la orilla de la carretera. Ella le llamó mucho la atención, pues su 'espalda' se veía bastante atractiva. Al menos parecía tener muy buenas proporciones y buen porte. ¿Qué haría una mujer tan solitaria por esos rumbos? Pues habría que preguntárselo ¿o no? Un asalto perfecto para sacar a flote sus 'encantos'...

Marcados por el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora