Capítulo 1- II

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>> Salí al balcón; muchas chicas gritaban a las puertas del hotel, había flashes de cámaras por todos lados que alumbraban la oscuridad de la noche y quitaban protagonismo a las estrellas. Aquello me extrañó, ¿Qué estaba pasando?

Pocos minutos después escuché pasos y risas masculinas por el pasillo y decidí espiar en silencio por la rendija de la puerta para ver quién armaba tanto ruido a altas horas de la noche.

Las dos de la madrugada y me desvelaron las mismas risas que escuché por los pasillos horas atrás.

Volví a espiar por la mirilla y en ese mismo instante un chico correteó el pasillo pasando por delante de mi habitación sin remordimiento alguno por haberme despertado.

Cabreada, abrí la puerta rápidamente y di un paso para salir de la suite y posar mis ojos entrecerrados sobre el intruso corredor al que odiaba en aquel mismo momento.

Yo, mi pijama infantil y mis zapatillas de conejo salimos furiosos al pasillo.

-¡Eh, tú!- Grité intentando llamar la atención del chico, el cual se paró en seco y volvió la vista hacia mí y mi desbaratado look.- ¿Es que no te han enseñado educación alguna tus padres? ¡Te prometo que si vuelves a gritar y despertarme te mato!

El chico caminó hacia mí y me arrepentí de haberlo amenazado tan pronto como mi borrosa vista me permitió diferenciar su rostro.

-Lo siento, estaba buscando a mis compañeros y bueno... si pudiera hacer algo por ti para... ¿estás bien?

-Dios mío...-aquel rubio inglés me resultaba conocido... era conocido. Se trataba de James Honan, miembro de mi grupo favorito.

Al decir esta expresión James curvó una sonrisa. "¿Fan?" dedujo y asentí nerviosa. Mis vellos se pusieron de punta y lo abracé tan fuerte que su risa se transformó en una ronca tos, haciendo que lo soltara.

-Ahora tengo que irme, lo siento. Encantado de conocerte y siento haber molestado... Mi habitación es la 349, si quieres algo ahí me tienes. Lo siento mucho si te desperté, de verdad.- Se arrepintió amablemente.

-Si cada vez que me desvelasen apareciera alguien como tú y me diera un abrazo, no me importaría no dormir- respondí, provocando la risa de ambos. Segundos después se fue sonriendo.

¿Qué acababa de pasar? ¿Estaba soñando despierta? Tenía el número de la habitación de James clavado en mi memoria, mis brazos temblaban del amistoso abrazó recibido y mis piernas se negaban a retroceder para entrar a la habitación.

Cuando al fin gané la batalla contra mis extremidades y pude entrar, me tiré en la cama sonriendo como una boba. Al fin y al cabo yo era una niñita enamorada de cualquier chico que cantase, lo que había pasado era demasiado para mí. Aquella noche dormí espectacularmente bien, demasiado...

Al día siguiente no vi a mi nuevo amigo rubio por ningún lado, pero no podía dejar de pensar en eso. Estaba absorta del mundo real, tanto que se me olvidó contárselo a mis padres.

Pasamos el día siguiente en la playa y horas después de comer nos fuimos a la piscina del hotel. Se acercaba la caída de la tarde y mis padres me dijeron que iban a su habitación para ducharse y prepararse para el espectáculo que el hotel daba esa noche, con la actuación de un grupo de jóvenes cantantes del lugar y la invitación de un cantaor flamenco recién llegado de España. En cambio, yo preferí quedarme aprovechando los últimos rayos del escaso sol de la "Riviera Inglesa" que incluso en verano permanecía escondido.

Me tapé la cabeza con un gorrito de paja y me dispuse a soñar despierta sobre una vida ideal y romántica, pero alguien me interrumpió.

-Hola.- Era una voz masculina, parecía joven pero no estaba dentro de mis intereses hablar con un chico en aquel momento. Era una loca del romance en un libro pero nunca había intentando que aquel romance literario se diera en mi vida real.

-Hola.- respondí intentando sonar agradable y dando por finalizada la conversación.

El chico hizo el intento de hablarme unas tres veces, preguntando cómo estaba, de dónde era y si iba a estar en el hotel por mucho tiempo. Yo le respondía pues la verdad es que estaba aburrida, pero no entendía por qué alguien necesitaba saber mi vida, y menos un desconocido. Así que estaba un poco molesta y al parecer el chico se dio cuenta.

-¿Me dirás al menos cómo te llamas?

Di un pequeño suspiro.

-Hannah... ¿y tú? – era la primera pregunta que le hacía yo a él, sintiendo un curioso interés por descubrir la identidad de mi acosador.

-¡Harry! ¿Qué haces aquí?

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