Llegó la hora de ir a dormir, no sé si me dejarán hacerlo con él, esta no es nuestra casa y por ende hay que respetar pero de alguna forma, mi esperanza sigue allí.
— Sebas, aquí en la sala esta un colchón para que duermas—. Se voltea hacia mí—. Tú—. Me señala con su dedo índice—. En tu cuarto.
Sebas me lanza un "lo siento" con la mirada pero yo le sonrió y le guiño el ojo para mostrarle que nos saldremos con la de nosotros.
Mi papá sigue hablando pero ninguno de los dos prestamos atención. En vez de eso Sebas me ve horrorizado como diciendo "¿estás loca?"
— ¿Me están prestando atención?
— Claro, papá.
— Entonces camina a tu cuarto, ya.
— Es temprano, deja el estrés.
— Amanda... —Interviene Sebas—. Es mejor que hagas caso.
— Está bien—Digo resignada—. Buenas noches.
— A él si le haces caso.
Me acerco a Sebas ignorando a mi papá y le doy un beso rápido en los labios. Nos miramos y yo me escondo en mí misma con una sonrisa de niña pequeña.
— ¡Ah vaaaaina! Ya pues—se queja mi papá con notorio fastidio.
— Hmmm—Lo fulminó con la mirada y camino hacia mi cuarto.
Luego de una hora, ya todo el mundo está acostado y dormido, mi papá al no vivir aquí, se fue hace media hora. Así que nadie estará molestando.
Me levanto y abro la puerta con cuidado de no despertar a mi tía que duerme plácidamente en una cama individual al lado de la mía. Voy a la sala y me meto en el colchón con cuidado de no despertar a Sebas, pero es inevitable cuando al abrazarlo, le muevo un poco las piernas para estar más cómoda. Él se mueve y a continuación abre los ojos.
— ¿Estás loca? —Susurra paranoico.
— Por ti— le obsequio una sonrisa.
El sonríe de regreso y me da un beso en los labios. Se acomoda y me abraza mientras enlaza su pierna con la mía, frente con frente y así nos acostamos a dormir.
Al despertar noto que Sebastián ya no está acostado, como de costumbre. Veo la hora y siento que es muy temprano pero decido levantarme para asegurarme de que está bien.
— No, abuela. Deja que yo lo hago. Yo estoy preparando el desayuno así que yo picaré el tomate—. Escucho cuando entro a la cocina y veo a mi abuela tratando de cortar los aliños.
— A Sebastián no le gusta que le digan cómo tiene que cocinar, abuela— digo ganándome la mirada de ambos—. Déjalo quieto.
— Está bien, sólo trataba de ayudar.
Y con la cabeza gacha sale de la cocina.
— ¡Bendición!
— Dios te bendiga— responde cortante.
Miro a Sebas y me acerco para saludarlo con un beso de piquito ya que no me he cepillado.
— Hola mi amor, cepíllate para que me des un beso digno de nuestro segundo mes juntos antes de que los demás despierten. Ya yo estoy listo.
— Okey.
Todos quedaron encantados con la comida de Sebastián, pensaban que no cocinaba pero los sorprendió a todos ¡Ese es mi chico!
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No soy suficiente
Teen FictionAmanda tiene 19 años, es una chica que parece segura de si misma, pero la verdad es que, a raíz de los constantes "no sirves para nada" de su padre, se ha creado una imagen de insuficiencia en ella misma. Amanda nunca había tenido un novio, hasta q...