Capitulo 1

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Me desperté temprano en la mañana, pero me quedé acostada en la cama un rato más, hoy era mi cumpleaños y quería descansar, así que tome un libro y comencé a leer. Después de un rato, tuve que bajar a desayunar porque la abuela me llamaba.

-¡Levántate! -me gritó.

-¡Voy! -grité de vuelta.

Baje corriendo y para variar me caí en el ultimo escalón. ¿Y que pasó? De cara al piso.

-Ten cuidado Charlotte -me dijo mientras se reía.

-Esta bien, abuela -me sacudí el polvo y le sonreí.

-Feliz cumpleaños, ahora que ya estás de pie -me dijo, aún riéndose.

-Gracias abuela, pero sé que por mas que quiera quedarme, tengo que ir a clases -reí también-. ¿Por qué justo el primer día de clases tenía que ser en mi cumpleaños? ¿Y por qué...?

-Deberías irte ya, Charlotte -dijo mi abuela, viendo que empezaba a hacer tiempo.

-Esta bien abuela, adiós -la besé en la mejilla y salí.

Mi primer día, estaba nerviosa. Obviamente. Creo. Iba caminando hacia el colegio sumida en mis pensamientos cuando choqué con alguien:

-Lo lamento, no te vi -me dijo. 

-No importa, es que iba distraída -le dije sonriendo-, por cierto soy Charlotte, ¿y tú?

-Yo soy Harry -me dijo sonriendo también.

-Muy bien Harry, tengo que irme, tengo clases -creo que eso sonó seco y descortés.

-Yo también tengo clases -me dijo-, así que vamos juntos -claro, ¿y si no vamos al mismo lugar?-. Dime Charlotte, ¿a que curso vas?

-Voy a quinto año, ¿y tú Harry? -le pregunté.

-Yo también -me respondió-, pero no te había visto nunca antes, ¿eres nueva acaso?

-Sí, este vendría a ser mi primer día en aquel colegio -contesté señalándole el edificio, ya que íbamos llegando, y le sonreí-, así que espero que me puedas dar un tour por el colegio -viendo ya que íbamos al mismo lugar.

-Si claro, ¿por qué no? -dijo sonriendo él también-. Bueno vámonos.

Y así conocí a mi primer amigo, o lo que esperaba que fuera mi amigo. Al entrar al salón, me di cuenta que Harry se sentaba solo, así que me senté con él, aunque no duré mucho tiempo en la comodidad de mí asiento, pues a la profesora no se le ocurrió mejor idea, que hacer que me presentara en frente de toda la clase. Vaya día. Resulta que a Harry no le iba tan bien en cuanto a notas, pero no era porque él no tuviera la capacidad, sino que era porque no lo dejaban poner atención en paz. Empecé a ayudarlo, explicándole a lo largo del día todo lo que estábamos viendo, y todo lo aprendió bien, así que subió sus notas, y la profesora lo felicitó.

Desde este primer día, Harry y yo nos hicimos unos amigos inseparables, y en poco tiempo nos convertimos en mejores amigos, llegando a conocernos un montón. Él me había contado que sus padres habían muerto en un accidente de auto cuando él era un bebé, según lo que le habían dicho sus tíos, los cuales según él, eran horribles y prácticamente lo torturaban, además de humillarlo y hacerle ver qué obviamente no era bienvenido allí, de maneras como por ejemplo haciéndole regala caros a su primo Dudley, y a él con suerte dejándolo respirar. Cuando me contó todo esto, al principio no lo creí, pensé que era demasiado malo como para ser verdad, pero luego me miró a los ojos y supe que era verdad. 

Por mi parte también le conté mi historia, que en ese momento no me parecía tan mala como antes me lo habría parecido. Le conté que cuando era una bebé, me habían encontrado sola en las orillas de un bosque, en una canasta con apenas una manta con mi nombre encima, y que luego de eso me habían llevado a un orfanato que había a unos cuantos kilómetros de allí. Pasé un buen tiempo allí, hasta que cumplí los cuatro años, luego el orfanato no podía correr con los gastos de tantos niños, así que tuvieron que cerrar, enviando a todos a otros orfanatos.

Cuando llegue a mi nuevo refugio, junto a unos cuantos niños más, encontramos el trato horrible, lo recuerdo bien, dado que allí apenas comí y me la pasaba enferma. Tampoco pasé mucho tiempo allí dado que en una ocasión, uno de mis amigos, que tenía edad suficiente como para reconocer el maltrato que pasábamos, escapó, y encontró a un adulto que denunció al lugar y nuevamente tuvimos que ser trasladados. Al llegar al nuevo lugar, tenía siete años, y salí de allí con ocho. A los nueve salí del último orfanato, porque al fin alguien me había adoptado. Ese alguien eran mis actuales tutores, una pareja de ancianos, a los que yo felizmente llamaba abuelos. Ellos me dieron su apellido: "Fence", ya que la única información que había de mí, era mi nombre y mi edad, y por supuesto, mi historial con orfanatos. Al terminar de contarle, me quedó mirando con una cara de sorpresa, pero luego me sonrió y mejor cambiamos de tema. 

Con el paso del tiempo, empezaron a ocurrir cosas raras a nuestro alrededor, nosotros no teníamos ni la más mínima idea de porque ocurrían, por ejemplo, un día íbamos caminando por el patio del colegio, y de repente, los papeles que teníamos en las manos empezaron a irse por el aire mientras nosotros intentábamos alcanzarlos. Al cabo de unos segundos, la banda de Dudley empezó a perseguirnos para golpear a Harry, así que nosotros corrimos, aunque no por mucho tiempo, porque de la nada no eran solo los papeles los que estaban quedándose en el techo de la cocina del colegio; ¡nosotros también estábamos allí! 

Tal era nuestra sorpresa, que no se nos ocurrió pensar en qué pasaría si nos encontraban allí, así que no nos bajamos de inmediato, si no que nos quedamos ahí sentados, y con la respiración agitada por la adrenalina. Por supuesto nos encontraron y nos llevaron con la directora, ella nos pidió explicaciones, pero nosotros tampoco sabíamos que era lo que había pasado, así que ella enfureció y nos mandó a clase. Quedaba poco de estás, así que no estuvimos mucho rato, aunque eso no era todo lo que había hecho la directora. Les había enviado cartas a los tíos de Harry y a mis abuelos, diciéndoles que nosotros estábamos saltando por los techos del colegio. De esto nos enteramos al llegar a casa, claro está. Yo tuve suerte, mis abuelos me creyeron, aunque sonara muy fantástico, y simplemente me dijeron que tuviera más cuidado. Aunque por lo que Harry me dijo, a él no le fue tan bien como a mí.

Entre incidente extraño e incidente extraño, pasó todo el año de clases, y ya estábamos de vacaciones. Harry y yo nos quedabamos ratos en el parque que había cerca y en uno de esos paseos, Harry estaba triste, así que decidí preguntarle si había algún problema.

-¿Que te pasa Harry? -le pregunté-. Estas muy callado, te ves decaído y eso me preocupa mucho, ya sabes que no me gusta verte triste, si tienes que decirme algo dímelo y no te lo guardes, ¿está bien?

-Esta bien, pero sentemonos allá -señaló una banca que había cerca.

-Sí, por supuesto -le respondí calmada.

Nos sentamos y él me empezó a contar todo, que sus tíos se lo iban a llevar a otro lugar por culpa de las cosas raras que pasaban a nuestro alrededor, y porque le habían empezado a llegar unas cartas con su dirección escrita en tinta verde esmeralda.

A mi también me habían llegado cartas como esas, pero mi abuela me había prohibido decirle a nadie, así que no le dije, pero me sentí muy culpable no haciéndolo. Así que cuando me pregunto si sabia algo del tema, solo baje la mirada y negué, abatida por dentro, pero tuve que disimular. Creo que Harry notó que le ocultaba algo, pero si lo hizo, no lo dijo. Luego de uno o dos días, Harry se fue, así que ya no salía al parque, simplemente me quedaba en casa, preguntándole a la abuela y a el abuelo porque no me dejaban leer las cartas que llegaban cada día en mayor cantidad, aunque, sin obtener ninguna respuesta, por ninguna de las dos partes. Espero poder volver a ver a Harry pronto.

Charlotte Y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora