Capítulo 22 (Final)

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¿Escuchar voces es señal de estar loca? Si es así, entonces creo que soy una de las mayores locas del mundo. Sobre todo porque escucho al mismo señor que estaba en el callejón Diagon en Navidad, diciendo que sabe dónde están mis padres. Luego, son muchas voces, o al menos eso creo yo. No se entiende lo que dicen. Oh, esperen, ahora se empieza a entender mejor, mis párpados ya no pesan tanto como antes. Y me duele la cabeza como si no hubiera un mañana.

 Un momento, la Piedra, Voldemort, Harry, Quirrell. Un montón de imágenes llegaron a mi cabeza de una sola vez. Y abrí los ojos de golpe, respirando agitadamente. Me encontraba recostada en una cama con sabanas blancas y con cortinas rojas y, oh, claro, es la enfermería. Me volteé y ví al profesor Dumbledore y a Harry mirándome. 

-Hola profesor -fue lo único que se me ocurrió decir. 

-Hola, señorita Fence, veo que ya despertó -me dijo amablemente-. Justo ahora, con el señor Potter, habíamos terminado de hablar sobre los sucesos ocurridos recientemente. 

-Oh, sí -respondí yo-. ¿Qué pasó con la Piedra? ¿Y con Quirrell? ¿Y... y con Voldemort?

-Tranquila, señorita Fence -dijo con calma-. La piedra fue destruida, mi amigo Nicolás y yo pensamos que era mejor así. El profesor Quirrell ya no está aquí, porque al Voldemort dejar su cuerpo, él murió. Y en cuanto a Voldemort, su regreso al poder fue retrasado por ustedes. 

El profesor sonrió y luego se fue. Eso fue directo. Miré a Harry y le pregunté: 

-¿Estás bien? 

-Claro -me respondió-. ¿Y tú? Quirrell hizo que te golpearas la cabeza muy fuerte. 

-Ya veo porque me duele -dije sonriendo-. Sí, estoy bien, ¿has visto a los chicos? 

Harry estaba negando con la cabeza, cuando se escucharon golpes en la puerta. Madame Pomfrey nos dijo que eran Hermione y Ron, pero que tendrían que quedarse afuera. 

-Sólo cinco minutos -supliqué. 

-Ni hablar. 

-Usted dejó entrar al profesor Dumbledore... -insistió Harry. 

-Bueno, por supuesto, es el director, es muy diferente -nos dijo-. Tienen que descansar. 

-Pero estamos descansando, mire, acostados y todo lo demás -siguió Harry-. Oh, vamos, señora Pomfrey... 

-Oh, está bien -cedió ella-. Pero sólo cinco minutos. 

Y entonces dejó entrar a Ron y a Hermione. 

-¡Harry! ¡Charlotte! 

Hermione parecía lista para abrazarnos, pero se contuvo, cosa que agradecí, ya que aún me dolía la cabeza. 

-Oh, chicos -nos dijo-, estábamos tan preocupados... Y Dumbledore también... 

-Todo el colegio habla de ello -dijo Ron-. ¿Qué es lo que realmente pasó? 

Miré a Harry y él me miró de vuelta. Luego empezamos a contarles la historia, les contamos todo: Quirrell, el espejo, la Piedra y Voldemort. A decir verdad, Ron y Hermione eran muy buen público, ponían las expresiones adecuadas en los momentos adecuados, y cuando Harry les contó lo que había debajo del turbante de Quirrell, Hermione gritó muy fuerte. 

-¿Entonces la Piedra no existe? -dijo por último Ron-. ¿Flamel morirá?

-Eso es lo que yo dije -mencionó Harry-, pero Dumbledore piensa que... ¿cómo era? Ah, sí: «Para las mentes bien organizadas, la muerte no es más que la siguiente gran aventura».

Charlotte Y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora