No soy suficiente

Capítulo 8

Exactamente media hora después, oigo el carro de Sebastián aparcar dentro de mi cochera. Estoy lavando su ropa así que no salgo para darle la bienvenida, simplemente espero a que llegue. Me abraza por detrás y me toma de la cintura dándome besitos en el cuello, me volteo para verlo y esta sonriendo con una rosa del color azul en sus manos, el mismo azul de sus ojos. Me mira con entusiasmo y nerviosismo, la rosa frente a su pecho.

— Amanda Valentina Altobelli Fiore, ¿Quisieras dejar de ser mi amiga íntima para convertirte en no solo la dueña y señora de este hermoso cuerpecito, si no también en la domadora de este corazón lleno de cicatrices?— extiende la rosa hacia mí y la tomo en mis manos.

— ¡Sí! claro que quiero— le digo con genuina emoción, estoy tan roja como un tomate. Saca un anillo de platino poniéndolo en la palma de mi mano.

—Lee la inscripción— me dice mirándome con sus ojos llenos de anticipación. Leo la inscripción que está en letra cursiva por dentro del anillo.

Gracias por ser mi novia ♥

— ¡Por Dios!— solo un susurro logra escapar de mi boca.

— Escucha, ese anillo es muy importante para mí, iba a regalárselo a mi novia el día que tuvo el accidente— me mira con tristeza—. Cuando la encontré a centímetros de su carro volcado, tendida en el suelo, corrí hacia ella y la tomé en mi regazo, aún estaba consciente pero estaba muriendo, ella lo sabia. Llamé al hospital y ya la ambulancia venía en camino, le decía que resistiera y rápidamente saqué el anillo de mi bolsillo, se lo mostré, “amor no puedes irte, mira lo que compré para ti” le dije sollozando. “dice 'gracias por ser mi novia' ¿eh? No te parece lindo? Es para ti mi amor". Sonreí con tristeza y traté de ponérselo. Pero ella tomó mi mano y la cerro alrededor del anillo, trató de hablar y entre balbuceos dijo que me amaba y que guardara este anillo para dárselo a la próxima chica que llegara a mi vida, a la que de verdad valiera la pena y me hiciera olvidar el dolor de haberla perdido a ella. Yo le dije que se dejara de estupideces, que ella iba a estar bien pero poco a poco fue dejando de respirar y los ojos de Ana se cerraron, se cerraron para siempre—. Sebastián solloza por un momento y una lágrima sale de mis ojos sin poder contenerla, se limpia dos lágrimas que recorrieron sus mejillas y quedaron colgadas de su mentón sin atreverse a caer —. En ese momento mi corazón se destrozó por completo, no creía encontrar jamás una persona que me hiciera olvidarla y aún no lo creo. Pero te conocí a ti, tan diferente a ella. Me hiciste dejar de sentir todo aquel dolor con tus manías y loqueras en sólo cuatro días, me hiciste sonreír de nuevo. La ultima vez que lo había hecho fue hace dos años, no creí volverlo a hacer jamas y  aquí estoy contigo, riendo como un tonto mientras te doy gracias por querer ser mi novia. Vales la pena, mi pequeña calentona.

— ¡Woao! No se que decir.— confesé sintiendo todos esos sentimientos encontrandose listos para hacer explosión dentro de mí una y otra vez.

— Entonces no digas nada.— dijo él con una sonrisa amplia.

— Te quiero Sebastián, gracias por hacerme sentir especial— lo beso en los labios con toda la ternura que me hace sentir ese hombre.

— Eres especial, no sabes el poder que tienes sobre las personas— besa mi frente—. Te quiero Amanda.

—Por cierto, ¿De dónde sacaste esa rosa tan tarde?

— Ah. Eso... En mi casa hay muchas rosas azules plantadas— él me mira divertido y yo le sonrío.

Son las 6 de la mañana y estamos alistandonos para ir a la universidad, él preparó el desayuno, ¡Si que le gusta cocinar! No hemos dormido nada ya que después de que nos hicimos novios todo se puso caliente y pues... Solo diré que nos divertimos un poco.