Capítulo XLII

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     No puedo moverme. Mi cuerpo está tan adolorido que incluso me cuesta respirar. Intentó erguir el cuello, pero mi nuca aúlla. Llora lágrimas de sangre que corren hacia mi espalda. Mis brazos están entumecidos. Sé que están suspendidos sobre mi cabeza, pues aún puedo sentir los grilletes en mis muñecas. Y no puedo tocar el suelo. Intento abrir los ojos, pero eso también me causa dolor. Y cuando finalmente lo consigo, una brillante luz me deslumbra. Separo los labios para hablar, disparando una punzada de dolor desde el corte que se ha abierto en diagonal en mis labios. En mi boca también está presente la sangre, con ese asqueroso sabor metálico. De mi garganta sólo brota un lastimero gemido. Lágrimas brotan de mis ojos, pasando sobre esos rasguños en mis mejillas y haciéndolos arder.

No puedo mirar alrededor. Mi cuello duele. Mi nuca sigue sangrando, gota a gota.

No sé dónde estoy. No sé qué ha pasado. No sé en qué momento quedé reducido a un remedo de carne y huesos que no vale nada. Pero sucedió. Y me siento derrotada.

Un segundo gemido.

Ahora siento que podría tener un par de costillas rotas. Es eso, o simplemente mi torso está... demasiado adolorido.

¿Dónde estoy...?

—K-Kyle...

Nada. No hay respuesta. No hay ningún otro sonido, más que mi respiración y mis gemidos. Sé que mis Pokebolas no están conmigo. Puedo sentirlo, así como sé que no podré salir de aquí si no consigo liberarme. Pero no puedo mover mis brazos. Están entumecidos.

—V-Victoria...

¿Dónde estoy?

¿Dónde está Kyle?

¿Dónde están Vaporeon y Omastar?

¿Dónde está Lugia?

¿Dónde está Lynda...?

La luz deslumbrante se apaga, sumiéndolo todo en completa oscuridad. Mis ojos entrecerrados tardan en acostumbrarse a la oscuridad. Mis oídos alcanzan a captar un sonido lejano. Son aplausos, y pasos que vienen lentamente hacia mí.

—Supuse que despertarías pronto... No creí que estuvieses inconsciente por más de un par de horas.

Esa voz...

¿Jayden...? ¿Cómo...?

Es él. No hay duda alguna. Pero, ¿por qué...? Desearía no estar tan aturdida.

—K-Kyle...

Y desearía no pensar en ese maldito cretino en este momento. ¿Qué más da si algo le ha pasado a Levitt?

Los aplausos de Jayden no se detienen.

—Tal y como pensé —dice—. Eres tan predecible, Sheryl...

¿Predecible? ¿Qué mierda está diciendo?

¿Dónde estoy...?

—K-Kyle...

—Él no está aquí. Y creo que tú estás un poco incómoda.

Los grilletes liberan mis muñecas, haciéndome caer. Estrellarme contra el suelo propaga el dolor por cada rincón de mi cuerpo, pero eso vale la pena si así puedo hacer que la sangre vuelva a circular por mis brazos. Ojalá eso sirviera para levantarme como si no fuera convaleciente, o una inútil. Debo mantenerme fuerte, incluso si mis Pokemon están lejos. Levántate, Sheryl... ¡Levántate!

Pokemon Re-Start I: ResurgimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora