𝟬𝟮𝟯 barnes

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• CUARTO ACTO •CAPÍTULO VEINTITRÉS:BARNES

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• CUARTO ACTO •
CAPÍTULO VEINTITRÉS:
BARNES.

• CUARTO ACTO •CAPÍTULO VEINTITRÉS:BARNES

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                   No. Rumania no firmó los acuerdos. El Coronel Rhodes supervisa la limpieza. ¿Consecuencias? Claro que habrán consecuencias. Obvio que puede citar lo que dije, porque acabo de decirlo. ¿Algo más? Gracias, señor-, cortó la llamada Tony Stark mientras Amber observaba la situación sentada en una silla.

      — ¿Consecuencias?—, preguntó Steve Rogers. El hombre a su lado, Sam Wilson, observó a Amber, quien le mantuvo la mirada de forma fría. La castaña se encontraba con una actitud más fría de lo normal en esa habitación llena de agentes del gobierno y políticos.

      —El secretario Ross los quiere juzgar a ambos. Le tuve que dar algo—, se justificó Stark y Natasha le hizo señas a Amber para que se acercara, lo cual ella hizo.

      —No me van a devolver el escudo, ¿no?

      —Técnicamente, es del gobierno. Las alas también—, contestó Natasha mientras el trío avanzaba.

      —Cuánta frialdad—, comentó Sam.

      —Más cálido que en la cárcel.

      Amber se dio la vuelta cuando escuchó a alguien entrar y, cuando vio a Reed, sintió como si el alma le volvió al cuerpo. Si bien, tanto Natasha como Tony le trataban bien, nunca sería lo mismo que trabajar con alguien que conocía de hace años.

      —Hasta que llegas—, murmuró Amber al científico, quien le dedicó una simpática sonrisa aunque sabía que ambos estaban enfrascados en la misma situación. Tanto Reed como Amber creían que el Tratado era lo mejor, justo el contrario que los hermanos Storm, por lo que múltiples veces se veían atrapados en discusiones infinitas que sólo lograban rasgar aún más la relación.

      —Johnny estaba muy preocupado por ti, él me apuró a que viniera—, confesó Reed y Amber sonrió un poco. No importara cuanto pelearan entre ellos, ambos seguían preocupándose el uno por el otro —. Y, ¿de qué me perdí?

      —Capturaron a Barnes, junto con Rogers y Wilson, quienes querían ayudarlo, y el rey de África—, contó Amber mientras observaba a la oficina transparente en medio de la habitación, donde el Capitán América y Iron Man hablaban.

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