Capítulo 9- II

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>>Los demás estaban dispuestos a negar con la cabeza, con sonrisas todavía en sus caras que milésimas después se borraron a causa de un sonido pegadizo. Una canción. Exactamente, un tono de llamada.

Una llamada entrante al móvil de Zane...

Todos quedamos mudos mientras observábamos estupefactos el aparato que no paraba de emitir ese sonido que tanto tiempo llevábamos sin escuchar.

A la vez nos levantamos de la mesa del comedor y corrimos hacia la estantería dónde se encontraba el teléfono y al llegar, nos paramos a mirarlo asombrados.

-¿Quién contesta?- Preguntó Harry.

-Tú.- contestó Ed.

-No, yo no. Tú.- rechistó el chico de pelo rizado.

-¡Que conteste alguien, pero ya!- vociferó Momo, siempre mostrando su carácter. Harry cogió el teléfono y se lo lanzó a Momo a la cara, ella lo rechazó y se lo dio a Zane, cuya cara de sorpresa resultó incluso graciosa.

-Contesta.- susurré animándolo con la mano.

-¿Sí?- preguntó inseguro cuando llevó el teléfono a su oído.- ¡Nick!- gritó y todos nos llevamos las manos a la boca mientras nos susurrábamos cosas y Zane asentía con la cabeza a lo que su guitarrista le decía por la otra línea.- Ok, ¿dónde estáis?... Sí... A unos 50 kilómetros, ¿no?- Zane levantó su vista y nos miró pidiéndonos silencio cuando llevó un dedo a su boca.- ¿Cuándo?... está bien. Muchísimas gracias Nick... sí, sí, estamos aquí. Todos bien... Gracias amigo, adiós.

Zane colgó el teléfono y todos quedamos observándole; él en cambio, se sentó en el sillón y llevó sus dedos a ambos lados de la cabeza mientras masajeaba sus sienes y cerraba sus ojos.

Nosotros seguíamos sus movimientos y gestos con la mirada, de repente alzó la vista y nos miró desde su posición para luego soltar una leve risita.

Los demás nos miramos entre nosotros con signos de sorpresa en nuestras caras. Zane no decía palabra y los chicos tampoco. En realidad pienso que sería una escena graciosa, pero en ese momento todos estábamos intrigados en saber qué pasaba.

-¿Va a hablar ya o le pego?- me preguntó Momo. Me encogí de hombros, miré a Zane que me observaba con rostro divertido.

-¿Qué?- preguntó animado aguantando la risa.

-¡Habla!- gritamos Momo y yo a la vez. Los chicos nos miraron maravillados por tal compenetración.

Zane se puso serio y dio un salto para incorporarse, acompañado de dos palabras que gritó con alegría y nos hizo quedarnos a todos perplejos.

-¡Nos vamos!- dijo alegre.- Nick dice que tiene un avión. En dos días nos vamos de aquí chicos.

-¿A dónde?

-A Londres.- respondió alegremente.- ¿dónde si no?

-Londres está infectado, lo escuché hace tres días cuando la radio del coche de Harry captó un poco de señal.- informó Momo.

-¿Y qué hacemos entonces?- preguntó Luque.

-España sigue en pie... podríamos ir allí.

-No vamos a ir a donde tú digas.

-¿Quieres convertirte en esas cosas o quieres salir de este infierno?- contraatacó Momo a Alex, quien acababa de hablar.

Últimamente no se llevaban muy bien, aunque su relación nunca fue muy buena. Se soportaban, pero convivir en una misma casa ya era demasiado.

-A mí no me hables así, rubia.- escupió con rabia Alex.

-¡Uno!- Momo levantó un dedo informando que iba a citar un par de cosas.- Hago lo que quiero, y dos...- dio un paso hacia él mientras levantaba otro dedo de su pequeña mano.- Tengo un nombre.

-¿Me estás vacilando?- Alex se colocó delante de ella y le miró desde su posición con desprecio.

-Vuelve a mirarme así y te enteras.- sonrió con malicia mi amiga.

-Oh, y... ¿qué me va a hacer la chiquitina?- Alex empezó a subir y bajar sus manos burlándose de mi amiga, mientras nos miraba divertido.- ¿Me va a pegar?- hizo un puchero enseñando su labio inferior.

Momo subió su pierna hasta dar en la parte íntima de Alex.

-Baja tu ego, chulo.- y dicho esto, mi mejor amiga subió las escaleras con aires de grandeza.

Se hizo un breve silencio en el salón que segundos más tardes lo interrumpimos con nuestras carcajadas riéndonos de Alex.

-Bueno...- dijo Harry mientras suspiraba irregularmente intentando contener su risa.- Ay... Zane cuéntanos lo que tenemos que hacer.

-Bien... a ver chicos tenemos que prepararlo todo y salir el viernes. Iremos hacia el este con cuidado. No podemos arriesgarnos ya que hay grupos pequeños de caminantes fuera.

-¿No puedes hablar con Nick para que vayamos a España?- dije yo preocupada.

-Lo siento, no hay línea.

-¿Y cómo que nos ha llamado?- preguntó Ed.

-A veces, si tienes suerte, puedes conseguir hacer una llamada.

◊♦◊♦◊♦

-2 días después-

Ya teníamos preparado todo, habíamos dejado aquella casa atrás y estábamos en el coche de Harry camino al lugar que nos indicó Nick. Por el camino rogué unas treinta veces a Zane que fuésemos a España, pero él me contestaba con un "no depende de mí, Hannah", y eso me dolía.

Si íbamos a Londres nos dirigiríamos a la muerte. A la muerte viviente mejor dicho. Inglaterra estaba muy infectado, era una gran isla, y cuando el virus llegó, se extendió rápidamente y prohibieron la salida del lugar por mar y por aire.

Llegamos al avión y subimos rápidamente. Por el camino no tuvimos ningún problema con caminantes.

Ya dentro, me senté con mi mejor amiga, lo único que me quedaba. Estuvimos hablando juntas y al cabo de tres cuartos de hora de charla, se quedó profundamente dormida.

Aburrida, sin nadie con quien hablar, me acerqué a la parte donde estaban los chicos, deslicé la cortina que nos separaba de ellos y me encontré a Ed dormido apoyando la cabeza en el pecho de James, que también estaba dormido de una postura que no sabría cómo definir. Las piernas subidas al asiento, la cabeza detrás de la espalda de Ed y uno de sus dedos metido en la nariz de éste.

Miré a la izquierda y estaban Luque y Alex hablando. Asientos más atrás, Harry dormía con una chaqueta en la cabeza y justo a su lado; Zane, despierto y serio con su vista clavada en el suelo. Parecía cansado o más bien aburrido. Me acerqué y me senté junto a él.

No me saludó con palabras, sino que sujetó mi mano y le dio un suave apretón.

-Por favor, dime que vamos a España.- susurré. Tras hacerlo, un suspiro de su parte y por vez primera me miró.- Ya sé que soy pesada y sueno egoísta, pero no quiero echarlo todo a perder. Quiero tener al menos algo de esperanza, algo positivo... necesito escuchar que no vamos a una muerte segura...

-Vamos a España.- dijo al fin y apartó su mirada de la mía para fijarla en la ventana.

-¿En serio?- pregunté sorprendida.

-Sí...- su tono era bajo e inseguro. -¿No estás cansada?

-Un poco.

-Descansa.- susurró y me abrazó. Subí mis piernas al asiento y quedé tumbada sobre él. Mientras escuchaba los ronquidos de James, caí derrotada en el sueño.

MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora