Capítulo 13- IV

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   -4 de abril de 2016-

Parece mentira que hayan pasado dos meses. Y que Harry no haya vuelto... Zane y yo habíamos visitado cada día la gasolinera donde nos separamos, arriesgándonos a morir por un ataque de algún caminante, pero no volvimos a ver ni rastro de los demás. Ni rastro de Harry. Prometió volver y nunca apareció de nuevo.

En cuanto a Zane y yo... habíamos tenido pequeñas discusiones por tonterías, como por ejemplo cuando él quería salir a buscar comida y yo quería acompañarle pero me obligaba a quedarme en la cabaña. Ese problema se daba casi todos los días, hasta que al mes de quedarnos solos en la cabaña, me obligó a permanecer "vigilando" la mohosa casita de madera y dos caminantes entraron dentro. Todavía no sabemos como pasó, pues teníamos seguridad puesta en la puerta. Desde aquel susto, Zane se volvió más atento conmigo. No me dejaba sola ni un instante, incluso noté que muchas noches se quedaba despierto a mi lado hasta que yo me dormía, o me hacía la dormida para ver cómo actuaba Zane después. Me arropaba, susurraba un buenas noches, y volvía al salón a dormir en el sofá. Sinceramente, me sentaba un poco mal que él durmiera en el frío sofá del salón, que a veces estaba un poco mojado pues absorbía la humedad del ambiente, pero no me atrevía a decirle que durmiera conmigo, incluso cuando yo sería la primera que al sentirse incómoda mantendría las distancias.

Me encontraba lavando un jersey negro en el arroyo, pues solo tenía dos mudas de ropa y una de ellas era un bata-pijama y unos pantalones viejos que se encontraban en la cabaña cuando llegamos.

Frotaba el jersey entre mis manos con la pastilla de jabón para que una mancha de sangre seca saliera por completo, cuando noté que algo o alguien se zambullía a escasos metros de mí y me salpicaba. Giré mi cabeza mientras me incorporaba de pie para asegurarme de que no había ningún caminante cerca, cuando me encontré a Zane sin camisa metido dentro del río y sonriéndome.

-¡¿Estás loco?!- grité para que se enterara. Nadó hacia donde me encontraba y cuando estuvo enfrente mía, seguí hablando.- Según mis cálculos estamos en abril y no hay que ser demasiado listo para saber que estamos a bajísimos grados de temperatura.

-Necesitaba un baño.- contestó sin más.

-Te vas a resfriar...- le dije en tono de aviso. Me sentía como una madre regañando a su travieso hijo.

-"Nah".- hizo un movimiento con su mano quitando importancia al asunto. Me crucé de brazos y levanté una ceja ante su gesto pasota.

-Ven.

-¿Qué?

-Ven, entra conmigo.- estiró sus brazos mientras una sonrisa se mostraba en su cara, haciéndolo parecer más adorable.

-No.

-¿Por qué?- hizo un puchero.

-Porque no. Además de que hace un frío tremendo y el cielo parece que no puede volverse más negro de lo que está, sabes que tengo fobia al agua.

-¿Todavía, Hannah? Han pasado muchos años.

-A veces esas cosas no se superan...- comenté en un tono más bajo. Preguntándome a mí misma cómo había sido capaz de coger un miedo tan terrible al agua que me perdurase tanto tiempo. Segundos más tarde, me encontré con Zane fuera del agua justo a centímetros de mí. Al parecer me había quedado observándolo mientras salía del riachuelo, pues me miraba con una sonrisa que le daba un aire creído.

Cogió mis manos. El roce de mis manos frías con las suyas calientes, incluso habiendo estado en el agua congelada del río, hizo desvanecer todos mis pensamientos y volver al mundo real. Bajé la mirada para observar como entrelazaba nuestras manos y me atraía a él haciendo que parte de mi ropa quedara empapada de agua.

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