Capítulo XIV

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¡Hey, hola! Creo que se me ha descompuesto esta historia, que de plano no me deja quitarle las negritas cuando lo publico. Así que por ahora, se quedará así hasta que se arregle por sí mismo. (¡Te maldigo, Wattpad!)

Aún así, ¡que lo disfruten!

     El día finalmente ha terminado, y ya siento mi garganta adolorida por haber estado gritando durante gran parte del día. Es increíble cómo eso, sólo dar y dar órdenes, me ha hecho sentir exhausta.

Tras dar las últimas instrucciones, finalmente llega el momento de partir. Así que sólo doy la espalda al grupo que toma la dirección contraria, sin demostrar de ninguna manera si acaso están mínimamente cansados. Y eso, para ser sincera, es lo que menos me importa.

Blastoise vuelve a su Pokebola para que Diamond y yo podamos caminar hacia las puertas mecánicas que nos sacan del campo de entrenamiento. Sin embargo, Darian Cunningham está bloqueándonos el paso. Nos recibe con ambos brazos extendidos hacia los lados, dándonos la bienvenida al interior del edificio. Su cálida sonrisa me causa inquietud.

—Ha sido un día productivo, señorita Crown —me dice—. Lo he observado todo.

—Entonces sabrá que ha dejado a mi mando a una persona insolente e insoportable —le respondo cruzándome de brazos—. Pudo haberme dicho que tendría un par de problemas con ella. Regina Keynes.

Cunningham ríe.

Por alguna razón, ese sonido causa que Diamond despierte su sentido de alerta. Sus colas comienzan a danzar, en un vano intento de parecer sutil mientras se prepara para atacar.

—La agente Keynes es un tanto temperamental, pero es una de mis chicos más fuertes. La suya es toda una historia... Créame, señorita Crown, que la agente Keynes tiene poderes inigualables.

—Lo único que sé es que me ha retado a tener una batalla.

—Lo sé.

—Hirió a mi Blastoise.

—Lo sé.

—Y yo devolví el golpe, haciendo que mi Blastoise rompiera la pata de su Absol.

—Lo sé.

— ¿Y eso a usted no le importa?

Él ríe.

—Señorita Crown, mis muchachos han sido entrenados por los mejores Entrenadores de mi organización, y contamos con los servicios médicos más avanzados que usted pueda imaginar. Una pata rota es el menor de nuestros problemas.

—Usted habla como si las vidas de los Pokemon no valieran nada para ustedes. Como si consideraran que una herida, por más grave que sea, no es importante.

—Yo podría pensar lo mismo de usted, ya que no ha llevado a su Blastoise a la enfermería.

Mierda.

¿Qué va a saber este maldito?

—Mis Pokemon están entrenados para resistir golpes más fuertes que lo que ese Absol hizo. Ninguno de ellos sería capaz de convalecer por algo que por sí mismo no puede derribarlo.

Cunningham sonríe.

—Eso es, señorita Crown, lo mismo que sucede con nuestros Pokemon.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora