Capítulo 14- I

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Mamá, papá...

-¿Cómo está?

-Igual que todo este tiempo, me temo...

*suspiro*

-Quiero volver a hablar con ella.

-No sabemos si eso será posible.

-Debo comentarles que la semana pasada respondió con un impulso, eso es una buena señal. Pero no ha vuelto a responder como aquella vez.

Todo era negro. Una conversación de distintas voces se debatía en mi interior. ¿Estaba soñando?

Una necesidad fortísima de abrir los ojos y abrazar a aquellas personas crecía dentro de mí. Pero no podía.

Impotencia.

-Pronto estarás aquí, mi niña.

Frío.

Un sudor frío fue lo que sentí al escuchar esa voz. Mi madre.

«Mamá, mamá» pensaba, pero no podía llegar a abrir la boca y pronunciar palabra alguna. Sentía que mis cuerdas vocales se habían cerrado. Sólo una pequeña Hannah en mi conciencia era la que podía moverse y hablar, pero ningún impulso salía de mí.

Quería llorar.

«Mamá» volví a intentar una vez más. Su voz estaba tan cercana a mí que no parecía ningún sueño. «Mami...» comencé a llorar por todo aquello tan extraño que estaba viviendo.

Escuchar la voz de tu madre en tanto tiempo, aunque fuera en un sueño, y no poder siquiera verla en tu mente.

Dolor, el gran significado del dolor.

Todo era negro. La conversación entre dos hombres seguía, comentando sobre el grave estado de alguna persona que yo desconocía. Quería gritar pero no salía nada de mí. Sentía que lloraba pero ni siquiera un suspiro escapaba de mi boca, solo llantos amargos se reproducían en mi mente sin darme el poder a expulsarlos al exterior. Sin poder hablar...

Sentí por primera vez en mucho tiempo, el tacto de mi madre. Su mano rozando mi mejilla. La escuchaba llorar.

«No llores, Mamá. No llores» intentaba decir pero no podía.

De pronto, pude sentir como si viera desde los ojos de otra persona. Me encontraba en el techo, pues debajo de mí estaba mi cuerpo durmiendo.

Estaba viéndome a mi misma tapada con sábanas totalmente blancas como la nácar, inspirando y expirando tranquilamente, como si aquello fuera algo normal para mí.

De pronto, la imagen de mi madre apareció justo a mi lado. Apoyada en la cama o lo que fuera donde yo me encontraba tumbada. Comenzó a acariciar mi pelo y yo lo estaba sintiendo, después de un suspiro, habló en un tono muy bajo, como si no quisiera despertarme.

-Voy a volver a ver esos preciosos ojos mirar con amor a Zane. Voy a ver tu cabello alborotarse con el viento. Voy a escuchar tu dulce voz cantando una de tus canciones mientras tus dedos se deslizan con soltura por el piano. Voy a verte sonreír, lo juro Hannah.

Impotencia de nuevo. Pero una felicidad tan grande dentro de mí... al igual que ese sentimiento de tristeza por saber que no podía responder, que no podía verla.

Todo era negro. ¡Todo absolutamente negro! Nada de luz, ninguna figura. Solo yo, flotando recostada con los ojos cerrados. Tapada con sábanas blancas. Con mi madre al lado acariciando mi pelo, mi cuerpo dormido sintiendo sus caricias, llorando interiormente.

-Papá esta aquí...

El cuerpo de mi madre se desvaneció y apareció mi padre con el mismo rostro que recuerdo que tenía, pero con ojos llorosos mirándome con dolor. Él no decía nada, no me tocaba. Quería abrazarlo, quería gritar a mi cuerpo inerte que se levantara y abrazara a mi padre y nunca soltarlo. Pero no lo hizo. Nunca respondió a mis súplicas.

De nuevo, todo se volvió negro y dejé de observar desde aquella posición. Ahora había vuelto a mi cuerpo, pero no podía ver nada. Sentí como mi padre cogió mi mano izquierda y comenzó a llorar en silencio. Escuché leves sollozos y noté su pulso acelerado.

Y después de mucho esfuerzo, después de luchar conmigo misma interiormente, conseguí mover mi pulgar y acariciar el dorso de su mano.

-Ha...¿Hannah?

Abrí los ojos por menos de un segundo, una luz cegadora caló en mí y el rostro distorsionado de mi padre se hizo presente por breves milésimas. Después, todo volvió a volverse negro mientras escuchaba muchos murmullos y voces alteradas que se alejaban pues un ensordecedor pitido subía su volumen cada vez más, apagando cualquier otro sonido de aquel lugar oscuro...

Lo último que recuerdo, fue mi padre gritando "doctor" repetidas veces.

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