Capítulo 10- III

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>> Zane, Alex y Harry bajaron del automóvil y empezaron a gritarle a Nick y Ed algo. Seguidamente, estos dos entraron dentro de la casa mientras que los otros, con palos y cuchillos, mataban a una gran cantidad de caminantes.

-¡Corred, corred, corred!- nos gritó Momo. Bajamos del tejado y entramos a la habitación a través de la ventana. Al mismo tiempo que yo pisé la moqueta del dormitorio, Nick y Ed aparecieron en la puerta de la habitación.

-Tenemos que irnos.

-¡¿Qué está pasando?!- preguntó Sash mientras salíamos corriendo de allí hacia el pasillo.

-Vienen, y son muchos- contestó Nick. Bajamos las escaleras a toda prisa y al llegar abajo había cinco caminantes dentro de la casa.- Mierda.

-¡¿Te has dejado la puerta abierta?!- gritó Ed, las criaturas se giraron a vernos y empezaron a acercarse a nosotros con gemidos y respiraciones forzadas.- ¡Nick, idiota! ¡Chicas arriba, arriba!

Corrimos de nuevo hacia nuestra habitación y saltamos por la ventana hasta caer en la terraza de la habitación de Luque y Alex, situada en el segundo piso.

-¿Qué hacemos ahora?- pregunté aterrorizada. El coche estaba en el otro lado de la casa, había muchos caminantes por la zona y la puerta de entrada estaba abierta, lo que significaba que seguramente habían entrado muchas más de esas cosas vivientes.

Ed miró hacia abajo y luego dirigió su mirada hacia nosotros.

-¿Alguna vez os habéis tirado de un trampolín alto a una piscina?- preguntó. Yo abrí los ojos como platos.

Oh, no. No pensaba hacerlo. No iba a tirarme desde el segundo piso hacia la piscina, aunque estuviese justamente debajo nuestra. Momo me miró y puso su mano en mi espalda.

-Venga Hannah, puedes hacerlo.

-No puedo.

-No va a pasar nada, yo te ayudaré si pasa algo.- esta vez habló Nick.

-¡No!- chillé y lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas. Aquel recuerdo vino a mi cabeza. Era un infierno. No podría hacerlo y menos ahora, me daba grima de tan solo pensarlo.

-Está bien.- contestó.- Chicas quiero que os tiréis a la piscina y corráis hacia la parte delantera de la casa. Ed, ve con ellas.- Miré a Nick asustada y él también lo hizo conmigo. Cogió mi mano y me dirigió a la puerta que separaba la terraza de la habitación.- No hagas ruido.- susurró y los dos salimos de la habitación, cogidos de la mano e intentando no hacer ruido.

Llegamos al final del pasillo y escuchamos unos golpes en la primera planta y en la escalera, Nick me empujó hacia dentro del baño. Una vez ahí los dos, él cerró la puerta con el mayor silencio posible. Escuchamos unos pasos acercase. Yo lloraba en silencio a la vez que pedía al cielo que no nos pasase nada, que todo aquel infierno se acabase.

Escuchamos los pasos justo enfrente de la puerta del baño. Quedé quieta completamente, procurando no hacer ningún sonido, pero en ese mismo momento la ventana del baño se abrió dando un portazo debido al viento y a la tormenta del exterior.

El pomo de la puerta giró y Nick comenzó a luchar para no permitir la entrada a aquella criatura que forzaba la puerta.

-¿Chicos?

Caímos en un profundo silencio. Nick se apartó de la puerta y aquel supuesto caminante la abrió despacio. Esa voz era conocida para ambos. Sabíamos quién era... sabía que era Zane. Nick abrió la puerta del baño.

-Rápido, baja. Están muertos.- anunció, cubierto de salpicaduras de sangre, zapatos llenos de barro y cuchillo en mano.

Mi amigo salió del aseo y dejó que Zane me viera, pues cuando abrió la puerta Nick tapaba mi cuerpo con el suyo excluyéndome del campo de visión del chico que había venido a buscarnos.

Quedó parado en la puerta, observándome sin decir nada. Su ropa estaba sucia, al igual que sus manos, cabello y cara.

Mi miedo era inmenso en aquel momento. Sentía temor por la situación, por mis recuerdos, mi pasado... el futuro que me esperaba si nada cambiaba. Incluso yo misma me aterrorizaba, creía no poder ser tan fuerte como Zane lo había sido, no tener el valor de enfrentarme a un caminante y golpearlo hasta hacer que volviese a morir. Miedo, mucho miedo, pero también esa alegría al verlo a él de vuelta... sucio pero a salvo, cansado pero vivo, ojos sin brillo que aun así miraban, manos secas que podía seguir moviendo... él. Después de un mes temiendo que algo como esto pasara, el miedo se había instalado en mi corazón, en una suite de la que estaba segura que no quería salir. Miedo viajero que ahora estaba amenazando con no irse.

Di un paso hacia Zane recordando como minutos atrás, cuando lo vi salir del coche, había creído que iba a morir víctima de esas criaturas cuando se abalanzaron sobre él. Él también se acercó y los dos al mismo tiempo, nos abrazamos fuertemente; necesitados de un abrazo sincero que calmara aquella escalofriante dolencia sangrienta. Respiraciones agitadas por el miedo y el deseo de poder sentir que al menos se daba la existencia de alguien a quién poder abrazar en un momento en el que el mundo estaba en proceso de restauración de vidas; vidas inhumanas.

-Estás vivo.- susurré entre respiraciones agitadas por el miedo y el llanto. Segundos después de pronunciar esas tímidas palabras y de sentir como me estrechaba fuerte entre sus brazos, un chillido se escuchó en el exterior de la casa, seguido de gritos desesperados que no alcanzaba a entender.

-Vivo, por ti...- dijo mirándome a los ojos. Cogió mi mano para que yo, marioneta dirigida por él que estaba en shock por sus palabras, le siguiera y así huir de aquel infierno.

Bajamos las escaleras corriendo y al salir preferí haberme quedado encerrada en ese pequeño baño, llorando y esperando la hora para que todo ese gran grupo de caminantes que se encontraban en mi misma estancia me desgarraran rápidamente para acabar de una vez de este gran problema.

Miré mis manos entrelazadas con las de Zane y él repitió el acto por unas simples milésimas para luego mirar al frente.

No me detuve a contarlos, pero sé que decenas y decenas de caminantes rodeaban la casa y nosotros dos teníamos que salir de allí e ir al coche que nos esperaba.

Zane tiró de mi mano para que me moviera, pero yo no lo hice y cerré la puerta de la casa, dejándonos a los dos en el interior de ésta.

-¿Estás loco?- grité.- ¿Quieres correr hacia una muerte segura?

-Nos están esperando. (pausa) Eh, mírame.- susurró colocando sus manos encima de las mías, las cuales estaban sobre mis ojos secando las lágrimas de terror que salían de ellos.- Vamos a salir de aquí, ¿de acuerdo? Y nada te va a pasar porque si le tiene que pasar algo a alguien será a mí.

Abrió la puerta de entrada de la vivienda, y volvió a sujetar mi mano fuertemente. Se giró hacia mí antes de salir y lo miré... "mierda" fue la última mala palabra de boca de Zane que recuerdo escuchar. Después, mi cuerpo se desvaneció y todo se volvió negro.

Lo siguiente que recuerdo es que desperté con un terrible dolor de cabeza y malestar.

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