Capítulo 11

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¡Buenas! Creo que es la primera nota de autora que dejo en la versión editada, espero que os haya gustado la historia. Pasaba por aquí para advertir que desde la última actualización de la página de Wattpad, han aparecido algunos problemas a la hora de subir las historias; de modo que Miedo no se ha quedado sin su fallito... resulta que a veces aparecen palabras unidas o saltos de renglones.
Intentaré corregir estos fallos poco a poco, espero que os haya gustado la historia, comentéis y pulséis la estrellita que viene en el capitulo *me han comentado que con un poco de magia, si la pulsas sonriendo se pone dorada* inténtalo! ¿A qué esperas?

Ahora sí, gracias por el apoyo y os dejo leer:
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¿Dónde estás?

Giré la cabeza para mirar a mi alrededor, lo veía todo borroso pero podía distinguir que me encontraba extendida en los asientos traseros de un coche. Intenté incorporarme pero todo daba vueltas. Coloqué una mano en mi frente y cerré fuertemente los ojos intentando que el dolor de cabeza se desvaneciera. Gruñí un poco al ver que no se desvanecía

-¡Hannah! ¿Cómo estás? ¿Te encuentras mejor? Dios, que susto me has dado. ¡No quería acercarme a ti porque creía que serías un zombie! Es que no entiendo qué te ha pasado, o sea estabas bien y luego no te vi y luego Zane estaba contigo y... estoy hablando mucho, ¿verdad?- la voz preocupada y acelerada de Momo se coló por mis oídos. No se callaba, seguía hablando mientras yo susurraba pequeños y numerosos "shhh" pidiéndole silencio. Me encontraba mal.

-Momo, deja que descanse.- Nick habló.

-Oh, sí. Lo siento. Ahora vuelvo Hannah, recupérate.- depositó un beso en mi frente y salió del coche. Nick, desde el asiento del copiloto, quedó observándome con una sonrisa preocupada.

-¿Dónde estoy?

-En un coche.- «oh bien, eso ya lo sabía, lo había intuido al clavarme los broches de los cinturones en la espalda...» -Te desmayaste y Zane te trajo en brazos... suerte que tiene fuerza; por el contrario, hubierais muerto ahí los dos.

-¿Dónde está él?.- suspiró y pasó sus manos por su pelo.

-Hemos aparcado en la carretera porque pensamos que aquí no hay esos monstruos que están por todas partes. Y bueno... llegamos aquí hace ocho horas.

-¿Qué?- abrí los ojos como platos e intenté incorporarme en los asientos.

-Has estado dormida todo este tiempo, pero no sabíamos qué te pasaba. Tenías fiebre y un sudor muy frío. Zane pensó que te había pasado algo, que algún caminante te había arañado o que estabas infectada.

-Pero... estoy bien..

-Sí, pero hace unas horas no lo parecías. Él... bueno, empezó a maldecir a todo lo que se le venía la cabeza, se echaba la culpa de que tú estuvieras tan grave. Le dijimos que no se preocupara, que ibas a despertar, pero nada... Zane se fue por ahí.- señaló el bosque a su derecha.

-¿Hace cuánto tiempo?- miró su reloj y tras una pausa en la que calculó la hora, habló.

-Hace aproximadamente dos horas.

-¡¿Y no pensáis ir a buscarle?!- Salí del coche hecha una furia, y al dar dos pasos sentí un mareo terrible recorrer todo mi cuerpo.

◊♦◊♦◊♦

Una horda de zombies se aproximó a dónde estábamos. Vi como cada uno de nosotros salía corriendo hacia un lado del bosque gritando mi nombre para que les siguiera, pero al emprender el mismo camino que mis amigos, dos caminantes se posicionaron justo delante de mí haciendo que yo retrocediera y corriera hacia el otro lado derecho del bosque.

Después de 5 minutos entre árboles sin saber hacia dónde ir, sentí que ya no podía más y que necesitaba acabar con aquel infierno. Miré hacia mi alrededor y cambié mi rostro de cansancio por uno de total desesperación. Estaba sola. Completamente sola. Llevé una mano a mi boca y pegué la espalda al árbol que tenía a mi lado y poco a poco entre sollozos, mi cuerpo se escurrió por aquel húmedo tronco hasta tocar la tierra húmeda.

Tras varios minutos llorando y pensando que lo mejor que podía hacer en aquel momento era suicidarme, escuché el crujido de unos palos secos a lo lejos. Levanté la cabeza rápidamente y miré hacia todos los lados posibles. No había nada por allí.

«Es sólo un animalillo, mantén la calma» me susurré a mí misma. Cogí aire desesperadamente, como si el oxígeno fuera a acabarse dentro de poco –y no me extrañaba, cualquier cosa podía pasar en aquel mundo de locos- y de pronto, otro ruido se escuchó más cerca, como el de las hojas secas partiéndose al ser pisadas.

Me levanté rápidamente de los pies del árbol, y di algunos pasos hacia el frente, buscando algo que no deseaba ver, pero no divisaba nada, y en se mismo instante, un cuerpo cayó encima de mí haciendo que quedáramos en el suelo. Empecé a gritar y a luchar con el caminante que tenía encima. Olía a sudor y a tierra, yo estaba de espaldas a él, escupiendo cada vez que podía a causa de que estaba aspirando cada hoja pequeña que había en el suelo al intentar tomar una bocanada de aire. El caminante me giró hasta quedar frente a frente con él, y cesé mi lucha por salir a la fuga.

Su rostro, el rostro más sonriente que podía haber esperado en una situación así estaba mirándome de una forma divertida mientras yo quedaba atónita a lo que veían mis ojos. Llevó sus manos a cada lado de mi cabeza y mirándome directamente a los ojos, se acercó a mí hasta unir nuestros labios en un desesperado beso.

-Te he echado tanto de menos... creí que no ibas a despertar.- dijo con su dulce voz, y yo, sin poder creerlo ni reaccionar ante aquella situación, acepté otro inesperado beso por su parte.


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