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• SEGUNDO ACTO •CAPÍTULO DIEZ:LONDRES

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• SEGUNDO ACTO •
CAPÍTULO DIEZ:
LONDRES.

                    Amber iba sentada junto con Johnny en la parte delante del helicóptero, mientras que Ben, Sue y Reed compartían el asiento trasero

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                    Amber iba sentada junto con Johnny en la parte delante del helicóptero, mientras que Ben, Sue y Reed compartían el asiento trasero. Se dirigían a Londres y Amber apenas entendía lo que ocurría. En realidad, nadie comprendía del todo que era lo que estaba sucediendo.

      —Cuando aparezca, alejen la pelea de la multitud—, gritó Reed por arriba del sonido de las astas del helicóptero —. Es muy rápido para ser contenido.

      —Cuando vea plateado, atacó—, interrumpió Johnny.

      — ¡No!—, insistió Reed —. Seguimos el plan y trabajamos en equipo.

      —Oh, entonces, ¿somos un equipo ahora? ¡Eso es nuevo!—, gritó Johnny, dejando notar su molestia.

      — ¿De qué hablas?—, preguntaron Reed y Amber al mismo tiempo, aunque la castaña se limitó a preguntárselo al oído.

      — ¡Ya sabes de que hablo!—, le contestó Johnny a Reed, ignorando a su compañera.

      —Les íbamos a decir, chicos—, comenzó a decir Reed, adoptando un tono de disculpa.

      — ¿Cuándo? ¿Después de mudar sus cosas?—, replicó Johnny y Reed suspiró, sin saber que contestar.

      —Johnny, este no es el momento—, interrumpió su hermana.

      —El chico tiene razón, Reed—, intervino Ben —. Deberías habernos dicho.

      —Esta bien, esta bien; ¡ya basta! Lo discutiremos luego—, gritó Reed, imponiendo orden.

      — ¿Qué mierda les pasa?—, preguntó uno de los oficiales, pero nadie se molesto en contestarle.

      —Johnny—, murmuró Amber, acercándose a él pero asegurándose de no tocarlo —. ¿Qué sucede?—, volvió a preguntar. A base de lo que habían discutido, tenía sus teorías; pero no lo creería hasta escucharlo.

      —Reed y Sue quieren tener una feliz y hermosa vida solos, como personas normales—, declaró Johnny, dejando notar su molestia. Amber pensó en ello y creyó que no era tan malo. Claro, la pareja tuvo que haberlo dicho; pero, después de todo, ellos no iban a dedicar toda su vida a salvar al mundo. Pero, aunque difería, prefirió guardar silencio, ya que el ambiente estaba demasiado tenso como para meter otra opinión a la fuerza.

      Un agujero comenzó a formarse en medio del río Támesis, ganándose la atención de todos los presentes. El agujero creció, hasta que provocó una ola, la que provocó rajaduras en donde golpeaba. Todos observaron con terror como uno de los cables de acero se rompía y el conocido Ojo de Londrés comenzaba a tambalearse, amenazando con caer al agua.

      El helicóptero aterrizó y todos bajaron de el apurados. Corrieron hasta llegar al Ojo de Londres y, Sue y Amber se encargaron de frenar la caída de la conocida atracción. Ben ayudó a las chicas, levantando la gran construcción e intentando juntarla con el otro extremo. Reed sujetó parte de la estructura junto con la parte de la que antes se sostenía.

      Las personas bajaban de la atracción lo más rápido que podían cuando el agujero del río se agrandó severamente y este quedó hueco, dejando notar la aparición del Silver Surfer. Cuando este, después de mirar lo que había provocado, se alejó de allí. Johnny, con la intención de seguirlo, comenzó a volar en su dirección, pero uno de los cables sueltos le pegó, desviándolo y obligándolo a golpearse contra Reed. Todo se salió de control.

      Sue y Amber se vieron obligadas a retroceder. Mientras que Sue se concentraba en mantenerse de pie y, al mismo tiempo, sostener al estructura; Amber tuvo que bajar una de sus manos para mantenerse flotando, mientras que la otra iba dirigida a la atracción. Ben bajó considerablemente los brazos, recibiendo mucho más peso del que podía soportar.

      —Chicos, ¿qué hacen?—, gritó Susan.

      — ¡Ben! ¡Levántala más alto!—, gritó Reed y Ben, con mucho esfuerzo, logró hacerlo. Reed, ejerciendo uso de su notable inteligencia, concentró tantas llamas como pudo en la estructura, con la intención de calentar el hierro hasta que este se derritiera y uniera con el otro pedazo.

      Susan y Amber fueron capaces de dejar de ejercer su poder en contra de la atracción y ambas, agotadas, se tambalearon hasta el pavimento.

      — ¡Sue!—, gritó Reed, mientras corría en dirección a su prometida y tocó a Johnny, con la intención de intercambiar sus poderes. Reed ayudó a Susan a levantarse mientras que Amber intentaba simular que se encontraba bien. Johnny se acercó, con la intención de cooperar, pero Reed lo detuvo —. ¡No te acerques!—, declaró y Johnny se quedó quieto —. Antes de que mates a alguien—, agregó en un susurro mientras observaba a Susan. Johnny dio un paso atrás, dolido por su comentario.

      —Oh por Dios—, murmuró Ben, sin ser capas de desviar la mirada del río Támesis, el cual ahora se encontraba completamente seco. Todos centraron su atención en el río, cuando Amber cayó y, el único cercano a ella, la atrapó.

      Los poderes entre ambos cambiaban continuamente, provocando que todo a su alrededor temblará. Reed, de inmediato, se acercó a ellos y tomó a Amber en sus brazos. La chica, algo mareada, pasó su brazo por sobre sus hombros e hizo que dejará todo de temblar. Reed miró seriamente a Johnny y este levantó los brazos, intentando no demostrar lo mal que se sentía por no poder tocar a nadie.

 Reed miró seriamente a Johnny y este levantó los brazos, intentando no demostrar lo mal que se sentía por no poder tocar a nadie

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