CAPÍTULO 18: Entre grandes archivadores

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Foto del capítulo: Wendy Miller 

Punto de vista de Wendy:

  - Noah, que casualidad, ¿qué haces aquí? – Intento decir como si nada.

- He solicitado una cita con James – dice, mientras yo busco los archivos con la mirada. Creo que los he encontrado, están junto a una planta de plástico y una ventana.

- Si no te importa Wendy, ¿puedes cerrar ya la puerta? – dice James ¿Pero quien se cree al decirme eso?

- Si, si ya me iba –digo dándole un último vistazo al despacho.

Finalmente cierro la puerta. ¿Cómo se supone que lo voy a descubrir si James está a toda costa todo el rato? De repente, un hombre sale de una puerta. Debe de ser su oficina. Va con un sobre en la mano, debe de ser su caso. ¿A dónde va con el sobre? ¿Y si lo lleva algún lugar dónde se tienen que archivar? Se sube en el ascensor y asciende a la planta 15. ¿Qué debe de haber allí? Me subo al ascensor vecino y pulso el mismo botón. El elevador me lleva a un pasillo muy iluminado, debe de ser por la gran altura. Veo que el desconocido entra en una sala, pero debo quedarme aquí hasta que salga.

Hecho un vistazo por el ventanal y me da vértigo de solo ver la vistas. Son tan...increíbles. El cielo tiene un precioso color sereno y poco a poco se va convirtiendo al purpura de la noche. En el horizonte, puedo observar como se aproximan nubes de lluvia. Pero de momento tengo tiempo para entrar en esa habitación. El hombre sale y me mira.

- Disculpe, ¿Qué haces aquí? – dice intentando parecer modesto.

- Estoy esperando a mi padre - ¿Wendy por qué dijiste eso?

- ¿Y quién es tu padre? – ¿Y a ti que te importa?

- James Denovan – digo afirmando, como si fuera algo súper obvio.

- ¿Esta casado? ¿Tiene hijos? – dice con un ceño fruncido constante.

- Claro que si ¿no te lo ha dicho? – Sé que me estoy poniendo en problemas, pero debo saber que le pasa a Noah.

- Pues no.. bueno que pases un buen día – y le dedico una de las sonrisas más falsas que tengo, de esas que siempre me sacan en apuros.

Por fin no hay moros en la costa y puedo entrar con toda la calma del mundo. Abro la puerta y todo esta súper obscuro.

Como si el mundo se hubiese apagado por unos instantes.

Dando caricias a la pared y con la mirada clavada en la obscuridad encuentro el interruptor. Una vez que la luz de bajo consumo se enciende consigue iluminarme todo lo que quería ver. Cuatro grandes archivadores se elevan ante mí.

Después de media hora mirando entre archivos y más archivos solo me he enterado de que Joanne y Jay se han divorciado en agosto. No está el caso Andersen, probablemente porque no está acabado. Así que solo me queda una opción, colarme en el despacho de James.

Finalmente bajo del ascensor y me encuentro en el vestíbulo de abogados, salgo de allí tan rápido que solo en cuestión de segundos desaparecen los sonidos de las conversaciones distantes y no oigo más que los sonidos de los impacientes taxis y de la gran ciudad. La lluvia que había observado desde el ventanal da sus primos signos de vida y yo aun tengo que cruzar todo Wall Street.

"¿Por qué siempre yo?" – Repito para mis adentros.

Me pongo la capucha de la sudadera negra y empiezo a correr bajo la lluvia. Si no me doy prisa se hará de noche y mi mamá cree que solo le he llevado el almuerzo. Al intentar cruzar la calle un coche casi me atropella. Me volteo a ver la cara del conductor y veo que es el chico nuevo, Brooklyn. Sale del coche y me coge del brazo.

- ¿Estás bien? – pregunta una y otra vez a lo que yo solo asiento con la cabeza – Estas mojada, déjame que te lleve.

- No hace falta, no te quiero hacer molestias – digo intentando salir de allí.

- Nunca me harías ninguna molestia, ven sube al coche – y me acerca la mano para que suba.

Una vez dentro del coche me quedo mirándolo. No está mal. También lleva capucha pero aun no entiendo por qué si esta dentro del coche. Finalmente rompo el silencio con la pregunta que tenia en la cabeza desde que subí al coche.

- ¿Tienes coche? – me quedo atontada mirando ese precioso coche.

- No, este es de mi padre pero pronto tendré uno – y además tienen dinero.

Los siguientes diez minutos se las pasa hablando de su carné y de su mudanza aquí en Nueva York. Hasta que finalmente llegamos delante del portal. El también baja del coche.

- Muchísimas gracias- digo intentando que el portero no nos vea.

- De nada, y buenas noches – y me da un abrazo. No sabía que era tan tierno, y además estoy mojada. ¿Cómo que buenas noches? Miro el cielo y veo que es de noche y rápidamente apresuro el paso y me adentro a mi apartamento dedicándole una sonrisa al portero como si no hubiera ocurrido nada.

 ¿Cómo que buenas noches? Miro el cielo y veo que es de noche y rápidamente apresuro el paso y me adentro a mi apartamento dedicándole una sonrisa al portero como si no hubiera ocurrido nada

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Brooklyn Stones

Nota del autor:

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