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Me desperté sobre las once y no había nadie en casa, Jason se había llevado a los peques. Me levanté para tomarme una pastilla. Cada paso que daba me sentía muy mareada y perdiendo fuerzas. 

Me agarraba con fuerza a los muebles. Me dolía mucho el vientre, mi visión se iba y volvía. Cada vez más rápido. Me agarré al mueble de la cocina para entrar, pero mis fuerzas no aguantaron más y caí de rodillas, intenta aguantando el poco aire que entraba por mis pulmones de lo nerviosa que me estaba poniendo.

Respiraba lentamente, intento apoyar un pie para levantar y estiro del mármol. Pero me cuesta muchísimo.

No puedo moverme, debo mantener las rodillas en el suelo y no moverme, o vomitaré y me desmayaré. Me está entrando un asco todo.

Oigo la puerta abrirse.

- Hola- Dice sonriente Jason entrando de espalda con el carrito.

- Buenas.- Digo muy flojo.

- ¿Cómo te has levantado?- Dice mientras se gira para verme.- Has tenido mejores días.

- Capullo.- Se ríe. Viene y me coge en brazo.

- Seré un capullo pero seguro que parte de ese amor es por eso.- Dice y sonrío.

- Sigues siendo mi capullo. Ja, ja.

- ¿Cómo que estabas ahí tirada?- Pregunta.

- No sé, me he levantado y acabé ahí. Me estaba mar... Mar...- Me pongo una mano en la cara.- Me estoy mareando.- Me abraza.

- Bueno, no te preocupes que hoy está aquí. He llevado a los niños primero al médico. Tienen mocos, pero eso es normal siendo primavera. Con la lluvia. A lo mejor, la que se sentía mal eras tu. Y te pensabas que eran los niños.

- ¿Tú que eres tonto?- Digo un poquito borde.

- Eh, quien sabe.- Se ríe. Eso mejor mi humor.

- Bueno, ¿con Leyra qué?- Pregunto.

- Bueno, las pruebas bien y la siguiente semana sabremos que es. Espero que humano.- Se ríe.

- ¿Estás contento?- Le pregunto aunque no quiero saber la respuesta.

- Si, bueno no me mal interpretes, no es que me guste la idea de tener que pasar con ella estos momentos, preferiría que fuesen contigo.- Me pongo triste.

- Pues no se.- Miro a la nada. Me levanto con las fuerzas que me quedan, me pongo firme y me cojo la botella de Ratafia y me sirvo un chupito.

Sí, soy madre y son casi la una del mediodía, aunque vaya en pijama me merezco un chupito por toda esta maldita mierda.

- ¿Qué haces?- Me pregunta.

- ¿Quieres?- Le pregunto como respuesta.

- No, pero hace cuestión de nada estabas tirada en el suelo mareada.- Dijo algo enfadado.

- Bueno, pues necesito un chupito. Hoy has dicho que te quedas con los niños, ¿no?- Asiente.- Bueno pues me voy a la habitación secreta. - Cojo la botella. Un par de sandwiches y me voy a la habitación. Le pongo el pestillo y mientras bebo de mi copa me pongo música desde la tele.

- Ahora que vuelvo a ser, 

dice el corazón que nunca es tarde, 

que tengo mil razones para amarte.- Canto lo que escucho, mirando la luz que entra por la ventana.

Pica a la puerta.

- Amor, abre.

Aflojo un poco la música y abro.

Él es el BoxeadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora