Weasley, como la palma de mi mano (ATP)

1. Odia que la despierten y ama dormir hasta tarde

Si quieres o necesitas a Rose Weasley temprano, olvídalo.

Jamás será puntual si se trata de alguna cita en la mañana.

Así que si sabes contar... no cuentes con ella; o, por lo menos, no en las mañanas o cuando está dormida.

La chica pelirroja podía ser una pesadilla si llegases a despertarla, sería mejor si corrieras.

Agradecía que ya fuera el receso, después de dos horas seguidas de Historia de la Magia, y sin la Weasley, el rato había sido agotador.

Lo único que deseaba era descansar, pero si se iba a su dormitorio, probablemente, dormiría más de lo debido.

Optó por despejarse en los jardines, debajo de su árbol, aunque la Weasley casi siempre estuviera en él.

Caminó hasta llegar junto a la pelirroja, que dormía, plácidamente, debajo de él.

Al principio, sin darse cuenta, se detuvo a contemplarla. Parecía tan tranquila y feliz, que, por un momento, dudó en hacerle la broma que tenía planeada.

Pero sólo un momento, porque en cuanto un 'te quiero' salió de sus finos labios, Scorpius no esperó más, se acercó a su oído y, antes de no poder contenerse y empezar a besarle es lóbulo de su oreja, gritó su nombre fuertemente.

Enseguida se arrepintió.

La Weasley no se veía nada contenta, pero él tampoco lo había estado minutos antes al oírla hablar entre sueños.

¿Cómo evitar que una sonrisa boba apareciera en su rostro?

Rose, obviamente, ignoró eso y sacó su varita rápidamente.

Los hechizos no se hicieron esperar, pero tampoco Scorpius y, antes de que pudiera darse cuenta, la pelirroja estaba de cabeza.

Por pura suerte y cosa de reflejos, pudo cubrirse y evitar que, su ropa interior, quedara al descubierto.

-Bájame.

Había muchísima rabia en su voz. El rubio evitó sonreír demasiado.

Scorpius estaba por reírse de lo lindo cuando de pronto vio, en cámara lenta, como dos pequeñas gotas se desprendían de sus castaños ojos y caían al pasto.

La Weasley no le dirigió la palabra por ciento cuarenta y cuatro horas.