Capitulo 12

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Ella seguía en el hospital. Sin dar señales apenas. Solo en coma. Los bebés estaban comenzaban a moverse en su vientre. Temo que les pase algo y que esté así por mi puta culpa.

- Oiga, ¿Porqué no va a descansar?- Dijo una enfermera.

- Quiero estar aquí en cuanto despierte.

Así pasaron los días, las semanas y por desgracia los meses. Los bebés vivían pero ella no parecía dar señales con ganas de luchar. Maddie me odia, bueno yo también me odio. He dejado de lado el boxeo, al menos hasta que Alexa despierte. 

No creo que ella vuelva a confiar en mi.

Rozo con mis dedos su rostro conectado a maquinas y su cara llena de magulladuras. Ella destrozó el cristal y cayó de espalda al suelo. La mujer con la que me besaba resultó ser mi ex. No recordaba nada, no sabía que hacía, solo la encontré en la fiesta y me tendió una copa de whisky que acepté de buen gusto.

Algo llevaría, o a lo mejor me emborraché muy rápido, más de lo normal.

Pasaba mis manos por su vientre y mis pequeños pegaban pataditas hasta ser notadas. 

Mi teléfono comenzó a sonar.

- ¿Diga?

- Jason.- Era mi amigo.

- ¿Que quieres?

- Hoy hay una pelea. Tú contra un aspirante al título.

- No me importa. Es más importante mi familia.

- Escucha- Pausó.- Solo debes hacer ésta pelea y podrás retirarte.

- No quiero retirarme.

- Pero si te rindes, pierdes el título hermano.- Se digirió.- Tardaste años en conseguir el maldito título, no vaya a perderlo.

- Está bien. Voy para el gimnasio ve allá y ahí nos vemos.- Colgó.

Fui hacia la cama y tocó por última vez su barriga.

- Papi volverá pronto. Os amo.

***

Entré al gimnasio y parecía haber sido un siglo que no había entrado aquí. Busqué a mi entrenador personal y cuando me vio me sonrió.

- Hola Jace.- Dijo riendo.- Vienes a prepararte seguramente, ¿Empezamos?

- Claro.- Sonreí con tristeza. No entiendo por qué me sentía así pero me sentía vacío. Sin nadie que dijese "No vayas, deja eso, algún día te harán mucho daño" Siempre me miraba con tristeza.

Comencé con el saco dándole lo más fuerte que podía. No sé que es lo que me pasaba, sentía rabia, dolor acumulado de todo. No sabía por que era, solo sabía que lo sentía dentro de mi.

***

Ya estábamos en el ring, El aspirante al título parecía lleno de miles de emociones por explotar. No sé de donde es, pero miedo a mi no me daba. Pelear con este sujeto será como las cosquillas en los pies. O un baile de High School Musical.

Sonó la primera campana que daba el comienzo a la primera ronda del boxeo. 

Chocamos puños. Y estaba mi entrenador y John en la esquina.

Intentó darme un puñetazo por el lado izquierdo pero lo esquivé. Yo fui a por el tronco, mejor dicho a por el hígado, ese es el punto fuerte de todo luchador. 

Al despistarme me pegó un puñetazo en el pómulo izquierdo y ese mismo se hinchó y comenzó a sangrar.

Tenía agallas el muchacho, pero no más que yo. Tenía mucho que dar y no era para nada amor. Era diferente, lo contrario del amor, odio. Odio a querer quitarme lo que tanto tardé en conseguir. Odio a querer golpearme. Odio por ser yo.

***

íbamos por el séptimo asalto. Apenas veía por el ojo izquierdo. Quemaba pero él estaba peor que yo. Ambos seguíamos en pie ninguno se rendía. Me sentaron en la esquina a refrescarme y a limpiarme un poco las heridas.

- Estoy hasta los huevos Jason- Gritó John desesperado.- Sal ahí y machacale de una puta vez. - Suspiró.- Utiliza esos golpes contra la rabia, contra el dolor, llénalos de ese vacío que tienes ahora mismo, ese del que me hablabas, utiliza todo lo que te hace y te ha hecho daño. Pero ahora. No esperes más.

Sonó la campana del último asalto. Octavo y último. 

Imágenes de esa noche en la que salí de fiesta, aquella noche en la que esa hija de puta me besó, en la que cogió mi maldito teléfono y la jodió. Su atropello, su caída, su coma, su no despertar. Todo por culpa de esa perra sin escrúpulos que jodió todo lo que tenía. Todas esas imágenes recobraban vida en mi mente.

Y de mi mente, a mi corazón, éste último bombeaba con tal fuerza que no paré de golpearle hasta que estaba en el maldito suelo. Me separaron el arbitro, mi entrenador, su entrenador y mi amigo.

Nunca me había comportado de tal manera. Pero me relajé mucho.

***

Final de la pelea. No me arrebató mi título. Pero él acabó reventado. 

Me duché. Me alisté. De vuelta al hospital.

Él es el BoxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora