Capitulo 2

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Un día de repente llegó a casa un señor muy grande (en serio muy grande), y me dijo que tenía que ir con él a buscar a un chico. Al principio protesté, pero la abuela me dijo que fuera, que él era de fiar, así que terminé aceptando. Me dijo que se llamaba Rubeus Hagrid y me entregó una de las cartas que los abuelos me habían estado ocultando. La carta decía así:

"Colegio Hogwarts de Magia y hechicería 

Director: Albus Dumbledore (Orden de Merlín, Primera Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Confederación Internacional de Magos).

Querida Srta. Fence:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de un puesto en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor,observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente
Minerva McGonagall
Directora adjunta"

No pude leer mas porque aquel que se hacía llamar Hagrid, me dijo que teníamos que ir a buscar al chico, le pregunté quien era y me dijo que pronto lo sabría, que no teníamos tiempo, así que me quede con la duda y simplemente llevé algunas cosas, como una bolsa de papas fritas para el camino. Viajamos en un pequeño bote a través del mar hasta llegar a una roca, en donde había una cabaña, bastante desolada, y viéndose como si se fuera a derrumbar en cualquier momento, y de la nada recordé que al día siguiente sería el cumpleaños de Harry y no le tenía un regalo. 

Quise que Hagrid me dejara volver para comprarle algo, o hallar algún modo de conseguirle algo, pero me hizo callar, ya que según él, estábamos llegando ya, aunque yo no veía nada más que la oscura casa. Me estaba quedando dormida, cuando empezó a llover, así que desperté de inmediato, para ver que habíamos llegado a la orilla de aquella casona. Hagrid, que estaba amarrando el bote a la orilla, me preguntó si necesitaba algo de allí, le dije que no, pero le pedí que me dijera que hora era. Faltaba un minuto para que Harry cumpliera años. Treinta segundos... veinte... diez... nueve... me pregunto si estará durmiendo o estará despierto... tres... dos... uno...

Me sobresalté cuando Hagrid llamó a la puerta haciendo que la cabaña se estremeciera. Nadie abrió, así que Hagrid llamó de nuevo.

-Hagrid, ¿seguro que es el lugar correcto? -le pregunté mirando hacia arriba-. La verdad no creo que alguien viva aquí.

Él sólo me sonrió y se escuchó una voz, preguntando por quien llamaba y amenazando con que estaba armado. Hagrid no parecía preocupado, hizo una pausa, y así como si nada, derribó la puerta, sacándola de sus goznes. Él pasó por delante de mí y entró conmigo siguiéndolo de cerca. Al estar ya adentro, Hagrid tomó la puerta y nuevamente sin esfuerzo, la volvió a colocar en su sitio. Salí un poco de detrás de Hagrid y vi que el chico al que habíamos ido a buscar, era nada más y nada menos que el mismísimo Harry.

-¿Lottie? -preguntó el recién nombrado apenas me vió. Me paré en un lugar más iluminado-. ¡Lottie!

Me acerqué rápidamente para poder abrazarlo.

-¡Charlotte! -me dijo sonriendo cuando nos soltamos-. ¡Eres tú! Te extrañé mucho Lottie.

-Yo también te extrañé mucho Harry -le dije yo luego.

Luego Hagrid le explicó a Harry, pese a los intentos de su tío por detenerlo, que sus padres habían sido famosos, y que no habían muerto en un accidente de auto, sino que habían sido asesinados por un mago malvado, que le había dejado la cicatriz en forma de rayo que tenía en la frente. También le dijo que era un mago, y le entregó una de las cartas que me había dado antes a mí, agregando que al día siguiente tendríamos que ir a el Callejón Diagon, a comprar algunas cosas, y luego me preguntó a mí sí Harry se podría quedar conmigo el resto de las vacaciones, hasta que fuéramos a Hogwarts, a lo que dije que sí, que no había problema.

Al día siguiente me desperté lista para irnos, y al ver que Harry seguía dormido, lo hice levantarse también. Cuando llegamos a Londres, lo primero que hicimos fue ir a Gringotts, el banco de los magos, el cual era dirigido por gnomos. Luego revisamos la lista de útiles que estaba en una hoja que no habíamos visto el día anterior, y lo que más captó mi atención, fue la varita mágica. Para comprar los uniformes, fuimos a una tienda que tenía un letrero que decía: "Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones". 

Madame Malkin fue bastante amable con nosotros, al contrario que un rubio platinado que nos encontramos allí dentro. Se la pasó preguntándole cosas a Harry sin ningún tacto, fue una total pesadilla. Después fuimos a comprar los libros, el caldero, la balanza, el telescopio y luego fuimos a comprar la varita. Aunque antes de eso fuimos a comprar nuestras mascotas, es decir Hagrid le regaló la suya a Harry, por su cumpleaños, acordándome que yo también le tenía que comprar algo. Los dos obtuvimos lechuzas, la de Harry, Hedwig, era una hembra blanca como la nieve. Y la mía, Lucy, era de cabeza blanca que iba oscureciéndose en tonos cafés, haciendo un degradado. 

En cuanto a las varitas, la de Harry era de acebo y pluma de fénix, veintiocho centímetros, bonita y flexible. Y la mía era de sauce y pelo de unicornio, veintiséis centímetros, bonita y también flexible. Luego de todas las compras, volvimos a casa con mis abuelos y pasamos el resto del tiempo hasta tener que irnos, allí. Pasó el mes que quedaba unos tuvimos que ir a King Cross. Hagrid nos llevó hasta allí, pero no nos acompañó por mucho más rato, pues nos dijo que se tenía que ir. 

Nosotros quedamos desorientados porque no sabíamos que hacer, ni como llegar al lugar, y quedamos así hasta que vimos a una numerosa familia de pelirrojos, la cual se quejó de que estaba lleno de muggles, hecho que nos indico que eran una familia mágica, a la que pedimos ayuda, y la madre, bastante amable, a decir verdad, nos indicó que debíamos atravesar la pared. Harry y yo nos miramos, y luego sin pensarlo mucho corrimos hacia la barrera, esperando chocar. Pero no. Llegamos a una estación bastante poblada, en la que había un tren que decía: Hogwarts.

Charlotte Y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora