Capítulo XLVI

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     No importa cuánto forcejee.

Algo en mi interior me traiciona, y me deja a merced de mis captores. No puedo evitar que me obliguen a sentarme en la silla de las torturas, atándome de pies y manos, mientras Jackie camina hacia la mesa para tomar un cuchillo de considerable tamaño y dientes especialmente afilados. Creo que lo más doloroso de todo esto no es la forma en que las cadenas cortan mi piel, sino el conocimiento de que ésta es la única verdad que me negué a creer cuando Victoria nombró a lo sospechosos. Esta vez, sí que he fallado en grande. Y aún lo hago. No termino de entender cómo es posible que Jackie sea M. Y ya que ella luce tal y como la recuerdo, eso sólo me deja más confundida. Si no parece haber cambiado, ¿significa que esto sólo es nuevo para mí?

—Fox, encárgate de Morgan. Que esté listo para pelear cuando lleguen nuestros invitados.

En físico, sigue siendo Jackie. Pero su actitud... Parece como si alguien le hubiera lavado el cerebro. Sólo hay una manera de obtener respuestas. Si ella cree que sólo esperaré pacientemente a que llegue mi hora, está muy equivocada. Necesito mantenerla distraída mientras me ocupo de soltar un poco las cadenas.

— ¿Qué diablos haces aquí, Jackie?

—Será mejor que no comiences con el interrogatorio, o tendré que amordazarte.

Si quieres jugar rudo...

—Me lo debes.

—No te debo una mierda.

—Entonces, hazlo por Skyler.

Me fulmina con la mirada. Suspira con pesadez y se cruza de brazos, sin dejar de mostrar el cuchillo que sé que eventualmente terminará irremediablemente en mi cuerpo. Su Persian nos mira desde una esquina de la habitación, manteniéndose lejos como si no quisiera intervenir. Necesito recuperar a mis Pokemon.

—De acuerdo... —dice resignada—. Primero, que te quede claro que sólo te he dejado con vida porque voy a utilizarte. Y que no importa lo que hagas, eventualmente morirás.

—Me parece justo.

Pero no seré yo quien muera.

Ella permanece en silencio, en espera de mis preguntas.

Piensa, Sheryl... Sé sutil. Debes ganar tiempo.

— ¿Por qué vas a utilizarme?

Sonríe. Es un gesto tan frío, sádico y cruel... Se gana su apellido a pulso.

—No espero que me creas, Sheryl, pero esto no es personal. No es a ti a quien quiero.

— ¿A quién quieres?

—Alguien a quien tú traerás, quedándote aquí para que esa persona venga a buscarte. La mejor parte de todo esto es que no sólo obtendré ese objetivo, sino que además me ahorrarás el trabajo de perseguir a Diamond y Lucario.

No vas a poner un dedo encima de mis Pokemon.

—Si crees que voy a ayudarte, te equivocas. No estoy de tu lado.

—Lo sé. Supe desde el principio que Harrison y tú se negarían a ayudarme. Y decidí mantenerlos fuera de esto, como muestra de mi gratitud. Lo que te he dicho ya es cierto. Esto no es personal. No quería hacerte daño, pero tú quisiste jugar a salvar el día.

—Esto no es ningún juego. ¡Estás creando el mismo infierno que tu padre dirigía!

—No. Estoy creando algo mucho mejor.

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora