Capítulo 17

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Durante la semana siguiente, Draco estuvo sonriendo de manera muy sospechosa y mucho más de lo habitual, cosa que ponía nerviosos a los chicos, y a mi también, claro. Como consecuencia, pasábamos la mayor parte de nuestro escaso tiempo libre en la cabaña de Hagrid, intentando que entrara en razón sobre el dragón.

-Déjalo ir -lo instaba Harry-. Déjalo en libertad.

-No puedo -respondía nuestro gigantesco amigo-. Es demasiado pequeño. Se morirá.

En ese momento me volví para mirar el dragón. Este había triplicado su tamaño, en tan solo una semana. Ya le salía el humo de las narices. Además Hagrid ya ni siquiera cumplía con sus deberes de guardabosques porque el "pequeño" dragón ocupaba cada segundo de su tiempo. Había botellas vacías de brandy y plumas de pollo regadas por todo el suelo. Si un muggle entrara aquí y viera esto, quitando a Hagrid y al dragón, seguramente pensaría que algún vagabundo, o incluso un borracho vive aquí. 

-He decidido llamarlo Norberto -dijo Hagrid sacándome de mis pensamientos, con los ojos húmedos mirando al dragón-. Ya me reconoce, miren. ¡Norberto! ¡Norberto! ¿Dónde esta mamá?

-Ha perdido el juicio - nos murmuró Ron a lo que yo asentí dividida entre la diversión y la preocupación.

-Hagrid -dijo Harry en voz bastante alta-, espera dos semanas, y Norberto será del tamaño de tu casa. Malfoy se lo contará a Dumbledore en cualquier momento.

Hagrid se mordió el labio.

-Yo... yo sé que no puedo quedarme con él para siempre, pero no puedo echarlo, no puedo.

De repente, Harry se volvió súbitamente hacia Ron.

-Charlie -dijo.

-Harry, ¿tienes fiebre? -le pregunté sin entenderlo.

-Tu también estás mal de la cabeza -le dijo Ron-. Yo soy Ron, ¿recuerdas?

-No... Charlie, tu hermano -dijo Harry y empecé a comprender-. En Rumania. Estudiando dragones. Podemos enviarle a Norberto. ¡Charlie lo cuidará y luego lo dejará vivir en libertad!

-Es una brillante idea, Hagrid -dije sonriendo.

-¡Es genial! -dijo Ron-. ¿Qué piensas de eso Hagrid?

Luego de muchos intentos de convencerlo, al final Hagrid aceptó que enviáramos una lechuza para pedir la ayuda de Charlie.

La siguiente semana pareció alargarse más de lo usual. La noche del miércoles nos encontró a Harry, Hermione y a mi sentados en la sala común, bastante después de que todos se fueran a dormir. El reloj de pared acababa de dar las doce campanadas, cuando el retrato se abrió de golpe. Ron surgió de la nada, al quitarse la capa de invisibilidad de Harry. Él había estado en la cabaña de Hagrid, ayudándolo a alimentar a Norberto, que ya había empezado a comer ratas muertas.

-¡Me ha mordido! -nos dijo, enseñando su mano envuelta en un pañuelo ensangrentado-. No podré escribir en una semana. Les aseguro que los dragones son los animales más horribles que conozco, pero para Hagrid es como si fuera un osito de peluche. Cuando me mordió, me hizo salir porque, según él, yo lo había asustado. Y cuando me fui, le estaba cantando una canción de cuna.

Iba a decir que no era tan raro eso viniendo de Hagrid, por lo menos hasta dónde lo conocíamos, pero de repente se oyó un golpe en la oscura ventana.

-¡Es Hedwig! -dijo Harry, corriendo para dejarla entrar-. ¡Debe traer la respuesta de Charlie
Los cuatro juntamos las cabezas para leer la esperada carta.

Charlotte Y La Piedra FilosofalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora